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“Pepe: ¿no tomas omeprazol?”, le contesté que no, y desde entonces el hoy cuestionado fármaco es mi amor preferido

¿Omeprazol?

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Se cuestiona que el Omeprazol, fármaco milagroso para los que padecemos del estómago, según expertos al uso, porque su ingestión puede producir infartos de miocardio.

De manera que, a los problemas que ya tenemos, incluidos los disgustos que nos puede deparar Zapata el de “Podemos”, se une uno más: el bendito omeprazol que tanto y bueno ha hecho entre los que generamos jugos gástricos por no soltar el taco oportuno en el momento dado, o sea, los que rumiamos la mala leche y no la soltamos del todo.

Un servidor ya tuvo hace un montón de años unas “melenas” de mucho cuidado que me iban a llevar al limbo por aquello de que no soy santo, pero tampoco demonio; téngase en cuenta que “melenas” es largar por arriba y abajo sangre digerida durante días a causa de una úlcera de duodeno (qué asco, lo reconozco, pero las cosas son como son, y como son hay que contarlas).

Me salvé de milagro, pero años más tarde, estando en Tarifa para besar a mis nietas, sentí un fuerte dolor en el pecho (me dije, este la espicha con un infarto) y me llevaron a urgencia del Hospital Europa (Algeciras) donde me diagnosticaron una perforación de estómago y, sin más, me dijeron los expertos que tenía que operarme de momento. Un servidor, que está tarumba perdido, respondió que NO y que me trasladaran a Málaga para ser intervenido en el Hospital Carlos Haya, donde fui mimado por una bella rubia doctora, aunque entre mimos perdí el bazo y los nervios vagos; de ahí mi “locura de trabajo” a partir de ese luctuoso día. Salí vivo, pero desperdigando órganos vitales por doquier.

Mi querido médico de estómago me comentó. “Pepe: ¿no tomas omeprazol?”, le contesté que no, y desde entonces el hoy cuestionado fármaco es mi amor preferido, aunque tenga otros amantes que no dejo, a saber: güisqui y ginebra esencialmente.

Así que agradezco el consejo, pero prefiero diñarla con un buen omeprazol aliado con lo que sea que, pongamos por ejemplo, con ese producto tan feo de nombre, ranitidina, que ya hace algún tiempo ha ordenado recetar la Junta de Susana, oh Susana.

¿Omeprazol?

“Pepe: ¿no tomas omeprazol?”, le contesté que no, y desde entonces el hoy cuestionado fármaco es mi amor preferido
José García Pérez
martes, 16 de junio de 2015, 23:34 h (CET)
Se cuestiona que el Omeprazol, fármaco milagroso para los que padecemos del estómago, según expertos al uso, porque su ingestión puede producir infartos de miocardio.

De manera que, a los problemas que ya tenemos, incluidos los disgustos que nos puede deparar Zapata el de “Podemos”, se une uno más: el bendito omeprazol que tanto y bueno ha hecho entre los que generamos jugos gástricos por no soltar el taco oportuno en el momento dado, o sea, los que rumiamos la mala leche y no la soltamos del todo.

Un servidor ya tuvo hace un montón de años unas “melenas” de mucho cuidado que me iban a llevar al limbo por aquello de que no soy santo, pero tampoco demonio; téngase en cuenta que “melenas” es largar por arriba y abajo sangre digerida durante días a causa de una úlcera de duodeno (qué asco, lo reconozco, pero las cosas son como son, y como son hay que contarlas).

Me salvé de milagro, pero años más tarde, estando en Tarifa para besar a mis nietas, sentí un fuerte dolor en el pecho (me dije, este la espicha con un infarto) y me llevaron a urgencia del Hospital Europa (Algeciras) donde me diagnosticaron una perforación de estómago y, sin más, me dijeron los expertos que tenía que operarme de momento. Un servidor, que está tarumba perdido, respondió que NO y que me trasladaran a Málaga para ser intervenido en el Hospital Carlos Haya, donde fui mimado por una bella rubia doctora, aunque entre mimos perdí el bazo y los nervios vagos; de ahí mi “locura de trabajo” a partir de ese luctuoso día. Salí vivo, pero desperdigando órganos vitales por doquier.

Mi querido médico de estómago me comentó. “Pepe: ¿no tomas omeprazol?”, le contesté que no, y desde entonces el hoy cuestionado fármaco es mi amor preferido, aunque tenga otros amantes que no dejo, a saber: güisqui y ginebra esencialmente.

Así que agradezco el consejo, pero prefiero diñarla con un buen omeprazol aliado con lo que sea que, pongamos por ejemplo, con ese producto tan feo de nombre, ranitidina, que ya hace algún tiempo ha ordenado recetar la Junta de Susana, oh Susana.

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