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Pelayo López

'300': calco sobresaliente viñeta a viñeta

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Con asidua frecuencia, se trate de desconocidos o prestigiosos –las ideas originales parecen escasear en ambos casos indistintamente-, los directores de cine alegan episodios reales o títulos pasados que les marcaron, de un modo u otro en algún momento de sus vidas, para plasmar sus nuevos proyectos en el celuloide. Este es el presente caso con Frank Miller. El autor del cómic V de Vendetta, director igualmente de su versión cinematográfica, decidió, a mi parecer acertadamente, no hacer lo propio con esta adaptación del multipremiado cómic homenaje a su idolatrada El león de Esparta. Miller ha dejado aquí las riendas de esta cinta de mayor envergadura a Zack Snyder, realizador de El amanecer de los muertos y aficionado a la pintura, además de galardonado director publicitario y fotógrafo, unas cartas que pone sobre la mesa con afinado criterio en estas casi dos horas de deslumbrante metraje.

Dejar algo claro, antes de proseguir, es más que conveniente, sobre todo para evitar posibles sobresaltos entre algunos espectadores. El academicismo y/o el interés imparcial y subjetivo, que acaban generando polémicas en torno a interpretaciones sectarias sobre la actual situación internacional y/o las brechas entre civilizaciones, nada tienen que ver con este grandioso espectáculo cinematográfico: si los “actuales persas” se quejan de posibles “dardos” cargados de “veneno”, lo cierto es que “aquellos civilizados” a los que podría representar Esparta no es que salgan mucho mejor parados –el comienzo es elocuente y habla por si solo, por ejemplo, en el caso del futuro de los bebes en aquel lugar-. Dicho queda. La película no pretende, en ningún momento, convertirse en un compendio histórico fiel de lo sucedido en el episodio que relata, la Batalla de las Termópilas, donde se enfrentaron las tropas espartanas del Rey Leónidas contra las huestes persas del Rey Jerjes. Ni unos serían 300, ni los otros millones tal y como pueda parecer durante y tras el impresionante desembarco en tierras helenas. Eso sí, ya lo dice el propio rey espartano, lo que sí parece probado es que eran unos pocos contra unos muchos. Esa sencillez argumental es, precisamente, la que hilvana toda la capa narrativa de la cinta. El lirismo épico sacude de principio a fin una historia narrada de forma atinada con la voz en off de quien se supone redactó el recuerdo de la gesta. Quizás, algunos fragmentos paralelos al propio acontecimiento, diseccionan en cierto modo el brillante resultado final al que no le hubiesen venido mal unos minutos menos. La magnificencia pierde enteros, aunque hay que reconocer que puede que de manera necesaria, cuando se intenta identificar el funcionamiento de la sociedad de la urbe en cuestión.

Hablando de personajes, tenemos que centrarnos en quienes les dan vida de manera lustrosa reconociendo que la ausencia de primeras filas contribuye a un diagnóstico más objetivo. Fantástico el “fantasma de la ópera” Gerard Butler, un rey espartano austero y exultante al mismo tiempo, con un gran repertorio de gestos faciales que sirven para acrecentar las disyuntivas que se le presentan. Su reina, elegante y sensual como requiere su papel, además de sacrificada y redentora perdición, es Lena Headey, actriz a la que hemos visto en títulos como Los hermanos Grimm y que pronto será Sarah Connor –de momento en la televisión-. Entre medias de ambos, un Theron traidor con la presencia de Dominic West, el mismo que desde hace una semana persigue al joven Hannibal en nuestras salas y que aquí demuestra cual géminis que vale para estar a un lado y a otro de la balanza de la justicia. Por la otra parte, un Jerjes “drag-queen” lleno de anillos y tatuajes –Alejandro Magno Farrel se queda como caricatura- y con unas dimensiones propias de un coloso es Rodrigo Santoro, un actor al que unos recuerdan por ser el compañero de Nicole Kidman en un anuncio de colonias y otros por la serie Lost. Todos ellos lucen palmito –barbas, peinados, adornos, músculos y otras partes más erótico festivas-, palmito de ella para los espectadores masculinos y palmito, a cientos, de ellos para las espectadoras femeninas, en toda su plenitud gracias a otro de los grandes tinos de la película, una fotografía magistral –con omnipresentes efectos digitales y elementos disipadores como nubes polvorientas, luces crepusculares…- digna del género del que procede la versión cinematográfica y que se acompaña, además, de unas melodías también contundentes mezcla de temas cuasi “ópera-rock” que evocan, por momentos, a títulos similares como Gladiator o Troya.

300 es, para bien o para mal, aún sin aportar más que su libreto, lo que promete. Sobre un telón de fondo en el que luchan esclavos libres y libres esclavizados, libertad frente a dictadura, prevalece la lanza de la acción pura y dura –las coreografiadas escenas de combate, con un correcto uso de la cámara lenta son sencillamente deslumbrantes-. Con una estética visual impresionante –hay detalles minuciosos, como las armas o los pliegues humanos y de la galería de bestias que se recorre que es digna de cualquier maestro pictórico, maestros que por cierto envidiarían algunos planos que parecen sacados de cualquier pinacoteca-, justa en violencia y sangre, la película se erige, cual muro de piedra y cadáveres, como un homenaje al tan manido género cómic, un perfil griego definido por un calco sobresaliente viñeta a viñeta.

FICHA TÉCNICA
- Calificación: 4
- Director: Zack Snyder.
- Reparto: Gerard Butler, Lena Headey, Dominic West y Rodrigo Santoro.

