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El coche particular: un bien de consumo con carácter de capital

Sergio Brosa
Sergio Brosa
lunes, 18 de diciembre de 2006, 23:21 h (CET)
Podríamos definir los bienes de consumo como aquellas cosas materiales que utilizamos para satisfacer deseos o necesidades. Elevamos la categoría de los bienes, cuando consideramos que son objeto de derechos, como el de propiedad. Y dependiendo de su valor material, la tenencia de bienes materiales e inmateriales constituye el patrimonio. Y una fortuna si el monto total es cuantioso.

Los coches particulares han sido considerados en los textos económicos tradicionales, como bienes de consumo; de consumo duradero en el mejor de los casos. Y así se ha tratado habitualmente su compra, venta, uso y disfrute.

Pero al precio que se han puesto los coches de unos años a esta parte, la mayoría de los mortales hemos de hacer muchas cábalas a la hora de adquirir uno nuevo (o usado o de kilómetro cero o de gerencia). Y tales cálculos y conjeturas son muy similares a los que realiza un empresario a la hora de adquirir un bien de capital. Para el empresario y para la Agencia Tributaria también, el capital de la empresa está constituido por el conjunto de valores que integran todos los bienes invertidos en una empresa que se utilizan para la producción y, por lo tanto, para la obtención de rentas y ganancias. Y así considera normalmente a su coche su propietario. Aunque no sea consciente de ello.

En efecto, a la hora de adquirir un nuevo coche, el adquirente particular se plantea conceptos tan economicistas como el de valor de cambio. El concepto teórico de valor de cambio de un objeto es su capacidad de generar un intercambio en el mercado por otro objeto de igual valor. De hecho, la reflexión del comprador es: Cuál de estos coches que me gustan será mejor valorado en un futuro para cambiarlo por otro nuevo.

Es claro que cuando llega el tiempo del cambio del coche usado por el nuevo, haya que soportar las fricciones que de antemano todo automovilista propietario conoce, como la pérdida de valor por el desgaste debido al uso. Pero sabe también que no todos los coches sufren idéntica depreciación con los años, incluso aquellos que son “comparativos”. Así, entre los distintos modelos de un mismo segmento que el mercado le ofrece, en muchas ocasiones se decanta la elección por una u otra marca por su valor de cambio y no tanto por su estética o accesorios.

Otro concepto empresarial utilizado en la elección del coche por los particulares es el coste de oportunidad. Decimos que el coste de oportunidad es el valor que podría obtenerse con una dedicación alternativa de los recursos. Así, uno puede ir al concesionario y pagar íntegramente el precio del coche elegido. Pero también puede elegir aquel coche cuyo vendedor le ofrece un rendimiento adicional a su dinero. O decidir ir siempre en taxi y pagarlo con los réditos que obtuviera por invertir su dinero en letras del Tesoro.

En efecto, actualmente muchos coches se están hoy vendiendo a particulares con el sistema de financiación denominado “renting”. Y puesto que no todas las marcas ofrecen tal sistema de pago, han florecido en el mercado muchas empresas financieras, cuyo objeto es facilitar el acceso al uso del coche –que no a la propiedad– por el sistema del alquiler, mediante unas cuotas que se acomodan al bolsillo del automovilista, aunque con un normalmente elevado valor residual que se deberá pagar al final del período de alquiler, si uno quiere acceder a la plena propiedad del coche en cuestión. Y en el caso de no realizar el valor residual, adiós coche, adiós valor de cambio y volver a empezar.

De hecho, el “renting” está pensado para aquellos automovilistas que utilizan el coche como herramienta de trabajo, reconocida por la Agencia Tributaria, beneficiándose así de las desgravaciones fiscales que el renting propicia. Cual es el caso de los vendedores.

El coste de oportunidad en la empresa, se calcula siempre mediante fórmulas financieras al efecto para mejor decidir la utilización de los recursos. El cálculo habitual del adquirente de un coche, suele ser mucho más simple: con el renting puedo hacerme con el coche y de otra forma no; así que tengo dos, tres o cuatro años para pensar cómo haré para pagar el valor residual, si finalmente decido realizarlo.

Y también, por aquello de “lléveselo ahora y comience a pagar dentro de seis meses…”, sobre todo los jóvenes acceden a la propiedad y disfrute de su coche, invierten o no su dinero los que lo tengan, durante el período de carencia y luego ya veremos.

Viene a ser como aquel pastor que le cambiaba a otro dos de sus ovejas negras por una blanca. Y se decía: “No es negocio, pero es trato”.

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