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Lumen, 2015

Memorias, Carlos Barral

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El nombre de Carlos Barral es sinónimo de poeta exquisito y editor fundamental en una etapa española marcada por la escasez de medios y posibilidades de expresión siempre cercenadas por la censura. Sin embargo, en esta obra que es un compendio de sus tres libros de memorias que publicó entre 1973 y 1988: "Años de penitencia" (1975), "Los años sin excusa" (1978) y "Cuando las horas veloces"(1988), este último le valió el Premio Comillas, acompañados de dos capítulos inacabados de recuerdos de infancia, se presenta como un extraordinario prosista en esta obra memorialística que ofrece fotografías inéditas y una cuidada edición a cargo de Andreu Jaume.

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"Memorias" de Carlos Barral, ha sido publicada coincidiendo con una exposición homenaje a su autor en la Biblioteca de Cataluña, en la que se exponen los manuscritos de los textos originales en los que se basa esta gran obra. La exposición está dividida en seis espacios distintos, en las que se puede conocer a Barral en su labor de editor, poeta, memorialista y político (fue senador y europarlamentario socialista). También ofrece una selección de libros dedicados a Barral por nombres tan importantes en la literatura como Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, Octavio Paz o José Agustín Goytisolo, entre otros.

Estas memorias completas no sólo son las memorias de un hombre de letras que conocía bien el panorama editorial español de la época, sino que ofrece una visión divertida, amena, sagaz y siempre lucida de la sociedad española de la segunda mitad del siglo XX, concretamente desde los años cuarenta hasta el final del franquismo, haciendo hincapié en las década de los cincuenta y sesenta, en las que alcanzó la cúspide editorial de Seix Barral, una de las más importantes y vanguardistas editoriales europeas del momento que publicaba lo más granado de la literatura española y extranjera de entonces.

Pero estas memorias no sólo expresan la vida intelectual y empresarial de Barral, sino la parte más humana, más personal e íntima, porque en ellas se ofrecen los recuerdos de las múltiples aventuras con su amigo y compañero, el poeta Jaime Gil de Biedma, así como del novelista Juan Marsé o del poeta Gabriel Ferrater, entre otros. También, en esta obra le acompaña constantemente la sombra perenne del recuerdo de Calafell, su pueblo natal, y su constante preocupación por alcanzar esa buscada perfección poética -que pronto se vio oscurecida por su proyección como editor y la sombra de otros poetas como Gil de Biedma y el propio Calafell-, para la que no hacía merma su siempre mostrada maestría narrativa de la que estas memorias son la mayor prueba y que la convierten en una obra magistral de las letras españolas del siglo XX .

El editor de estas "Memorias" afirma que esta obra corrige los errores de ediciones anteriores, y para ello Jaume ha tenido en cuenta los textos de las primeras ediciones y los pocos añadidos y correcciones de las ediciones precedentes.

Los tres volúmenes que conforman esta obra memorialística son diferentes, tanto en el estilo narrativo como en la perspectiva del propio autor. "Años de penitencia", es el texto más aproximada a una obra de ficción en prosa y una importante muestra evocativa de gran profundidad y solidez narrativa. Este primer volumen parece responder al deseo de incorporar a su prosa la influencia de memorialistas franceses como pueden ser el duque de Saint Simon o el cardenal de Retz, y por ello muestra gran influencia poética en su prosa, pero evitando en todo momento el llamado prosaísmo poético.

Por su parte "Los años sin excusa", muestra la acusada tendencia memorialística de la obra en este segundo volumen, y presenta a la figura de Barral en plena vorágine del éxito editorial, publicando a autores españoles y sudamericanos de otras generaciones, así como trabajando con los más importantes editores europeos; y todo ello con continuos enfrentamientos con las autoridades del régimen franquista, por su oposición constante a la censura y su lucha por conseguir mayores cotas de libertad de expresión que era el verdadero caballo de batalla de todos los escritores de la época.

