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Giliamericanismos

Pedro de Hoyos
Pedro de Hoyos
martes, 5 de febrero de 2008, 02:03 h (CET)
Ustedes ya saben que nosotros copiamos más que un coreano. Los españoles, me refiero. Chorrada que vemos, chorrada que copiamos. Ya digo: como los coreanos, la diferencia es que ellos le sacan un rendimiento económico a tanta baratija de marca extranjera que “fusilan”. Nosotros somos tan soplagaitas que ni siquiera lo hacemos por sacar una pasta gansa a los inventos de otros. Bobochorras que somos.

Y lo peor de todo es que copiamos a quien más decimos rechazar. Al odiado enemigo yanqui. Es algo que no comprendo, hablar mal de los norteamericanos es entre nosotros tan popular como hablar mal de España, algo tan tradicional como hablar del tiempo en los largos silencios del ascensor. Al más elemental pretexto, zas, les ponemos a caer de un burro, les llamamos de todo y ni siquiera nos levantamos cuando vemos pasar su bandera en el desfile de la victoria. ¿O no era aquel el desfile de la victoria futura de Zapatero? Pero, eso sí, en cuanto el tito Bush decidió que había que devolverles una pasta a los contribuyentes… aquí tardamos medio suspiro en imitarles. Peor que los coreanos, ya digo.

Y a veces me parece observar que los más progres son los que más les copian, ahí tienen ustedes la historia esta de los premios Goya. ¿Les copiamos o no les copiamos? ¿No es esta ceremonia peliculera cobijo de los más gazmoños representantes de nuestra teatral izquierda antinorteamericana? Pues toma plagio del odiado yanqui.

Y Jalogüin, claro. Si hay un ejemplo contundentemente claro de nuestra afición al copieteo es Jalogüin. Que mira si tenemos tradiciones en España, mira si nuestra cultura no hay tradiciones para esa fecha. Pues abajo Don Juan Tenorio, arriba el giliamericanismo.

Y ahora la marmota Phil. Que aquí me tienen ustedes a la una de la noche, muerto de sueño y tratando de resistir con entereza los persistentes cabezazos que tiendo a dar sin remedio. Si me he decidido a ponerme al ordenador a estas horas es porque a la quinta o sexta portada de periódico digital que he visto con el puñetero animalito ya no me he podido aguantar la mala leche.

Que ahora la solemne memez que en Punxsatawney, Pennsylvania, reúne a miles de personas para “vaticinar” la duración del invierno empiece a aparecer en varios de nuestros periódicos no es ni más ni menos que otro síntoma de un agudo proceso de aculturización, por el que se nos exige que nos rindamos al enemigo exterior y nos entreguemos con todas nuestras armas y bagajes culturales. ¿Cómo no se dan cuenta de esto enormes artistazos progres, antiamericanos y anti Bush como Javier Bardem y Pedro Almodóvar? ¿Y no se rebelan?

Ya no basta con la Coca Cola, la comida basura y las interminables series de policías y abogados que nos tragamos cada semana. El proceso de robo de nuestra cultura se trasluce también en la imposición de la foto marmotera en todas las portadas de los periódicos españoles. Resulta que por el mero hecho de proceder de los famosos “Estados Unidos de Norteamérica del Norte” tenemos que tragarnos, aceptándola y tomándola con entusiasmo, una costumbre sosa, simple y sin ninguna gracia que consiste en liberar a un roedor para ver si le da el sol o no. ¿Ustedes conocen la de lugares de España que están celebrando su fiesta al mismo tiempo que la soplagaitez esta pero con muchos más siglos de tradición? Pues toma foto de la marmota.

Y todo ello con la anuencia de nuestra casta dirigente. Que díganme si se venderán más periódicos por sacar tan destacada noticia en sus portadas. Si me da miedo la globalización económica, laboral y empresarial, imagínense ustedes el terror que me produce la globalización cultural. Dentro de poco habremos convertido a Don Quijote en Donkey Xote para agradar a los dueños del Imperio y habremos convertido a Cervantes en guionista de una peli de dibujos animados al gusto norteamericano.

Ya veo el año que viene a todos los concejales de cultura de cualquier pueblo, villa o villorrio español desviando presupuestos para preparar un casposo proceso que imite en Rabanillo del Páramo a la cosa esa de Punxsatawney, Pennsylvania. Y cuando todo acabe, el concejal, con un vaso de tinto en la mano, se sentirá feliz, sudoroso y satisfecho cuando oiga a su madre exclamar: “Ay, hijamujer, qué concejal más ingenioso tenemos en nuestro pueblo!

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