La ciudad celebra, con cierta precariedad, el centenario de Antonio Machado, el poeta que dio celebridad mundial a esta bella tierra castellana. Sin embargo parece que las autoridades locales o no son conscientes de su importancia o no están lo suficientemente sensibilizados para que el viajero reconozca los caminos por donde transitó del autor de “ligero de equipaje”.

Busto de Antonio Machado. / Foto: J. R. de Infante
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Con una exposición, organizada por la Junta de Castilla y León, en el Palacio de la Audiencia resuelven este momento histórico. Ni una lápida señala la casa donde Don Antonio estuvo viviendo sus años de profesor de francés. La apatía del brazo del desdén han logrado que el texto del monumento del “ Olmo seco herido por un rayo” sea ilegible porque el hollín ha corroído las letras. Digo yo que el Ayuntamiento ha podido crear un itinerario con unos guías para acompañar a los turistas, especialmente los fines de semana. Y también dignificar la tumba de Leonor, la joven esposa del poeta, que recibe claveles y rosas rojas de los amantes de la poesía machadiana, que se desplazan desde todos los rincones de España para dar testimonio y admiración. Tampoco los empresarios de la hostelería han desarrollado su imaginación. Por ejemplo, podrían haber creado algo especial, el “Menú del Poeta”, un refrigerio un tanto ajustado para saciar el apetito del visitante venido de otros pagos…Estoy seguro que si esto ocurriera en otra ciudad o en otra Comunidad Autónoma el resultado y los actos conmemorativos hubieran sido muy distintos. En fin como me duele lo tengo que decir…
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Exposición de Antonio Machado en el Palacio de la Audiencia. Foto: J. R. de Infante

