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Juan María Leiva

Palcos con solera

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En jornadas como las del pasado sábado, los campos de fútbol crecen 20 metros más. Esa medida extra pertenece a los palcos. Y es que, visto cómo están las cosas, en estos espacios habilitados para todo tipo de altas personalidades (bueno, la verdad es que hay de todo) también está el espectáculo.

El presidente en estas fechas toma una importancia vital. Más de lo que pudiera imaginarse. Y eso le coge a muchos de ellos de improviso. Tienen que lidiar con el socio y ¡encima cara a cara! “Esto no me lo habían contado antes de comprar el club”, pensarán muchos mientras escuchan los insultos de la grada.

Bueno, mientras escuchan… o mientras actúan. Porque este fin de semana hemos observado que el ‘central expeditivo’ no se hace, sino nace. Y si no, vean cómo se las gastaba el presidente del Málaga y ex defensa, Fernando Sanz. ¡Cómo neutralizaba los avances de los espectadores hacia el palco a base de puñetazos! Casi como en sus tiempos de futbolista.

Hubo otros como Cerezo, más comedidos. La verdad es que el máximo mandatario del Atlético tuvo que aguantar más de cuarenta minutos a un grupo de hinchas increpándole, y siempre guardó las formas. Incluso les invitó a jugar un partido de fútbol. “¿Qué no hay c…..? Baja tú a jugar, hijo de p….”, fueron sus palabras exactas a uno de esos aficionados. Censura arriba censura abajo.

Por eso es comprensible la actitud de Ramón Calderón. El ‘presi’ blanco no dudó en darse un baño de masas al terminar el partido. Calderón está demostrando ser un populista de pro, ganándole en esta faceta a todos sus colegas. Para algo tuvo que ganar unas elecciones…

Y es que un día está en Zaragoza con los ultras celebrando un título que no ha conseguido, que otro está en Paris abrazándose con el ganador de Roland Garros sin pintar nada. Pero viendo lo que pasa en otros equipos, veo bien que disfrute mientras pueda. Si se diese la funesta y diabólica casualidad de que al Mallorca se le ocurriese ganar en el Bernabeu, a él ‘que le quiten lo bailao’.

Por eso los presidentes deben aprender a ser también parte del espectáculo. Si hubieran hecho una encuesta después del partido, muchos aficionados hubieran pedido que el palco hubiese sido colocado en el centro del campo. Así puedes insultar al presidente sin tener que dejar de ver el fútbol.

Así que, señores presidentes, ahora aguanten el chaparrón y cuando lleguen días de gloria celébrenlo como el señor Calderón, aunque no hayan conseguido nada. Y otro consejo, si las cosas van mal no se les ocurra no ir al campo, ya que no se librará de las críticas y, encima, se las llevan a la puerta de casa. Y si no, que se lo pregunten a Lopera, la ‘nochecita’ que le dieron…

Palcos con solera

Juan María Leiva
Juan María Leiva
miércoles, 13 de junio de 2007, 23:21 h (CET)
En jornadas como las del pasado sábado, los campos de fútbol crecen 20 metros más. Esa medida extra pertenece a los palcos. Y es que, visto cómo están las cosas, en estos espacios habilitados para todo tipo de altas personalidades (bueno, la verdad es que hay de todo) también está el espectáculo.

El presidente en estas fechas toma una importancia vital. Más de lo que pudiera imaginarse. Y eso le coge a muchos de ellos de improviso. Tienen que lidiar con el socio y ¡encima cara a cara! “Esto no me lo habían contado antes de comprar el club”, pensarán muchos mientras escuchan los insultos de la grada.

Bueno, mientras escuchan… o mientras actúan. Porque este fin de semana hemos observado que el ‘central expeditivo’ no se hace, sino nace. Y si no, vean cómo se las gastaba el presidente del Málaga y ex defensa, Fernando Sanz. ¡Cómo neutralizaba los avances de los espectadores hacia el palco a base de puñetazos! Casi como en sus tiempos de futbolista.

Hubo otros como Cerezo, más comedidos. La verdad es que el máximo mandatario del Atlético tuvo que aguantar más de cuarenta minutos a un grupo de hinchas increpándole, y siempre guardó las formas. Incluso les invitó a jugar un partido de fútbol. “¿Qué no hay c…..? Baja tú a jugar, hijo de p….”, fueron sus palabras exactas a uno de esos aficionados. Censura arriba censura abajo.

Por eso es comprensible la actitud de Ramón Calderón. El ‘presi’ blanco no dudó en darse un baño de masas al terminar el partido. Calderón está demostrando ser un populista de pro, ganándole en esta faceta a todos sus colegas. Para algo tuvo que ganar unas elecciones…

Y es que un día está en Zaragoza con los ultras celebrando un título que no ha conseguido, que otro está en Paris abrazándose con el ganador de Roland Garros sin pintar nada. Pero viendo lo que pasa en otros equipos, veo bien que disfrute mientras pueda. Si se diese la funesta y diabólica casualidad de que al Mallorca se le ocurriese ganar en el Bernabeu, a él ‘que le quiten lo bailao’.

Por eso los presidentes deben aprender a ser también parte del espectáculo. Si hubieran hecho una encuesta después del partido, muchos aficionados hubieran pedido que el palco hubiese sido colocado en el centro del campo. Así puedes insultar al presidente sin tener que dejar de ver el fútbol.

Así que, señores presidentes, ahora aguanten el chaparrón y cuando lleguen días de gloria celébrenlo como el señor Calderón, aunque no hayan conseguido nada. Y otro consejo, si las cosas van mal no se les ocurra no ir al campo, ya que no se librará de las críticas y, encima, se las llevan a la puerta de casa. Y si no, que se lo pregunten a Lopera, la ‘nochecita’ que le dieron…

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