Sinceramente, este nuevo Real Madrid parecía distinto a todos los que habíamos visto hasta la fecha. Preparado físicamente, con una táctica impecable, sometido a una férrea disciplina de la mano de Capello. Con gran defensa y efectivo ataque… Nada de nada. Todo esto no eran más que aguas de borraja. La realidad muestra un equipo tan triste como siempre. Que termina por hacer incluso el ridículo.
La liga española siempre fue sede de un fútbol de toque, con calidad, bonito. Pero la adaptación a la italiana del juego del Madrid resulta un híbrido difícil de entender y de apreciar por los selectos amantes del fútbol que se reúnen en el Santiago Bernabéu. Un centro del campo anti-fútbol, con el señor Emerson o el señor Diarrá. Sinceramente dos hombres que dudo mucho que los precisara el Madrid. Los buenos, y con eso me refiero a Guti, no tienen el protagonismo que se necesita.
Entonces, ¿qué hacer? El presidente Calderón tiene un difícil papel que solucionar. Ya no comenzó bien su mandato con las enormes dudas sobre la legitimidad de su elección y las promesas incumplidas de fichajes. Por otra parte, la media de edad de la plantilla blanca es alarmantemente longeva. Mientras el Barcelona tiene muchos años por delante para explotar a esa sensacional generación de futbolistas, los grandes del Madrid tienen los días contados. Lo que se necesitan son decisiones rapidas.