Por último, el volumen "Cuando las horas veloces", está dedicado a los últimos años de la década de los 60 hasta principios de los 80, en los que Barral conoce el fracaso de todos sus proyectos, lo que le obliga a dimitir de todos sus cargos en Seix Barral y se produce la disolución final del conocido como grupo de Formentor. Todo esto se une a su propio decaimiento físico que acelera su envejecimiento, la tristeza por la muerte de amigos como fueron Gabriel Ferrater y Alfonso Castafreda, ambos suicidas, y la transformación evidente en espúrea actividad comercial del siempre respetado trabajo editorial que empieza a advertir en España. Estas son las cuestiones que preocupan a un Barral ya declinante y desanimado, lo que inspira fatales augurios para la literatura y la actividad editorial.

Para terminar, esta obra ofrece dos capítulos de sus "Memorias de infancia", en las que Barral narra, desde el punto de vista del niño que un día fue, transformado en un personaje ajeno al propio narrador del que les separa la enorme distancia temporal del recuerdo, lo que le da un punto de vista objetivo de una infancia ya perdida y lejana en el tiempo que la memoria recobra como testimonio personal de una vida en la que la voz infantil es la que marca el tono y el ritmo y sirve como final inacabado de una vida cumplida y vivida intensamente desde el plano vital y literario.

Interesantísima obra es este volumen completo de memorias que no sólo ofrece la nítida visión humana y literaria de Barral, sino la crónica divertida, aguda, punzante y sagaz de un hombre que vivió las décadas más apasionantes y controvertidas de la segunda mitad del siglo XX de este país que se abría paso a la cultura europea, primero tímidamente y, después, ya en plana Transición, con toda la convulsión, cambios y desazón que trajo el cambio político, social y cultural.

Todo esto escrito como el testimonio de un hombre que estuvo ahí como testigo excepcional y quiso y supo contarlo de forma magistral.

Memorias, Carlos Barral

Lumen, 2015
Ana Alejandre
lunes, 21 de diciembre de 2015, 21:13 h (CET)
El nombre de Carlos Barral es sinónimo de poeta exquisito y editor fundamental en una etapa española marcada por la escasez de medios y posibilidades de expresión siempre cercenadas por la censura. Sin embargo, en esta obra que es un compendio de sus tres libros de memorias que publicó entre 1973 y 1988: "Años de penitencia" (1975), "Los años sin excusa" (1978) y "Cuando las horas veloces"(1988), este último le valió el Premio Comillas, acompañados de dos capítulos inacabados de recuerdos de infancia, se presenta como un extraordinario prosista en esta obra memorialística que ofrece fotografías inéditas y una cuidada edición a cargo de Andreu Jaume.

2212151

"Memorias" de Carlos Barral, ha sido publicada coincidiendo con una exposición homenaje a su autor en la Biblioteca de Cataluña, en la que se exponen los manuscritos de los textos originales en los que se basa esta gran obra. La exposición está dividida en seis espacios distintos, en las que se puede conocer a Barral en su labor de editor, poeta, memorialista y político (fue senador y europarlamentario socialista). También ofrece una selección de libros dedicados a Barral por nombres tan importantes en la literatura como Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, Octavio Paz o José Agustín Goytisolo, entre otros.

Estas memorias completas no sólo son las memorias de un hombre de letras que conocía bien el panorama editorial español de la época, sino que ofrece una visión divertida, amena, sagaz y siempre lucida de la sociedad española de la segunda mitad del siglo XX, concretamente desde los años cuarenta hasta el final del franquismo, haciendo hincapié en las década de los cincuenta y sesenta, en las que alcanzó la cúspide editorial de Seix Barral, una de las más importantes y vanguardistas editoriales europeas del momento que publicaba lo más granado de la literatura española y extranjera de entonces.

