¿Quién no se ha sentido, alguna vez, atraído por la cábala numérica?. ¿Quién no ha pretendido, en alguna ocasión, ser capaz de descifrar un número tras unas cuantas operaciones matemáticas?. Por ejemplo, 1976, el año de mi nacimiento -puestos ya a entrar en este juego-, es 1 + 9 + 7 + 6 = 23. Sin embargo, parece que esta cifra es el epicentro de los enigmas relacionados con los números, no sólo en la película, sino en una longeva tradición secular relacionada, en gran medida, con el ser humano: madres y padres aportan 23 cromosomas cada uno a los hijos, es precisamente el cromosoma 23 el que determina el género de la criatura, la sangre tarda 23 segundos en circular por todo el cuerpo… Y así una interminable lista de ecuaciones en las que el resultado esperado es el conseguido.
El resultado esperado por el espectador, hablando ya de la película, puede que no sea del todo el conseguido por sus responsables. Sin embargo, puede que el resultado conseguido por éstos sí que sea el esperado por su parte. Pueden comprobar que los juegos no tienen que ver únicamente con los números, sino también con las letras. En general, da la sensación de que podría haberse exprimido mejor una idea que, a priori, se plantea como más que interesante para la gran pantalla. No obstante, en su defensa, hay que recordar que el responsable del guión es un novato, quien, como todo principiante, aún tiene mucho que aprender. Eso sí, lo que nadie puede negarle son maneras, puesto que no suele ser habitual manejarse tan duchamente en este tipo de situaciones y hacerlo, además, con los riesgos que ofrece este género. Rizando el rizo, si sumamos los nombres del director y el actor principal, y de éste y de su compañera de reparto, en ambos casos obtenemos el número 23. Ya, para colmo, supone también el trabajo número 23 en el cómputo general la trayectoria de su realizador.
Joel Schumacher, del que algunos ya no esperan mucho, les da la razón aportando ingredientes que ya hemos visto en algunos de sus anteriores títulos, como Un día de furia o Asesinato en 8mm, de las que calca, literalmente, el alterado comportamiento del protagonista y la estética de gran parte de este metraje. Espero, sinceramente, que no fuese un espejismo la genialidad de Última llamada. Para dar vida a los dos personajes principales de estas historias, porque son dos historias paralelas las que se relatan, ha contado con la faceta menos prolífica de Jim Carrey. El canadiense, en su reciente intención de alternar comedia y drama, da un paso más con este doble papel, aunque más empapelado que aprovechando el papelón. En un caso, como padre de familia, pasa, pero, como oscuro detective privado –nada que ver con Ace Ventura-, cuaja bastante bien. De todos modos, la elección no parece la más adecuada ya que a todo el mundo se le pasarán por la cabeza varios nombres que hubiesen encajado mejor en el perfil. Su compañera, en ambos capítulos, es toda una debilidad interpretativa, Virginia Madsen. Como devota esposa nada que objetar, pero, como “femme fatale”, demuestra que su regreso protagónico, nominación al Oscar incluida por Entre copas, era más que necesario. Del resto del reparto, dada su escasa participación, tampoco es que podamos decir mucho, así que no se puede alegar que aprovechan su minuto de gloria.
Hasta ahora, hemos visto que la película tira a normalita, así que vamos a destacar por encima de la media la impresionante y propicia música del maestro Harry Gregson-Williams. Se adereza, además, con unos efectos sonoros literarios bienvenidos al caso, cual una máquina de escribir machacante que acompaña unos sencillos pero reveladores títulos de crédito iniciales que sirven para ponernos en situación sobre el verdadero protagonista de la historia: el número en cuestión. Sí, porque la historia, sencilla y llanamente, es la de un hombre cualquiera que comienza a leer un enigmático libro que parece guardar una extraña similitud con su vida. El resto ya supondría desenmascarar el argumento, algo que no nos concierne a nosotros. Uno de los principales aciertos es la narración en primera persona, y la mezcla conjunta de flashbacks y episodios imaginarios fruto del libro entre manos –y otro de los tinos más interesantes, aunque casual supongo, es la invitación subliminal a la lectura dada la proximidad del Día del Libro-. A pesar de algunas ligerezas argumentales, los nódulos se conmutan al cierre, aunque el desarrollo no se presenta anodino por la interactividad al más puro estilo de la reciente Tristram Shandy. Ojo también al pseudónimo literario: Topsy Kretts, o lo que es lo mismo Top Secrets.
Su densidad sí que requiere una predisposición por nuestra parte para echar algunas cuentas, aunque ayuda el hecho de que el suspense no se dilata mucho y arranca casi con la propia película. ¿Qué pensará Michael Jordan?. En nuestro caso, si nos ponemos -y aunque ya no le miraremos igual de ahora en adelante-, nuestra vida puede ser como El número 23, porque todos somos capaces de sumar y restar siempre con el mismo resultado.
FICHA TÉCNICA
- Calificación: 2,5
- Director: Joel Schumacher.
- Reparto: Jim Carrey, Virginia Madsen, Danny Huston, Lynn Collins y Logan Lerman