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Etiquetas | Libros | Novela
Entrevista al escritor Ferran Torrent

“Cuando alguien no se deja comprar, posee una enorme tranquilidad de conciencia, algo que no se valora hoy”

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Ferran Torrent (Sedaví, València, 1951) es uno de los narradores valencianos en lengua vernácula más consolidados. Entre sus novelas las hay tan exitosas como ‘Gràcies per la propina’ (Premi Sant Jordi, 1994), ‘Societat limitada’ y ‘Bulevard dels francesos’. También es autor de las novelas ‘No emprenyeu el comissari!’, ‘Cavall i rei’, ‘La mirada del tafur’, ‘L’illa de l’holandès’, ‘Cambres d’acer inoxidable’, ‘Espècies protegides’, ‘La vida en l’abisme’ (finalista Premio Planeta, 2004), ‘Judici final’, ‘Només socis’ y ‘Ombres en la nit’. Su obra ha sido traducida al francés, italiano, alemán y rumano.

Editada por Columna Ediciones, ‘Un dinar un dia qualsevol’ ha sido la novela escrita en lengua vernácula más vendida de la pasada Fira del Llibre de València. Su autor es todo un clásico del género negro: Ferran Torrent. Cuando le visito en la caseta de la librería Tres i quatre, el escritor de Sedaví está en pleno ajetreo firmando ejemplares para sus lectores, al tiempo que habla con alguien por teléfono. Ferran ubica su nueva novela en València, territorio habitual de su literatura, y nos presenta la figura de Marc Sendra, un periodista veterano que ha sido reconvertido por su diario en trabajador autónomo, un freelance, algo que en el mundo de la información es más habitual de lo que a simple vista parece. Sendra quiere escribir un artículo sobre un tema de moda en la capital del Turia: la crisis del Valencia C.F., con la venta de los terrenos de Mestalla como telón de fondo. Sin embargo, un informador bien relacionado con los estamentos empresariales y políticos valencianos, conocido como Albert, el Negociador, le propone una investigación distinta: la aparición del cadáver de un joven magrebí, que ha sido encontrado cerca de un vertedero de basuras y que pone en entredicho a la empresa concesionaria de los residuos de la ciudad. En su investigación, Marc Sendra contará con ciertas ayudas, entre ellas la del inspector jefe Josep Pons.


Semejante planteamiento inicial incita a la duda: lo que estoy leyendo es real o imaginado. “Yo soy novelista – responde Ferran Torrent – y planteo las cosas desde un punto de vista novelístico. Después los críticos y los lectores pueden enfocar el análisis del libro del modo que estimen más pertinente. He escrito una novela hiperrealista, en la que he tratado de describir Valencia física, gastronómica, cultural, arquitectónica e incluso políticamente, pero lo que la gente quiera entender ya no es cosa mía”. Sin embargo, en ocasiones, lo que se cuenta en una novela, real o ficticio, acontece. “Sí, eso se puede afirmar perfectamente porque lo que yo cuento podría ocurrir. Ya me pasó con mi novela ‘Societat limitada’ y los lectores me decían que era algo exagerado. Con el paso de los años se dieron cuenta de que el tópico de que la realidad supera a la ficción es cierto”. Todo el movimiento generado en torno al campo de Mestalla, tal vez no podría suceder en otras ciudades, en Barcelona por ejemplo. “Ahora mismo creo que en Barcelona no pasaría, sería imposible. Nos podrá gustar o no lo que ocurre en Catalunya, pero allí todo está influido por la sociedad civil, que funciona bien. La gente responde a convocatorias de todo tipo, porque está organizada y empuja a sus políticos hacia donde quiere ir. Por otro lado y aunque la vida es muy larga y uno nunca puede estar seguro de nada, el Barça es una institución con mucho arraiga y me parece difícil que lo compre un chino”. El problema del Valencia C.F., aunque pueda parecer lo contrario, constituye un asunto más bien local, sin demasiada repercusión en Alicante o Castellón. “Efectivamente, aunque ahora hay peñas del Valencia C.F. en Castellón y en Alicante, no tiene tanta repercusión. El País Valenciano está muy dividido y Alicante no tiene nada que ver con Valencia y Castellón tampoco, ni siquiera con sus comarcas”.

