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A partir de hoy el destino de la formación política dependerá sola y exclusivamente del recién elegido Comité Ejecutivo

Nace VOX

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Aunque el partido se concibió hace nueve meses, hoy es cuando nace VOX”, afirmaba su flamante nuevo presidente, el vasco Santiago Abascal, el pasado sábado en Madrid ante la militancia. Un público más que entregado, después de un verano muy convulso en que parecía que la contestación interna era mayoritaria. Sin embargo, llegada la hora de la votación, más que de la candidatura (“intergeneracional y regeneradora”, la definió Abascal), de los estatutos, que era lo esgrimido por los militantes rebeldes –sin no han sido expedientados por la dirección de la formación-, el vapuleo a los convocantes de extrañas y extravagantes ruedas de prensa ha sido antológico. 944 votos frente a 122. En un partido con poco más de 3.000 militantes con derecho a voto vía web inclusive. Lo que es un altísimo porcentaje, viendo la participación habitual en partidos y asociaciones. Además, es que todo el que ha querido ha podido votar, que es la mejor receta para ver la realidad. A los liantes no les queda un solo argumento para enredar, más allá de su resentimiento o sus encomiendas laborales.

Pero estábamos en el nacimiento de VOX. No han empezado mal, teniendo en cuenta que su espacio electoral, que se antoja mayor de lo que ellos mismos se creen, son los decepcionados por el Partido Popular, Ciudadanos y UPyD. El perfil del votante de VOX, a decir del sociólogo Narciso Michavila, como publicaba recientemente en Diario.es, es el de un hombre joven y tecnológico. Es decir, hombre de entre 20 y 45 años. El nativo digital. El que exige agilidad y transparencia. Justo el votante más volátil para un PP burocratizado que no acaba de despegar en el online, que arruga la nariz cuando Pedro Sánchez llama a Sálvame (el grado de penetración de un candidato es fundamental y Sánchez es un desconocido), y considera que lo de Twitter es cosa de los frikis de Nuevas Generaciones. No acaban de comprender la revolución que han supuesto las nuevas tecnologías. Revolución que no sólo afecta a las herramientas, sino a la forma en que un buen sector de la población percibe y procesa la información. Así pues, al igual que le sucede a Podemos en relación al PSOE, aunque éste parece que se va a poner las pilas, VOX, si acierta en las propuestas, el lenguaje y la comunicación, puede dar la sorpresa.

De ellos depende. Ya no hay excusas. A partir de hoy el destino de la formación política, a la cual le falta muchísima definición ideológica y una buena política de comunicación, dependerá sola y exclusivamente del recién elegido Comité Ejecutivo.

Nace VOX

A partir de hoy el destino de la formación política dependerá sola y exclusivamente del recién elegido Comité Ejecutivo
Almudena Negro
lunes, 22 de septiembre de 2014, 07:13 h (CET)
Aunque el partido se concibió hace nueve meses, hoy es cuando nace VOX”, afirmaba su flamante nuevo presidente, el vasco Santiago Abascal, el pasado sábado en Madrid ante la militancia. Un público más que entregado, después de un verano muy convulso en que parecía que la contestación interna era mayoritaria. Sin embargo, llegada la hora de la votación, más que de la candidatura (“intergeneracional y regeneradora”, la definió Abascal), de los estatutos, que era lo esgrimido por los militantes rebeldes –sin no han sido expedientados por la dirección de la formación-, el vapuleo a los convocantes de extrañas y extravagantes ruedas de prensa ha sido antológico. 944 votos frente a 122. En un partido con poco más de 3.000 militantes con derecho a voto vía web inclusive. Lo que es un altísimo porcentaje, viendo la participación habitual en partidos y asociaciones. Además, es que todo el que ha querido ha podido votar, que es la mejor receta para ver la realidad. A los liantes no les queda un solo argumento para enredar, más allá de su resentimiento o sus encomiendas laborales.

Pero estábamos en el nacimiento de VOX. No han empezado mal, teniendo en cuenta que su espacio electoral, que se antoja mayor de lo que ellos mismos se creen, son los decepcionados por el Partido Popular, Ciudadanos y UPyD. El perfil del votante de VOX, a decir del sociólogo Narciso Michavila, como publicaba recientemente en Diario.es, es el de un hombre joven y tecnológico. Es decir, hombre de entre 20 y 45 años. El nativo digital. El que exige agilidad y transparencia. Justo el votante más volátil para un PP burocratizado que no acaba de despegar en el online, que arruga la nariz cuando Pedro Sánchez llama a Sálvame (el grado de penetración de un candidato es fundamental y Sánchez es un desconocido), y considera que lo de Twitter es cosa de los frikis de Nuevas Generaciones. No acaban de comprender la revolución que han supuesto las nuevas tecnologías. Revolución que no sólo afecta a las herramientas, sino a la forma en que un buen sector de la población percibe y procesa la información. Así pues, al igual que le sucede a Podemos en relación al PSOE, aunque éste parece que se va a poner las pilas, VOX, si acierta en las propuestas, el lenguaje y la comunicación, puede dar la sorpresa.

De ellos depende. Ya no hay excusas. A partir de hoy el destino de la formación política, a la cual le falta muchísima definición ideológica y una buena política de comunicación, dependerá sola y exclusivamente del recién elegido Comité Ejecutivo.

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