A diario nos vamos encontrando en los medios de comunicación con la reiterada noticia de “desembarco de pateras” en nuestras costas, cuando no nos sorprenden con noticias trágicas de naufragios en alta mar de este tipo de frágiles y furtivas embarcaciones.
Con frecuencia se nos indica el problema de las mafias que hay detrás de todos estos operativos migratorios, otras veces se nos habla de operativos especiales que custodien con más eficacia nuestra frontera, pero pocas veces se nos refieren las auténticas causas de esa fuga masiva de seres humanos que tratan de alcanzar el “Edén” del primer mundo.
Pero lo raro es poner tanto empeño en cerrar la frontera a cal y canto, y sin embargo, contemplar la entrada masiva de inmigrantes por la frontera francesa, o incluso por los grandes aeropuertos nacionales, so pretexto de viaje turístico.
Creo que se impone una seria reflexión y acometida de medidas eficaces a este problema de nuestro tiempo, ya que posiblemente las medidas policiales de bloqueo de fronteras, o las judiciales de expulsión, no parece que se revelen del todo eficaces, amen de ser posiblemente medidas inmorales.
Las potencias europeas con sus pasadas políticas colonialistas, no pueden dar la espalda a este problema, pero la gran potencia mundial Estados Unidos (país de inmigración) tampoco debe olvidar tan fácilmente cuales fueron sus orígenes. Además el Derecho de Gentes ya contemplaba la licitud de la emigración de los seres humanos, en busca de una vida mejor, dato este que no se debería ignorar, ni eludir. Otra cuestión resulta sobre la pertinencia y viabilidad para la estabilidad económica y social de una avalancha humana de unos países a otros, y de ahí que se hayan de entender las medidas de prevención sobre el particular. Pero la mejor medida sería la de restaurar la cultura y los medios de vida dignos de los países del tercer mundo.
La diferencia entre los ricos y los pobres de la Tierra ha aumentado en las últimas décadas. A finales del S.XX, la diferencia entre los ricos y los pobres del mundo es enorme. A finales de los 90, el 20% más rico del mundo tenía el 85% de la riqueza mundial, mientras el 20% más pobre sólo disfrutaba del 2%. Con el aumento de esta diferencia entre los ricos y los pobres, hay cada vez más personas dispuestas a arriesgar su vida para escapar de la pobreza.
Diversos estudios han demostrado que tal situación resulta de unos perjudiciales efectos de la dominación exterior por parte de las naciones centrales (que dominan la economía mundial) sobre las naciones de la periferia (que tienen una posición condicionada), motivado por las siguientes razones que alteran las economías de estas naciones periféricas:
- Distorsión estructural en la economía.
- Perturbación de la agricultura.
- Conflictos de clase interior a esas naciones.
Todo lo anterior, unido al dominio de los mercados y la estratificación global de EEUU y el FMI, generan una situación en la que las normas de la economía global beneficia a las naciones centrales en perjuicio de la periféricas, determina que se genere ese efecto de “círculo vicioso” del que parece que no se puede salir, por parte de los países del tercer mundo. Ya que se da el caso, que las fuerzas del mercado mundial pueden, en algunos países, empobrecer más a los pueblos de lo que se empobrecerán sin su intervención.
Un mercado mundial libre donde las corporaciones multinacionales pueden moverse a voluntad y sin controles sobre su comportamiento en las naciones pobres, puede incrementar la pobreza y la desigualdad en muchas naciones.
De tal manera que o se reconfigura el modelo de dominación económica mundial, o la franja entre el primer mundo (o países del centro) y el tercer mundo (o países de la periferia) será cada vez mayor, y la pobreza asaltará las vallas que pongamos a nuestro bienestar. De tal manera que por justicia social, en primer término, y si se quiere por propio egoísmo de mantener lo alcanzado, en segundo término –para las mentalidades insolidarias-, convendría acometer soluciones eficaces que reestructuren la economía y la sociedad mundial, y posibilite a grandes sectores de la humanidad vivir con dignidad, fuera de la extrema pobreza en que viven, que determina que muchos se jueguen la vida, y se arriesguen a nuevos fraudes de las mafias de las pateras, para alcanzar el bienestar del primer mundo.
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