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La primera vez que me casé tenía dieciocho años, y… un día decidí vivir sola… Y es que Rudolfhiatt no quería a su marido, Gulbertt Franghión, porque le mintiera, por eso ha decidido, ni siquiera decírselo.
Cogió su pistola, no pasó ni una hora, ha entrado en el ascensor, ya está llegando su hora, la reciben en oficina, un hombre alto y elegante, ella le ofrece sus caricias, él la ama demasiado, pero de Gulbert ya tse ha cansado.
Dijo adiós a su bebito, no fuera tan mal partido, pero le había mentido.
-No sufras nada, mi hombre, no tendrás ni cicatriz para mostrar como un vivo.
En el mundo de la Cultura de las Artes así actúan muchos, sin sustento de base. Anochecía cuando llegó el tren, empero, el tren pudo haber llegado mucho antes. La verdad era que se había retrasado horas y aún no se sabía por qué. Era una conversación frívola, con intercambio de chismes sobre amistades del vecindario.
En su nuevo libro, el reputado economista Juan Torres López los analiza como expresiones de una crisis del capitalismo neoliberal que, ante la desorientación y la impotencia de la izquierda contemporánea, choca con la democracia y alimenta el auge de la extrema derecha.
A Mercedes Isabel: A mi edad, me pregunto, sin pretender escribir los versos mas triste esta tarde. Como olvidarte, flor de mi vida. Desventurado sería, no haberte tenido.
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