En más de una ocasión, hemos podido comprobar que las fechas de estreno de ciertas películas no son nada acertadas. Incluso, de algunas podríamos asegurar que se programan en las lógicas antípodas de su argumento. Pues bien, no es el caso de la presente. Su fecha de estreno, en plena Semana Santa, servirá para que, tanto fieles –si tienen tiempo entre procesión y procesión- como agnósticos, visiten las salas de cine en pos de cerciorarse de que su postura es la hegemónica. Stephen Hopkins, responsable de productos realmente interesantes como la serie de televisión 24 o la película Llámame Peter-, demuestra una vez más, lamentablemente, que es capaz de minimizar proyectos a priori mucho más interesantes, como puede ser el caso de Bajo sospecha. A pesar de estar curtido en el género, a través de una de las partes de Pesadilla en Elm Street o la también televisiva Cuentos desde la cripta, el metraje apenas aporta nada fuera de la normal y se limita a seguir al pie de la letra una sucesión de recursos propios de este tipo de películas. Resulta increíble que el señor Robert Zemeckis se juegue su prestigio en semejante y oscuro pantano.
El cine siempre ha sido una herramienta propagandística valiosísima. Hay películas que huyen de cualquier mensaje, y otras que lo llevan a la máxima expresión. En este caso, la fe renace de sus cenizas al final como reconfortante Ave Fénix salvador, con lo cual todo queda dicho. Tenemos aquí un pueblo perdido aparentemente perfecto que, de la noche a la mañana, comienza a sufrir lo que parecen las apocalípticas plagas bíblicas. La elegida por el líder del pueblo para tratar de resolver el enigma que casi todos achacan a una enigmática niña es una científica que, debido a la muerte de su familia, ha perdido la fe y se limita a buscar explicaciones científicas a todo “milagro”. Precisamente son estos dos factores, quizás, los más interesantes de la película. Por un lado, la casi científica CSI Hilary Swank. Si bien lo de los Oscar no le ha reportado todavía el status de estrella, afortunadamente no ha caído tan bajo como otras. Si no, pregúntenselo a Elizabeth Shue. Mientras, al parecer, tiene que compaginar proyectos oscarizables con estos otros subproductos. No obstante, siempre es gratificante verla en la gran pantalla, y, además, cumple lo esperado, sin aspavientos pero efectiva, erigida con total seguridad en el principal y atractivo reclamo. Y por otro, el comienzo. Un espectacular inicio con un desenlace resuelto de manera brillante hace que el resto de fotogramas sufran un desgaste mayor.
Puede decirse, en cierto modo, que la cinta comienza siendo La última profecía y termina convertida en La semilla del diablo. De los ríos de sangre y las lluvias de ranas pasamos a un comportamiento vecinal cuyo origen se explica a partir de las sucesivas catástrofes naturales padecidas en el pasado. No en vano, algo podemos intuir, igualmente, si nos fijamos en el juego lingüístico que se hace con el nombre del pueblo en cuestión. “Haven”, refugio, sustituye a “heaven”, cielo. Y más aún cuando descubrimos que éste ya no se ubica en su localización pretérita. Entre medias, hay que reconocer que el hecho de no ser una gran superproducción queda patente en un tratamiento visual con claros y evidentes altibajos. Mientras que el río rojizo y el vuelo hostigador de la langosta están creíblemente logrados, otros como la muerte del ganado o los forúnculos de la gente están desafortunadamente poco conseguidos. Acertados en algunos fragmentos, y erróneos en otros, resultan igualmente los flashbacks oníricos que, como veremos en el último giro argumental, puede que no lo sean tanto en todos los casos. También se incurre en algo que suele ser frecuente. El anuncio de lo venidero con el desacertado uso musical, salvo en una escena en la que resulta propicio y atinado puesto que la música es intrínseca. Lo que sí se antoja excesivo es el final, algo que ya podemos ir vislumbrando en algunos pasajes donde los elementos fantásticos se asoman poco a poco y, al final, ya acaba siendo el no va más.
Hemos hablado de la protagonista pero no de sus acompañantes, que hacen bien su trabajo a pesar de no existir margen para mucho. El trío investigador lo completan la parte negra y creyente Idris Elba –con quien Swank mantiene una intensa y curiosa amistad-, y David Morrisey, la parte oriunda sacada del horóscopo y a la que, poco a poco, le llueven los papeles tras Instinto básico 2. También en un corto papel anunciador y de trágico final aparece el contrastado Stephen Rea, quien ya trabajó a las órdenes del director con anterioridad. Y el epicentro a seguir en el futuro y en torno al cual gira toda la historia es la jovencísima Anna Sophia Robb, quien hace poco ha cruzado también Un puente hacia Terabithia. Junto a ellos y en medio de este argumento, Hilary Swank deja constancia, suponemos que más que a gusto contrariada, de que, se tenga fe o no, se puede sembrar un Oscar y recoger una plaga.
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- Calificación: 1,5
- Director: Stephen Hopkins
- Reparto: Hilary Swank, David Morrisey, Idris Elba, Anna Sophia Robb y Stephen Rea