'300': calco sobresaliente viñeta a viñeta

Pelayo López
Pelayo López
miércoles, 11 de julio de 2007, 23:19 h (CET)
Con asidua frecuencia, se trate de desconocidos o prestigiosos –las ideas originales parecen escasear en ambos casos indistintamente-, los directores de cine alegan episodios reales o títulos pasados que les marcaron, de un modo u otro en algún momento de sus vidas, para plasmar sus nuevos proyectos en el celuloide. Este es el presente caso con Frank Miller. El autor del cómic V de Vendetta, director igualmente de su versión cinematográfica, decidió, a mi parecer acertadamente, no hacer lo propio con esta adaptación del multipremiado cómic homenaje a su idolatrada El león de Esparta. Miller ha dejado aquí las riendas de esta cinta de mayor envergadura a Zack Snyder, realizador de El amanecer de los muertos y aficionado a la pintura, además de galardonado director publicitario y fotógrafo, unas cartas que pone sobre la mesa con afinado criterio en estas casi dos horas de deslumbrante metraje.

Dejar algo claro, antes de proseguir, es más que conveniente, sobre todo para evitar posibles sobresaltos entre algunos espectadores. El academicismo y/o el interés imparcial y subjetivo, que acaban generando polémicas en torno a interpretaciones sectarias sobre la actual situación internacional y/o las brechas entre civilizaciones, nada tienen que ver con este grandioso espectáculo cinematográfico: si los “actuales persas” se quejan de posibles “dardos” cargados de “veneno”, lo cierto es que “aquellos civilizados” a los que podría representar Esparta no es que salgan mucho mejor parados –el comienzo es elocuente y habla por si solo, por ejemplo, en el caso del futuro de los bebes en aquel lugar-. Dicho queda. La película no pretende, en ningún momento, convertirse en un compendio histórico fiel de lo sucedido en el episodio que relata, la Batalla de las Termópilas, donde se enfrentaron las tropas espartanas del Rey Leónidas contra las huestes persas del Rey Jerjes. Ni unos serían 300, ni los otros millones tal y como pueda parecer durante y tras el impresionante desembarco en tierras helenas. Eso sí, ya lo dice el propio rey espartano, lo que sí parece probado es que eran unos pocos contra unos muchos. Esa sencillez argumental es, precisamente, la que hilvana toda la capa narrativa de la cinta. El lirismo épico sacude de principio a fin una historia narrada de forma atinada con la voz en off de quien se supone redactó el recuerdo de la gesta. Quizás, algunos fragmentos paralelos al propio acontecimiento, diseccionan en cierto modo el brillante resultado final al que no le hubiesen venido mal unos minutos menos. La magnificencia pierde enteros, aunque hay que reconocer que puede que de manera necesaria, cuando se intenta identificar el funcionamiento de la sociedad de la urbe en cuestión.

Hablando de personajes, tenemos que centrarnos en quienes les dan vida de manera lustrosa reconociendo que la ausencia de primeras filas contribuye a un diagnóstico más objetivo. Fantástico el “fantasma de la ópera” Gerard Butler, un rey espartano austero y exultante al mismo tiempo, con un gran repertorio de gestos faciales que sirven para acrecentar las disyuntivas que se le presentan. Su reina, elegante y sensual como requiere su papel, además de sacrificada y redentora perdición, es Lena Headey, actriz a la que hemos visto en títulos como Los hermanos Grimm y que pronto será Sarah Connor –de momento en la televisión-. Entre medias de ambos, un Theron traidor con la presencia de Dominic West, el mismo que desde hace una semana persigue al joven Hannibal en nuestras salas y que aquí demuestra cual géminis que vale para estar a un lado y a otro de la balanza de la justicia. Por la otra parte, un Jerjes “drag-queen” lleno de anillos y tatuajes –Alejandro Magno Farrel se queda como caricatura- y con unas dimensiones propias de un coloso es Rodrigo Santoro, un actor al que unos recuerdan por ser el compañero de Nicole Kidman en un anuncio de colonias y otros por la serie Lost. Todos ellos lucen palmito –barbas, peinados, adornos, músculos y otras partes más erótico festivas-, palmito de ella para los espectadores masculinos y palmito, a cientos, de ellos para las espectadoras femeninas, en toda su plenitud gracias a otro de los grandes tinos de la película, una fotografía magistral –con omnipresentes efectos digitales y elementos disipadores como nubes polvorientas, luces crepusculares…- digna del género del que procede la versión cinematográfica y que se acompaña, además, de unas melodías también contundentes mezcla de temas cuasi “ópera-rock” que evocan, por momentos, a títulos similares como Gladiator o Troya.

300 es, para bien o para mal, aún sin aportar más que su libreto, lo que promete. Sobre un telón de fondo en el que luchan esclavos libres y libres esclavizados, libertad frente a dictadura, prevalece la lanza de la acción pura y dura –las coreografiadas escenas de combate, con un correcto uso de la cámara lenta son sencillamente deslumbrantes-. Con una estética visual impresionante –hay detalles minuciosos, como las armas o los pliegues humanos y de la galería de bestias que se recorre que es digna de cualquier maestro pictórico, maestros que por cierto envidiarían algunos planos que parecen sacados de cualquier pinacoteca-, justa en violencia y sangre, la película se erige, cual muro de piedra y cadáveres, como un homenaje al tan manido género cómic, un perfil griego definido por un calco sobresaliente viñeta a viñeta.

FICHA TÉCNICA
- Calificación: 4
- Director: Zack Snyder.
- Reparto: Gerard Butler, Lena Headey, Dominic West y Rodrigo Santoro.

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