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Algunas veces ocurre que las historias encuentran a sus autores, buscan dedos y mentes ágiles para que las construyan. “La verdad es que la idea de ‘Un dinar un dia qualsevol’ fue construyéndose lentamente. La pregunta clave fue ¿para qué quiero escribir esta novela? A partir de ahí surgieron los personajes y la historia fue creciendo poco a poco”. Dice la contraportada que esta novela presenta al Ferran Torrent más combativo. “Eso son cosas de las editoriales, del marketing, no soy el autor de las cubiertas. Lo que sí es cierto es que yo no diría combativo, pero sí indignado. Por eso narro en primera persona, para implicarme más, para que parezca que es la voz de alguien que está indignado”. Aunque Ferran Torrent viene ya curtido en mil avatares literarios, es evidente el parecido que guarda con el protagonista. “Seguro que Marc Sendra tiene algo de mí, todos los protagonistas esconden algo de sus autores, aunque no sé cuánto Siempre hay que establecer una distancia entre el narrador y el escritor, pero hay trasvases que resultan completamente inevitables”. Sendra presenta las características típicas de un héroe de novela negra. “Ya no serás un héroe. Entonces serás un hombre solo con un orgullo estúpido” dice de él Albert el Negociador en la página 280 del libro. “Cuando alguien no quiere entrar en martingalas, sostiene su orgullo y no se deja comprar, posee algo que vale mucho, porque supone una enorme tranquilidad de conciencia que no se valora en la sociedad capitalista en que vivimos. Incluso tu propio rival, la persona que te quiere corromper sin lograrlo, se desespera”. ‘Un dinar un dia qualsevol’ plantea también el papel de los medios de comunicación en la sociedad valenciana actual. “Sin ir más lejos, hace unos días en el Parlamento se pidió al gobierno español que pagase la deuda histórica que le debe a la Generalitat y fueron los propios políticos valencianos, correligionarios del partido en el poder, quienes tumbaron la propuesta y yo no vi que los medios de comunicación de nuestra tierra se indignaran y movieran a la protesta de la sociedad civil”.

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El inspector jefe Josep Pons es un tipo buena persona, que parece corresponderse con la buena imagen que, actualmente, la sociedad tiene de la Policía. “Desde 1977 la mentalidad de los policías y de la Guardia Civil ya no es la misma, ha cambiado mucho”. En un pasaje de la novela, a través de un informador, el propio Pons señala que no hay que acabar con la corrupción, porque si se acaba con ella se acaba con el modus operandi de la sociedad. “Esa información me la proporcionó un informador y me explicó que la corrupción no era un modus operandi, sino un modus vivendi, tanto es así que comienza a ser algo casi legal, que proporciona puestos de trabajo”. Esa afirmación, en el fondo, es grave. “Por un lado, la frase tiene una cierta gracia, pero por otro, es algo muy preocupante, porque puede desembocar en una situación parecida a la de la Camorra italiana y no podemos olvidar que detrás de todo eso, por ejemplo, está el tráfico de droga. No, la corrupción no puede estar tan institucionalizada”.

“Cuando alguien no se deja comprar, posee una enorme tranquilidad de conciencia, algo que no se valora hoy”

Entrevista al escritor Ferran Torrent
Redacción
domingo, 10 de mayo de 2015, 14:42 h (CET)



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Ferran Torrent (Sedaví, València, 1951) es uno de los narradores valencianos en lengua vernácula más consolidados. Entre sus novelas las hay tan exitosas como ‘Gràcies per la propina’ (Premi Sant Jordi, 1994), ‘Societat limitada’ y ‘Bulevard dels francesos’. También es autor de las novelas ‘No emprenyeu el comissari!’, ‘Cavall i rei’, ‘La mirada del tafur’, ‘L’illa de l’holandès’, ‘Cambres d’acer inoxidable’, ‘Espècies protegides’, ‘La vida en l’abisme’ (finalista Premio Planeta, 2004), ‘Judici final’, ‘Només socis’ y ‘Ombres en la nit’. Su obra ha sido traducida al francés, italiano, alemán y rumano.

Editada por Columna Ediciones, ‘Un dinar un dia qualsevol’ ha sido la novela escrita en lengua vernácula más vendida de la pasada Fira del Llibre de València. Su autor es todo un clásico del género negro: Ferran Torrent. Cuando le visito en la caseta de la librería Tres i quatre, el escritor de Sedaví está en pleno ajetreo firmando ejemplares para sus lectores, al tiempo que habla con alguien por teléfono. Ferran ubica su nueva novela en València, territorio habitual de su literatura, y nos presenta la figura de Marc Sendra, un periodista veterano que ha sido reconvertido por su diario en trabajador autónomo, un freelance, algo que en el mundo de la información es más habitual de lo que a simple vista parece. Sendra quiere escribir un artículo sobre un tema de moda en la capital del Turia: la crisis del Valencia C.F., con la venta de los terrenos de Mestalla como telón de fondo. Sin embargo, un informador bien relacionado con los estamentos empresariales y políticos valencianos, conocido como Albert, el Negociador, le propone una investigación distinta: la aparición del cadáver de un joven magrebí, que ha sido encontrado cerca de un vertedero de basuras y que pone en entredicho a la empresa concesionaria de los residuos de la ciudad. En su investigación, Marc Sendra contará con ciertas ayudas, entre ellas la del inspector jefe Josep Pons.


