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Nando Alonso

Ídolos

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Si ya es complicado no profesar algún tipo de simpatía futbolística hacia algún conjunto, se me antoja prácticamente imposible huir de la figura del “ídolo”. A veces son cambiantes, y vienen marcados por criterios tan diferenciados como la edad, de niños nos agarramos a figuras que con el paso del tiempo se nos derrumban, el mejor jugador de tu equipo, quién no ha venerado a la figura más representativa de su conjunto favorito, o a influencias familiares y del entorno, escuchar todos los domingos el nombre de un jugador, y esas inevitables comparativas donde cualquier tiempo pasado fue mejor, “antes si que se jugaba al fútbol de verdad, si jugara menganito o zutanito iban a saber estos lo que es fútbol de verdad”.

Lo cierto es que todos, de una forma u otra, tenemos en mente ciertos nombre y figuras que nos han marcado, y que han hecho que vivamos el fútbol desde otra perspectiva. Han conseguido que disfrutemos del deporte rey en su verdadera esencia, y que podamos vivir durante noventa minutos, pegados a un asiento sin estar nuestro equipo del alma sobre el terreno de juego.
He de reconocer que en mi caso ha existido una evolución ciertamente marcada. Hablarles de ese primer ídolo va a resultar sumamente difícil, a no ser que sean muy aficionados al fútbol, y creo que aún así les resultará tremendamente complicado ubicarle. Pero Vicente, aquel mediocentro del Celta de Vigo, con figura de lord inglés y ese bigote inconfundible, me hizo vibrar y sentirme identificado con estilo de futbolista que a día de hoy desgraciadamente no abunda, el jugador de club. Un ídolo marcado, como no podía ser de otra forma, por mis orígenes. Con el paso de los años, y sin renegar de mis inevitables tendencias “celtiñas” (grande Mostovoi), el fútbol fue entrando en mi vida desde otro prisma. Tuve la fortuna de ver detalles de Maradona, pero su carácter nunca terminó de engancharme, y durante muchos años sentí profunda debilidad por un jugador danés capaz de ver el fútbol como pocos, Michael Laudrup.

Pero lo cierto es que sentía que dentro de mí “enfermedad” futbolística, me faltaba algo. Encontraba jugadores que me gustaban por diferentes motivos, pero ninguno era capaz de arrastrarme a la tele en partidos sin trascendencia. Estaba totalmente huérfano, hasta que desde Italia, arribó a nuestras latitudes un tipo serio y entrado en años, con aureola de gran jugador, pero al que no había visto grandes cosas en su etapa “vecchia signora”. Zinedine Zidane me maravilló, su forma de ver el fútbol, su plasticidad, su elegancia a la hora de ejecutar todas las acciones, su forma de superar al contrario por “lentitud” (en mi vida he visto a un jugador con menos velocidad, superar a los adversarios como lo hacía él con esos controles orientados maravillosos), su elegante conducción, y esa magnífica definición(le daba igual cabeza, o cualquier superficie de las dos piernas). Ver al Real Madrid, o a la selección francesa, merecía la pena sólo por disfrutar con él. Hasta en su peor partido dejaba un destello de calidad. Ni esa última imagen saliendo del campo en la final del mundial, tras el famoso cabezazo a Materazzi, puede emborronar todo lo que este hombre hizo por mi adicción futbolística.

Me parecía imposible que pudiera aparecer otra figura, que eclipsara las múltiples imágenes que me había dejado el marsellés. Muchas emociones y expresiones de admiración, con el único lamento de no haberle visto en nuestra liga con tres o cuatro años menos. Pero sin tiempo de hacer un duelo acorde a los merecimientos del galo, cual es mi sorpresa cuando aparece en mi ocaso futbolístico un muchacho nacido en Rosario(Argentina). A Leo Messi le trajeron con trece años a España, problemas económicos y la presencia de familiares en Lleida, animaron a su padre a venir, con el fin de obtener el dinero necesario, y así, sufragar un tratamiento que solucionara una enfermedad hormonal que afectaba a su crecimiento. Unas pruebas en la Massía bajo la atenta mirada de Carles Rexach y un futuro magnífico por delante. El club azulgrana se comprometió entonces a sufragar los gastos de aquel costoso tratamiento, bendita decisión, y un debut con dieciséis años en la primera plantilla.

Comparar a Zidane y a Messi sería absurdo, y evidentemente de locos. Ya no sólo por el puesto que ocupan en el terreno de juego, sino porque las características de uno y otro nada tienen que ver. Estoy seguro que la vida futbolística de Messi terminará antes que la de Zidane, Leo vive de esa explosividad en sus acciones, y con el paso de los años la irá perdiendo(espero que no sea por otros motivos por favor), pero “la pulga” es un crack. Hoy se ha sabido que Cristiano Ronaldo es el nuevo balón de oro, y perdónenme, pero en estos momentos el mejor jugador del mundo es Messi. Imposible de sujetar en el uno contra uno, letal en la definición, y con una capacidad de sacrificio y trabajo en equipo que a mi modo de ver Cristiano no tiene. Espero que Guardiola sea capaz de encauzarle en algo que me preocupa, el entorno… que no se le suba a la cabeza, que siga siendo ese chaval tímido y al que le encanta disfrutar del fútbol, olvidándose de todo ese mundo extradeportivo que acompaña a las grandes figuras, y que en muchos casos termina por destrozarles. Si lo consiguen, estoy seguro que tengo ídolo para muchos años, ¡no cambies Leo!.

