Yo no sé si algo tan básico está incluido entre los contenidos de la asignatura obligatoria y evaluable “Educación para la Ciudadanía”, que supongo que no, dado que dicha asignatura no tiene más fin que el de adoctrinar a los niños en el progresismo gobernante y en la ideología de género o feminismo radical socialista que sustituye la lucha de clases por la lucha de sexos. Es decir, en el totalitarismo. Supongo que a las víctimas del sistema educativo socialista que tantos éxitos nacionales e internacionales está cosechando no les contarán que la separación de poderes es, como tuvieron a bien enunciar Locke, Rousseau y un tal Montesquieu cuya acta de defunción extendió en los años ochenta un tal Alfonso Guerra, por entonces todopoderoso Vicepresidente del Gobierno, pilar fundamental de la democracia liberal y del llamado Estado de Derecho (lo cual es una tautología, pues todo Estado lo es de derecho). Sin que exista separación de poderes resulta cuanto menos una hipocresía hablar de democracia.
Y para desdicha de PSOE y PP con el reciente reparto del botín del Consejo del Poder Judicial, en el cual entrarán algunos que hasta ayer fueron destacados políticos pertenecientes al PNV y CiU –estos ni se esfuerzan en disimular que existe la separación de poderes en la nación que quieren liquidar-, el abogado habitual del PSOE o miembros de alguna de las asociaciones de jueces a las cuales pertenece tan sólo el 50% de los magistrados, resultan imposibles de ocultar la politización de la Justicia, la inexistencia de la separación de poderes y la existencia de órganos y hasta tribunales políticos (recientemente han recibido un soberano varapalo por parte del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo en relación con la separación ilegal de la carrera judicial del magistrado Gómez de Liaño) en la España constitucional. Eso es el “Pacto por la Justicia”: la defenestración del Estado de Derecho con la complicidad del PP, del PSOE y de los propios jueces.
Resulta realmente estremecedor asistir al espectáculo de ver a Alonso (PSOE) y Sáez de Santamaría (PP), dos burócratas entregados al poder como fin en sí mismo, presumir y hablar de “equilibrio” y “neutralidad” para tratar de ocultar la fechoría antidemocrática cometida por todos los partidos.
Y luego algunos se asombran cuando jueces y magistrados compiten en el ranking de impopularidad y desconfianza ciudadana junto a políticos y periodistas. Se creen que la ciudadanía es idiota.