Semejante planteamiento inicial incita a la duda: lo que estoy leyendo es real o imaginado. “Yo soy novelista – responde Ferran Torrent – y planteo las cosas desde un punto de vista novelístico. Después los críticos y los lectores pueden enfocar el análisis del libro del modo que estimen más pertinente. He escrito una novela hiperrealista, en la que he tratado de describir Valencia física, gastronómica, cultural, arquitectónica e incluso políticamente, pero lo que la gente quiera entender ya no es cosa mía”. Sin embargo, en ocasiones, lo que se cuenta en una novela, real o ficticio, acontece. “Sí, eso se puede afirmar perfectamente porque lo que yo cuento podría ocurrir. Ya me pasó con mi novela ‘Societat limitada’ y los lectores me decían que era algo exagerado. Con el paso de los años se dieron cuenta de que el tópico de que la realidad supera a la ficción es cierto”. Todo el movimiento generado en torno al campo de Mestalla, tal vez no podría suceder en otras ciudades, en Barcelona por ejemplo. “Ahora mismo creo que en Barcelona no pasaría, sería imposible. Nos podrá gustar o no lo que ocurre en Catalunya, pero allí todo está influido por la sociedad civil, que funciona bien. La gente responde a convocatorias de todo tipo, porque está organizada y empuja a sus políticos hacia donde quiere ir. Por otro lado y aunque la vida es muy larga y uno nunca puede estar seguro de nada, el Barça es una institución con mucho arraiga y me parece difícil que lo compre un chino”. El problema del Valencia C.F., aunque pueda parecer lo contrario, constituye un asunto más bien local, sin demasiada repercusión en Alicante o Castellón. “Efectivamente, aunque ahora hay peñas del Valencia C.F. en Castellón y en Alicante, no tiene tanta repercusión. El País Valenciano está muy dividido y Alicante no tiene nada que ver con Valencia y Castellón tampoco, ni siquiera con sus comarcas”.

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Algunas veces ocurre que las historias encuentran a sus autores, buscan dedos y mentes ágiles para que las construyan. “La verdad es que la idea de ‘Un dinar un dia qualsevol’ fue construyéndose lentamente. La pregunta clave fue ¿para qué quiero escribir esta novela? A partir de ahí surgieron los personajes y la historia fue creciendo poco a poco”. Dice la contraportada que esta novela presenta al Ferran Torrent más combativo. “Eso son cosas de las editoriales, del marketing, no soy el autor de las cubiertas. Lo que sí es cierto es que yo no diría combativo, pero sí indignado. Por eso narro en primera persona, para implicarme más, para que parezca que es la voz de alguien que está indignado”. Aunque Ferran Torrent viene ya curtido en mil avatares literarios, es evidente el parecido que guarda con el protagonista. “Seguro que Marc Sendra tiene algo de mí, todos los protagonistas esconden algo de sus autores, aunque no sé cuánto Siempre hay que establecer una distancia entre el narrador y el escritor, pero hay trasvases que resultan completamente inevitables”. Sendra presenta las características típicas de un héroe de novela negra. “Ya no serás un héroe. Entonces serás un hombre solo con un orgullo estúpido” dice de él Albert el Negociador en la página 280 del libro. “Cuando alguien no quiere entrar en martingalas, sostiene su orgullo y no se deja comprar, posee algo que vale mucho, porque supone una enorme tranquilidad de conciencia que no se valora en la sociedad capitalista en que vivimos. Incluso tu propio rival, la persona que te quiere corromper sin lograrlo, se desespera”. ‘Un dinar un dia qualsevol’ plantea también el papel de los medios de comunicación en la sociedad valenciana actual. “Sin ir más lejos, hace unos días en el Parlamento se pidió al gobierno español que pagase la deuda histórica que le debe a la Generalitat y fueron los propios políticos valencianos, correligionarios del partido en el poder, quienes tumbaron la propuesta y yo no vi que los medios de comunicación de nuestra tierra se indignaran y movieran a la protesta de la sociedad civil”.

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El inspector jefe Josep Pons es un tipo buena persona, que parece corresponderse con la buena imagen que, actualmente, la sociedad tiene de la Policía. “Desde 1977 la mentalidad de los policías y de la Guardia Civil ya no es la misma, ha cambiado mucho”. En un pasaje de la novela, a través de un informador, el propio Pons señala que no hay que acabar con la corrupción, porque si se acaba con ella se acaba con el modus operandi de la sociedad. “Esa información me la proporcionó un informador y me explicó que la corrupción no era un modus operandi, sino un modus vivendi, tanto es así que comienza a ser algo casi legal, que proporciona puestos de trabajo”. Esa afirmación, en el fondo, es grave. “Por un lado, la frase tiene una cierta gracia, pero por otro, es algo muy preocupante, porque puede desembocar en una situación parecida a la de la Camorra italiana y no podemos olvidar que detrás de todo eso, por ejemplo, está el tráfico de droga. No, la corrupción no puede estar tan institucionalizada”.

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