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Luciano Sabatini

Pocos regalos trajeron las Navidades a los grandes

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Todo tiempo pasado fue mejor, o al menos eso deben pensar hoy los Juande, Rijkaard e incluso Capello. Tras el parón navideño, al que inexplicablemente se ve sometida la liga española cada año, los grandes volvieron algo pasados de peso.

En el Barcelona Deco y Ronaldinho se debieron quedar atiborrándose a turrones pues su incorporación se produjo una jornada más tarde de lo acordado. El bueno de Rafa Márquez, quizás piensen los culés que podría haberse quedado de vacaciones un par de meses más, pues con sendas cantadas ante Getafe y Espanyol puso en peligro la vitola ganadora de los suyos. Otro que no anda bien entre los blaugranas es Rijkaard; el holandés dejó fuera de las convocatorias a sus dos alumnos tardones, Dinho y Deco, y ha privado durante dos partidos y otros tantos de Copa a su equipo de sus hombres más importantes, así como a los aficionados del Alavés, por ejemplo de verles en acción, y lo que es más grave, privó a ambos de coger la forma y el ritmo que ahora que entran en el equipo evidencian no tener. El equipo “ganalotodo”, aquella máquina de hacer fútbol ya no es la misma. Menos mal que en la cuesta abajo del Barcelona ha surgido un flotador con forma de conejito, el “pibito” Saviola, que con siete goles en cinco partidos reivindica su posición y de paso a Pekerman por confiar en él como titular el pasado Mundial, aunque fuera suplente en su equipo. Echando la vista un mes atrás a uno le es casi imposible no pensar, qué mal le vino al Barça el mundialito prenavideño.

Y si el Barça no es el mismo, tampoco lo es Sevilla. Evidentemente si los premios se dieran con inmediatez el conjunto hispalense no gozaría ahora de ese ridículo título de “mejor equipo del mundo”. Juande Ramos ha terminado por reconocerlo tras el triste empate en el Madrigal ante un equipo en descomposición post Riquelme: “Ya no tenemos la frescura de antes”. Y es que no fue por casualidad que un Mallorca en puestos de descenso le mojara la oreja a los sevillistas. Poulsen y Maresca han pedido esa chispa en el medio que les hacía infranqueables, y Kanouté y Alves, que seguramente son de los pocos que se mantienen a un nivel superlativo, son jugadorazos, pero no Maradonas. Por mucho que su presidente Del Nido sa que pecho hasta inflarse como un globo estratosférico, un equipo al que le cuesta Dios y ayuda echar de la Copa a un Segunda B como el Rayo, no puede ser el mejor equipo del mundo.

El caso del Madrid es igual pero diferente. Los de Capello peor que antes de navidad no lo podían hacer. Y es que despedir el año con un 0-3 ante el Recreativo, y lo que es peor, hacerles parecer que son la Holanda de Cruyff del 74 es para bajar el telón y no volverlo a levantar. El “baby” Depor volvió a vapulear un año más, y ya van 15, al mismo Madrid de antes de vacaciones, con el agravante de que los blancos ya iban sobre aviso. Como a perro flaco todo son pulgas, el Betis de Luis Fernández ha sido el último en confirmar que el Madrid tampoco está bien, algo que era más que evidente. Eso sí, los de Chamartín son los únicos que han recibido regalos de Santa Claus en forma de jugadores, por que Gago e Higuain no se pueden calificar de otra manera, regalos del cielo. Lo de Fernando Gago es absolutamente comprensible, es un crack disfrazado de muchacho tímido, ordena, toca y manda como si llevara años en la casa blanca, y además cuenta con ese plus en sus gestos que recuerdan con nostalgia al grandísimo Fernando Redondo. Higuian era quizás un poco más incógnita, pues sólo había jugado más de 40 partidos con River, pero el destierro de Ronaldo y Cassano le ha dado la titularidad que ni él esperaba: “La verdad, esperaba jugar menos”. Con todo y aunque el Madrid no levanta cabeza, apunta cierta mejoría cuando Gago coge la pelota o Higuain hace un quiebro, de seguro que sin ellos el paciente seguiría en la UCI.