Ídolos

Nando Alonso
Nando Alonso
viernes, 5 de diciembre de 2008, 11:06 h (CET)
Si ya es complicado no profesar algún tipo de simpatía futbolística hacia algún conjunto, se me antoja prácticamente imposible huir de la figura del “ídolo”. A veces son cambiantes, y vienen marcados por criterios tan diferenciados como la edad, de niños nos agarramos a figuras que con el paso del tiempo se nos derrumban, el mejor jugador de tu equipo, quién no ha venerado a la figura más representativa de su conjunto favorito, o a influencias familiares y del entorno, escuchar todos los domingos el nombre de un jugador, y esas inevitables comparativas donde cualquier tiempo pasado fue mejor, “antes si que se jugaba al fútbol de verdad, si jugara menganito o zutanito iban a saber estos lo que es fútbol de verdad”.

Lo cierto es que todos, de una forma u otra, tenemos en mente ciertos nombre y figuras que nos han marcado, y que han hecho que vivamos el fútbol desde otra perspectiva. Han conseguido que disfrutemos del deporte rey en su verdadera esencia, y que podamos vivir durante noventa minutos, pegados a un asiento sin estar nuestro equipo del alma sobre el terreno de juego.
He de reconocer que en mi caso ha existido una evolución ciertamente marcada. Hablarles de ese primer ídolo va a resultar sumamente difícil, a no ser que sean muy aficionados al fútbol, y creo que aún así les resultará tremendamente complicado ubicarle. Pero Vicente, aquel mediocentro del Celta de Vigo, con figura de lord inglés y ese bigote inconfundible, me hizo vibrar y sentirme identificado con estilo de futbolista que a día de hoy desgraciadamente no abunda, el jugador de club. Un ídolo marcado, como no podía ser de otra forma, por mis orígenes. Con el paso de los años, y sin renegar de mis inevitables tendencias “celtiñas” (grande Mostovoi), el fútbol fue entrando en mi vida desde otro prisma. Tuve la fortuna de ver detalles de Maradona, pero su carácter nunca terminó de engancharme, y durante muchos años sentí profunda debilidad por un jugador danés capaz de ver el fútbol como pocos, Michael Laudrup.

Pero lo cierto es que sentía que dentro de mí “enfermedad” futbolística, me faltaba algo. Encontraba jugadores que me gustaban por diferentes motivos, pero ninguno era capaz de arrastrarme a la tele en partidos sin trascendencia. Estaba totalmente huérfano, hasta que desde Italia, arribó a nuestras latitudes un tipo serio y entrado en años, con aureola de gran jugador, pero al que no había visto grandes cosas en su etapa “vecchia signora”. Zinedine Zidane me maravilló, su forma de ver el fútbol, su plasticidad, su elegancia a la hora de ejecutar todas las acciones, su forma de superar al contrario por “lentitud” (en mi vida he visto a un jugador con menos velocidad, superar a los adversarios como lo hacía él con esos controles orientados maravillosos), su elegante conducción, y esa magnífica definición(le daba igual cabeza, o cualquier superficie de las dos piernas). Ver al Real Madrid, o a la selección francesa, merecía la pena sólo por disfrutar con él. Hasta en su peor partido dejaba un destello de calidad. Ni esa última imagen saliendo del campo en la final del mundial, tras el famoso cabezazo a Materazzi, puede emborronar todo lo que este hombre hizo por mi adicción futbolística.

Me parecía imposible que pudiera aparecer otra figura, que eclipsara las múltiples imágenes que me había dejado el marsellés. Muchas emociones y expresiones de admiración, con el único lamento de no haberle visto en nuestra liga con tres o cuatro años menos. Pero sin tiempo de hacer un duelo acorde a los merecimientos del galo, cual es mi sorpresa cuando aparece en mi ocaso futbolístico un muchacho nacido en Rosario(Argentina). A Leo Messi le trajeron con trece años a España, problemas económicos y la presencia de familiares en Lleida, animaron a su padre a venir, con el fin de obtener el dinero necesario, y así, sufragar un tratamiento que solucionara una enfermedad hormonal que afectaba a su crecimiento. Unas pruebas en la Massía bajo la atenta mirada de Carles Rexach y un futuro magnífico por delante. El club azulgrana se comprometió entonces a sufragar los gastos de aquel costoso tratamiento, bendita decisión, y un debut con dieciséis años en la primera plantilla.

Comparar a Zidane y a Messi sería absurdo, y evidentemente de locos. Ya no sólo por el puesto que ocupan en el terreno de juego, sino porque las características de uno y otro nada tienen que ver. Estoy seguro que la vida futbolística de Messi terminará antes que la de Zidane, Leo vive de esa explosividad en sus acciones, y con el paso de los años la irá perdiendo(espero que no sea por otros motivos por favor), pero “la pulga” es un crack. Hoy se ha sabido que Cristiano Ronaldo es el nuevo balón de oro, y perdónenme, pero en estos momentos el mejor jugador del mundo es Messi. Imposible de sujetar en el uno contra uno, letal en la definición, y con una capacidad de sacrificio y trabajo en equipo que a mi modo de ver Cristiano no tiene. Espero que Guardiola sea capaz de encauzarle en algo que me preocupa, el entorno… que no se le suba a la cabeza, que siga siendo ese chaval tímido y al que le encanta disfrutar del fútbol, olvidándose de todo ese mundo extradeportivo que acompaña a las grandes figuras, y que en muchos casos termina por destrozarles. Si lo consiguen, estoy seguro que tengo ídolo para muchos años, ¡no cambies Leo!.

 
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