Eso es lo que denotó ayer Ernesto Valverde en el encuentro de semifinales que enfrentó a su equipo ante el Bremen. Ciertamente significativo y elocuente el gesto que le atrapó la cámara de TV de Antena 3 (por cierto, qué lamentable realización y criterio a la hora de repetir las jugadas, cargándose todo su génesis). Me refiero a su gesto de enfado, mandando a su equipo hacia arriba, nada más conseguir el 3-0, viendo que su equipo tocaba el balón despreocupado y que podía resolver- aún más - la eliminatoria, ante un Werder k.o y en inferioridad.

El Athletic del Txingurri era igual: de fútbol vertical, toque y ataque. Así, aún recordarán los aficionados de la Catedral el 4-3 a Osasuna tras un 0-3 al descanso, o el 4-4 ante el Betis, por citar un par de ejemplos.

Y no es que uno crea que fútbol con muchos goles sea sinónimo de buen juego, no. Simplemente en este caso refleja la coherencia de un mister que tiene muy claro a lo que juega y sabe utilizar perfectamente sus mimbres, aun a riesgo de salir escaldado a veces.

El de Viandar de Vera ha forjado un equipo que juega ciertamente bien. Dos porteros de lujo, una cantera que sigue nutriendo de valiosos jugadores al primer equipo año a año (Chica, Torrejón…), jugadores de calidad en la media cancha, como De la Peña, Rufete o Riera y en la punta goleadores de primer nivel, como Luis García, el incombustible Tamudo o el rifle Pandiani.
Y todo ello con un presupuesto medio en la competitiva Primera División española y una sensata política de fichajes.

Así pues, ahí tenemos a los periquitos a medio paso de la final de UEFA, ahí es nada.

Enfrente, ¿quién sabe? Todo apuntaba al todopoderoso Sevilla, pero el despliegue osasunista en el Reyno de Navarra, donde acaso hasta el 2-0 habría sido más justo, hace dudar del pronóstico para la vuelta.

Bastante de lo mencionado sobre Valverde cabe apuntárselo al Cuco Ziganda. Un tipo que, por cierto, tiene pinta de poder saltar al césped en cualquier momento, viendo lo bien que se conserva. El partido que se calzaron ayer David López y Soldado – no es la primera ni la segunda vez – explica porqué jugadores del nivel de Webó o el mismo Valdo están calentando banquillo más de la cuenta.

Ambos están a un enorme nivel. El equilibrio del equipo en todas sus líneas, donde el bravo Patxi Puñal lidera a los rojillos con mano firme, unido al incondicional apoyo de la afición Navarra, materializó la victoria en el primer round .

En siete días el segundo y definitivo combate.

Sólo puede quedar uno.