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"Toda reflexión conduce a una forma de arte"

Daniel Alonso Safont
Redacción
martes, 30 de septiembre de 2008, 22:00 h (CET)
Hablar sobre pintura, sobre escultura, videoarte o cualquier otro medio de expresión y/o representación me sobrepasa y me provoca una sensación de vacío inmenso. Inmediatamente después miro a mí alrededor intentando ser condescendiente conmigo mismo, demasiadas cosas por aprender, por disfrutar. Inicio así un viaje. Empiezo a andar, a tropezarme.





«Se puede exponer un lápiz, hablar de él de manera que parezca sublime. Es muy fácil, mediante una especie de jerga de vendedor; hacer que la gente admire algo que en el fondo es trivial, y en cierta manera, como historiadores del arte, todos lo hacemos… Si tomo un objeto cotidiano sencillo puedo utilizar la retórica para hacer que parezca interesante, o incluso parecer algo que no es».

Me pregunto entonces: ¿Qué es arte? Por desgracia el lenguaje oral y/o escrito nos limita. Poner etiquetas resulta relativamente sencillo. Tú eres contemporáneo. Tú eres clásico y tú cubista. Pero hay algo que va mucho más allá. La imagen (y la abstracción) de ideas (como ha entendido el grupo en el que trabaja Joan Costa) es un canal de comunicación mucho más potente en cuanto a la transmisión de información se refiere.

Detengámonos por un solo instante el concepto de realidad y la abstracción que hacemos de ella. Parece absurdo, por ejemplo, preguntarse cómo se enciende una bombilla o porqué una manzana cae de un árbol o porqué las gotas son esféricas. Lo que no son absurdas son las explicaciones científicas a estos hechos.

Pero lo realmente curioso para nosotros es como funciona la mente humana, es decir, que procesos se ven implicados en la abstracción humana sobre los problemas que observa (diariamente). Es obvio que preguntarse sobre las fuerzas implicadas en la caída de una manzana, es mil veces más sencillo que solucionar el problema. De la misma manera que «misteriosos modos con que puede lograrse que formas y trazos signifiquen cosas que ellos mismos no son» (Gombrich, 2006).

En estas apenas dos líneas se encuentran la clave de cualquier modo de representación.

La realidad, nuestro entorno, se ve afectado directamente por los diferentes modos de saber y ver, tanto de los espectadores (algunos de ellos artistas). Cada individuo ve la realidad de una manera y la expresa de otra. Es cierto que estas maneras puedan analizarse por épocas y por distintas personas, pero al mismo tiempo las diferencia: por ejemplo, la pintura oriental y la occidental.

Evidentemente el arte es un proceso en el que intervienen varios sujetos en la concreción de sentido, el autor y el receptor. Esta posición abre varias perspectivas de análisis o búsqueda de interpretación de cualquier obra de arte (o más bien producto artístico).

Una de estas vías debería ser, por tanto, la psicológica. Helmotz «desmostró que los procesos de la percepción tienen lugar en el cerebro, el cuál accede indirectamente al mundo exterior a través de los sentidos, procesando información en forma de impulsos nerviosos». Lo que realmente nos importa de todo esto es como en el cerebro se genera la realidad, es decir, como vemos la realidad que nos rodea. Y que es lo que hace que a lo largo de la historia del arte se pueda diferenciar el arte chino del arte holandés. Ya que aunque sea un proceso individual, hay que añadirle la importancia de la experiencia y de la cultura que se nos inculca desde que nacemos. Que al mismo que cohesiona y diferencia (cohesiona dentro de una sociedad y diferencia con el resto de sociedades).

En definitiva, han sido los hombres los que han creado las convenciones necesarias para crear sentido en nuestra mente, y la ciencia, como la geometría o la física la que ha creado axiomas que le han permitido resolver problemas. Pero no tenemos que olvidar que esos mismos axiomas pueden ser erróneos en otro sistema, esto demuestra que el hombre no necesita corroborar la experiencia directa, ya que la capacidad mental es mucho más poderosa y menos limitada. Aunque es cierto que cada vez es más difícil abstraerse de la experiencia y la cultura adquirida. La visión se convierte así en nuestra principal vía de conocimiento.

 
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