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Pocha de oro negro... de cruel mirada cuando el hambre de triste sombra la invade, como Nanny es fiel llamando a su dueña. De cuello estrecho pero real y blanca y negra, y de ojos verdes cual dos luceros, y rabo de ratón, Pocha Josefina, gata concha de tortuga, gato con botas bien puestas, máscara del zorro, Pocha maravillosa gata de dulce corazón de miel, de garganta enferma de herida cruel que no se dejó castrar, ya que quería ser madre, Pocha de la luz.
Me haces feliz.
Gatita que vivió inválida, casi siempre en su camita, que hablaba con sus ojitos y amaba la comidita. Que lloraba si marchabas y al llegar, lo celebraba. ¿Cómo?, moviendo su tierna colita y despidiendo luz por sus ojitos.
Descansa hermana, que también llegaremos esta vez a ti, aunque tardemos un poco más.
En el mundo de la Cultura de las Artes así actúan muchos, sin sustento de base. Anochecía cuando llegó el tren, empero, el tren pudo haber llegado mucho antes. La verdad era que se había retrasado horas y aún no se sabía por qué. Era una conversación frívola, con intercambio de chismes sobre amistades del vecindario.
En su nuevo libro, el reputado economista Juan Torres López los analiza como expresiones de una crisis del capitalismo neoliberal que, ante la desorientación y la impotencia de la izquierda contemporánea, choca con la democracia y alimenta el auge de la extrema derecha.
A Mercedes Isabel: A mi edad, me pregunto, sin pretender escribir los versos mas triste esta tarde. Como olvidarte, flor de mi vida. Desventurado sería, no haberte tenido.
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