Palacio de la Audiencia. Foto: J. R. de Infante
| Comienza el periplo
Posiblemente la mejor forma de visitar, de impregnarse de Soria sea de la mano de Don Antonio “ Manchado” como le decían sus alumnos criticándole su atuendo desaliñado. El río Duero, que rodea y protege la ciudad, está presente en el escenario soriano.
“¡Colinas plateadas, grises alcores, cárdenas roqueras
por donde traza el Duero su curva de ballesta
en torno a Soria, oscuros encinares ariscos pedregales, calvas sierras,
caminos blancos y álamos del río, tardes de Soria, mística y guerrera…”
Obviamente la ciudad que vio el poeta, a principios del pasado siglo ha cambiado notablemente; sin embargo sigue atesorando un delicioso aroma provinciano festoneado por casonas blasonadas, iglesias y claustros románicos, edificios de bella factura, callejas y plazas peatonales. Lo más aconsejable es dejar el coche bien aparcado y decidirse a caminar sin prisas. Pero antes de realizar esta maniobra conviene visitar el Claustro de San Juan del Duero que se encuentra extramuros de la ciudad, antes de atravesar el río. El ferrocarril es otro medio aconsejable aun cuando la estación se encuentra un tanto retirada del casco antiguo.
“Yo, para todo viaje -siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera- voy ligero e equipaje”.
El Claustro de San Juan del Duero, uno de los Monumentos Nacionales más singulares del románico español; formó parte de un monasterio de Hospitalarios de San Juan de Jerusalén. El visitante queda sorprendido por el entrecruzado de sus arcos y la fantasía medieval esculpida en sus capiteles. A continuación hay que atravesar el puente y admirar el paisaje que describió Don Antonio:
“Pasados los verdes pinos, casi azules, primavera
se ve brotar en los finos chopos de la carretera
y del río. El Duero corre, terso y mudo, mansamente. El campo parece, más que joven, adolescente.”
A un par de centenares de metros nos saluda festiva la torre esbelta de la Concatedral de San Pedro, edificada sobre una iglesia del S. XII. su claustro románico fue declarado Monumento Nacional en 1929. Después de fotografiar esta joya hay que callejear: calle del Obispo Agustín, calle Real -con las ruinas de la Iglesia románica de San Nicolás y restos de pinturas que representan el martirio de Tomás Becket- un poco más adelante la plaza Fuentes Cabreras alberga el Convento de las Madres Carmelitas, fundado por la mismísima Teresa de Jesús. En la calle Zapaterías, del Carmen está peculiar rincón llamado de la Doctrina. Muy cerca la Plaza Mayor con el edificio del s. XVII “Los Doce Linajes” que alberga al Ayuntamiento, la Fuente de los Leones, La Iglesia de Santa María La Mayor –donde se casaron Don Antonio Machado y Leonor- la Torre de Doña Urraca y el Palacio de la Audiencia lugar de la mencionada Exposición.
“A la desierta plaza conduce un laberinto de callejas.
A un lado, el viejo paredón sombrío de la ruinosa iglesia;
a otro lado, la tapia blanquecina de un huerto de cipreses y palmeras,
y, frente a mi, la casa, y en la casa, la reja,
ante el cristal que levemente empaña su figurilla plácida y risueña.”
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Palacio de los Condes de Gómara. Foto: J. R. de Infante
| De la plaza Mayor sale la peatonal calle del Collado famosa por sus mantequerías, tascas, cafés. En el número 20, la Taberna de Lázaro, un clásico para saborear buenos chatos de vino. A unos metros La librería Las Heras, donde se puede adquirir la obra –prologada por Iam Gibson- : “Soria, un viaje a lo efímero”, su autor Jesús Mª Muñoz Monge reúne las mejores fotografías de la provincia. A poca distancia se ubica el Palacio Renacentista de los Condes de Gómara el edificio civil más emblemático de Soria donde se asienta el Palacio de Justicia. Relativamente cercana discurre la calle Aduana Vieja, jalonada de casonas nobiliarias como la del Hidalgo Solier, los San Clemente o la blasonada residencia de los Marichalar, y palacios como el de Ríos y Salcedo. En la misma calle el busto de don Antonio Machado parece dar la bienvenida a todos aquellos que visitan el Instituto que lleva su nombre y donde impartió sus clases de francés. Recientemente tuve la suerte de asistir a una desenfadada y genial conferencia sobre Machado, pronunciada por su actual director y admirador de la obra machadiana, Ángel Sebastián. Y al fondo nos espera la Iglesia de Santo Domingo, declarada Patrimonio de la Humanidad, del S. XII. Su fachada con alquivoltas, tímpano y rosetón es un compendio del románico español. El edificio forma parte del convento de las Clarisas donde se puede adquirir sus famosas pastas.
Todavía queda más románico que admirar como la Iglesia de San Juan de Rabanera, con su interesante ábside y portada, vigilada por las estatuas de reyes y juglares frente a la Diputación, donde –en esta calle de Caballeros- también se asienta el centro cultural Museo Gaya Nuño. No olvidemos la Ermita de San Saturio, patrón de la ciudad, levantada sobre una roca en el s. XVIII, templo octogonal.
“¡Soria fría! La campana de la Audiencia da la una,
Soria, ciudad castellana ¡tan bella! Bajo la luna”.

Pórtico de la Iglesia de Santo Domingo. / Foto: J. R. de Infante
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Fiestas
En el pueblo de San Pedro Manrique, a 20 km, se celebra la noche del 23 de junio la mágica noche de“El Paso del Fuego”.
La Capital explota en la fantásticas Fiestas de San Juan que se inician con el Pregón el miércoles 27 de Junio y terminan el “Lunes de Bailas”. Todos estos actos giran en torno al sol, al vino, a las canciones sanjuaneras y al toro.
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Juglar de Soria. / Foto: J. R. de Infante
| Dónde Comer
- Zona del Tapeo en Plaza del Tubo. Buenos pinchos y mejor vino en los establecimientos: Iruña, Brasil, Pancho, Patata y Poli
- Restaurante Iruña. Plaza San Clemente, 2. Tel 975 226 831. Buenas recetas micológicas con singulares platos de bacalao. Menú degustación: 34 €
- Fogón de Salvador. Plaza Salvador, 1. Tel 975 230 194. Un clásico soriano con buenos pinchos en la barra.
- La Cepa. Medinaceli, 8. Tel 975 214 082. Cocina innovadora en una selecta taberna.
- Maroto. Pº del Espolón, 20. Tel 975 224 086. Un referente de platos de caza y pescado.
- Santo Domingo II. Aduana Vieja, 15. Tel 975 211 717. Cálido, acogedor con buena propuesta carnívora. Menú degustación 24 €.
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