Pocos regalos trajeron las Navidades a los grandes

Luciano Sabatini
Luciano Sabatini
lunes, 22 de enero de 2007, 21:23 h (CET)
Todo tiempo pasado fue mejor, o al menos eso deben pensar hoy los Juande, Rijkaard e incluso Capello. Tras el parón navideño, al que inexplicablemente se ve sometida la liga española cada año, los grandes volvieron algo pasados de peso.

En el Barcelona Deco y Ronaldinho se debieron quedar atiborrándose a turrones pues su incorporación se produjo una jornada más tarde de lo acordado. El bueno de Rafa Márquez, quizás piensen los culés que podría haberse quedado de vacaciones un par de meses más, pues con sendas cantadas ante Getafe y Espanyol puso en peligro la vitola ganadora de los suyos. Otro que no anda bien entre los blaugranas es Rijkaard; el holandés dejó fuera de las convocatorias a sus dos alumnos tardones, Dinho y Deco, y ha privado durante dos partidos y otros tantos de Copa a su equipo de sus hombres más importantes, así como a los aficionados del Alavés, por ejemplo de verles en acción, y lo que es más grave, privó a ambos de coger la forma y el ritmo que ahora que entran en el equipo evidencian no tener. El equipo “ganalotodo”, aquella máquina de hacer fútbol ya no es la misma. Menos mal que en la cuesta abajo del Barcelona ha surgido un flotador con forma de conejito, el “pibito” Saviola, que con siete goles en cinco partidos reivindica su posición y de paso a Pekerman por confiar en él como titular el pasado Mundial, aunque fuera suplente en su equipo. Echando la vista un mes atrás a uno le es casi imposible no pensar, qué mal le vino al Barça el mundialito prenavideño.

Y si el Barça no es el mismo, tampoco lo es Sevilla. Evidentemente si los premios se dieran con inmediatez el conjunto hispalense no gozaría ahora de ese ridículo título de “mejor equipo del mundo”. Juande Ramos ha terminado por reconocerlo tras el triste empate en el Madrigal ante un equipo en descomposición post Riquelme: “Ya no tenemos la frescura de antes”. Y es que no fue por casualidad que un Mallorca en puestos de descenso le mojara la oreja a los sevillistas. Poulsen y Maresca han pedido esa chispa en el medio que les hacía infranqueables, y Kanouté y Alves, que seguramente son de los pocos que se mantienen a un nivel superlativo, son jugadorazos, pero no Maradonas. Por mucho que su presidente Del Nido sa que pecho hasta inflarse como un globo estratosférico, un equipo al que le cuesta Dios y ayuda echar de la Copa a un Segunda B como el Rayo, no puede ser el mejor equipo del mundo.

El caso del Madrid es igual pero diferente. Los de Capello peor que antes de navidad no lo podían hacer. Y es que despedir el año con un 0-3 ante el Recreativo, y lo que es peor, hacerles parecer que son la Holanda de Cruyff del 74 es para bajar el telón y no volverlo a levantar. El “baby” Depor volvió a vapulear un año más, y ya van 15, al mismo Madrid de antes de vacaciones, con el agravante de que los blancos ya iban sobre aviso. Como a perro flaco todo son pulgas, el Betis de Luis Fernández ha sido el último en confirmar que el Madrid tampoco está bien, algo que era más que evidente. Eso sí, los de Chamartín son los únicos que han recibido regalos de Santa Claus en forma de jugadores, por que Gago e Higuain no se pueden calificar de otra manera, regalos del cielo. Lo de Fernando Gago es absolutamente comprensible, es un crack disfrazado de muchacho tímido, ordena, toca y manda como si llevara años en la casa blanca, y además cuenta con ese plus en sus gestos que recuerdan con nostalgia al grandísimo Fernando Redondo. Higuian era quizás un poco más incógnita, pues sólo había jugado más de 40 partidos con River, pero el destierro de Ronaldo y Cassano le ha dado la titularidad que ni él esperaba: “La verdad, esperaba jugar menos”. Con todo y aunque el Madrid no levanta cabeza, apunta cierta mejoría cuando Gago coge la pelota o Higuain hace un quiebro, de seguro que sin ellos el paciente seguiría en la UCI.

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