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Un poema de Esther VIdegain

Llegan las tres en punto en las retinas de cristal empañadas de tu dolor

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El amor a las tres,
en punto marca el tic-tac de mi querer en mi corazón,
falso amor de la necesidad de tener y no poder ser más que las tres y las tres mil veces tres.

El amor a las tres,
queda poco para la hora de la verde esperanza,
ésa perdida en tus besos y abrazos de tu verdadero falso querer.

El amor a las tres,
la discordia está a punto de llegar...
se asoma lentamente la tragedia del mal amante de corazones robados al tino.

El amor a las tres,
tres mil ríos de lágrimas algo tristes caen por las mejillas,
de su dolida dueña arruinada por el caro precio de los mil besos guardados en las retinas de cristal.

El amor a las tres,
el final de este contrato de los amores amargos,
por los celos de aquélla que roba al sino el cariño ajeno...

A las tres en punto de esta tarde,
caerá el alma más dormida en su pena, tres mil toques en esta triste corneta por su memoria,
para aquélla que un día fue el cariño y las retinas más felices en ese corazón arrepentido de tu dolor.

Llegan las tres en punto en las retinas de cristal empañadas de tu dolor

Un poema de Esther VIdegain
Esther Videgain
lunes, 7 de marzo de 2016, 08:34 h (CET)
El amor a las tres,
en punto marca el tic-tac de mi querer en mi corazón,
falso amor de la necesidad de tener y no poder ser más que las tres y las tres mil veces tres.

El amor a las tres,
queda poco para la hora de la verde esperanza,
ésa perdida en tus besos y abrazos de tu verdadero falso querer.

El amor a las tres,
la discordia está a punto de llegar...
se asoma lentamente la tragedia del mal amante de corazones robados al tino.

El amor a las tres,
tres mil ríos de lágrimas algo tristes caen por las mejillas,
de su dolida dueña arruinada por el caro precio de los mil besos guardados en las retinas de cristal.

El amor a las tres,
el final de este contrato de los amores amargos,
por los celos de aquélla que roba al sino el cariño ajeno...

A las tres en punto de esta tarde,
caerá el alma más dormida en su pena, tres mil toques en esta triste corneta por su memoria,
para aquélla que un día fue el cariño y las retinas más felices en ese corazón arrepentido de tu dolor.

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