Pero estas memorias no sólo expresan la vida intelectual y empresarial de Barral, sino la parte más humana, más personal e íntima, porque en ellas se ofrecen los recuerdos de las múltiples aventuras con su amigo y compañero, el poeta Jaime Gil de Biedma, así como del novelista Juan Marsé o del poeta Gabriel Ferrater, entre otros. También, en esta obra le acompaña constantemente la sombra perenne del recuerdo de Calafell, su pueblo natal, y su constante preocupación por alcanzar esa buscada perfección poética -que pronto se vio oscurecida por su proyección como editor y la sombra de otros poetas como Gil de Biedma y el propio Calafell-, para la que no hacía merma su siempre mostrada maestría narrativa de la que estas memorias son la mayor prueba y que la convierten en una obra magistral de las letras españolas del siglo XX .

El editor de estas "Memorias" afirma que esta obra corrige los errores de ediciones anteriores, y para ello Jaume ha tenido en cuenta los textos de las primeras ediciones y los pocos añadidos y correcciones de las ediciones precedentes.

Los tres volúmenes que conforman esta obra memorialística son diferentes, tanto en el estilo narrativo como en la perspectiva del propio autor. "Años de penitencia", es el texto más aproximada a una obra de ficción en prosa y una importante muestra evocativa de gran profundidad y solidez narrativa. Este primer volumen parece responder al deseo de incorporar a su prosa la influencia de memorialistas franceses como pueden ser el duque de Saint Simon o el cardenal de Retz, y por ello muestra gran influencia poética en su prosa, pero evitando en todo momento el llamado prosaísmo poético.

Por su parte "Los años sin excusa", muestra la acusada tendencia memorialística de la obra en este segundo volumen, y presenta a la figura de Barral en plena vorágine del éxito editorial, publicando a autores españoles y sudamericanos de otras generaciones, así como trabajando con los más importantes editores europeos; y todo ello con continuos enfrentamientos con las autoridades del régimen franquista, por su oposición constante a la censura y su lucha por conseguir mayores cotas de libertad de expresión que era el verdadero caballo de batalla de todos los escritores de la época.

Por último, el volumen "Cuando las horas veloces", está dedicado a los últimos años de la década de los 60 hasta principios de los 80, en los que Barral conoce el fracaso de todos sus proyectos, lo que le obliga a dimitir de todos sus cargos en Seix Barral y se produce la disolución final del conocido como grupo de Formentor. Todo esto se une a su propio decaimiento físico que acelera su envejecimiento, la tristeza por la muerte de amigos como fueron Gabriel Ferrater y Alfonso Castafreda, ambos suicidas, y la transformación evidente en espúrea actividad comercial del siempre respetado trabajo editorial que empieza a advertir en España. Estas son las cuestiones que preocupan a un Barral ya declinante y desanimado, lo que inspira fatales augurios para la literatura y la actividad editorial.

Para terminar, esta obra ofrece dos capítulos de sus "Memorias de infancia", en las que Barral narra, desde el punto de vista del niño que un día fue, transformado en un personaje ajeno al propio narrador del que les separa la enorme distancia temporal del recuerdo, lo que le da un punto de vista objetivo de una infancia ya perdida y lejana en el tiempo que la memoria recobra como testimonio personal de una vida en la que la voz infantil es la que marca el tono y el ritmo y sirve como final inacabado de una vida cumplida y vivida intensamente desde el plano vital y literario.

Interesantísima obra es este volumen completo de memorias que no sólo ofrece la nítida visión humana y literaria de Barral, sino la crónica divertida, aguda, punzante y sagaz de un hombre que vivió las décadas más apasionantes y controvertidas de la segunda mitad del siglo XX de este país que se abría paso a la cultura europea, primero tímidamente y, después, ya en plana Transición, con toda la convulsión, cambios y desazón que trajo el cambio político, social y cultural.

Todo esto escrito como el testimonio de un hombre que estuvo ahí como testigo excepcional y quiso y supo contarlo de forma magistral.

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