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Sergio Brosa

El creciente poder de compra de las mujeres

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En The New York Times venía un interesante artículo sobre el extraordinario poder de compra de las mujeres.

Shane Homes, constructora de viviendas unifamiliares clásicas, de Calgary, Alberta (Canadá) construía las casas a la velocidad del rayo, según le entraban los pedidos. El aumento de riqueza experimentado en la zona, originado por el gas y el petróleo, les mantuvo el negocio viento en popa hasta que otros competidores entraron en el mercado. Así que Shane Homes se adaptó a la nueva situación y cambió la concepción de las casas.

La transformación llegó con ocasión de un congreso sobre el sector inmobiliario en 2003, cuando Shane Wenzel, tocayo del constructor y su responsable de ventas y marketing, asistió a una conferencia sobre el tremendo poder de compra de las mujeres. Wenzel pensó que aquello había sido una epifanía y organizó “grupos de escucha” para conocer la opinión de las señoras a las que habían vendido sus casas. Lo que oyó no fue bonito, pues las amas de casa no se contuvieron y fueron “brutalmente honestas”.

Las señoras se quejaron que las cocinas estaban mal diseñadas; las despensas eran diminutas y debía haber una ventana sobre el fregadero para controlar a los niños en el jardín. La zona de la ropa con barro de haber hecho deporte, compartía el espacio con la de la ropa limpia y era un desastre. Y cosas por el estilo.

Después de aquello, Shane Homes empezó a diseñar las casas de acuerdo con las especificaciones recibidas de las señoras, solicitando a sus clientas un cuadro de necesidades, antes de construirlas. Y les pareció haber dado con la piedra filosofal el hecho de atender las sugerencias de las damas.

Muchas empresas en el mundo, desoyen lo que sus clientas les indican, incurriendo por ello en un grave riesgo financiero, pues si no son capaces de adaptar sus productos a lo que ellas demandan, pueden acabar en la banca rota.

Las mujeres controlan las compras y dirigen un cambio en nuestra economía, según Michael J. Silverstein, de Boston Consulting Group. Quizás estamos en el primer paso de una sociedad matriarcal, dice. Las mujeres ganarán más dinero que los hombres si esta tendencia se mantiene hasta el 2028.

La tendencia se ha estado intensificando en los últimos 10 años en que se ha producido una erosión gradual en el equilibrio de poder en la familia; un nuevo equilibrio psíquico se está originando en el seno familiar.

Es sabido que las mujeres llevan normalmente el control de la economía familiar, pero empiezan a comportarse como jefes de compras profesionales.

En nuestro país está empezando también a suceder algo similar. Cada vez más mujeres tienen una carrera profesional como anteriormente tenían únicamente los hombres. Algunas parejas deciden que el marido se ocupará de las cosas del hogar, mientras la esposa trabaja fuera, pues su salario y perspectivas profesionales son mejores que las de ellos. Las mujeres tienen ingresos crecientes y disponen de su dinero en la forma que más les conviene. Agencias de viajes, fabricantes de coches y otras empresas, empiezan a ser muy conscientes que su oferta ha de adaptarse al “gusto femenino”, pues son las mujeres quienes deciden qué viaje de vacaciones realizará la familia o qué coche le conviene adquirir.

Según el Instituto Nacional de Estadística, en las pruebas de acceso a la universidad, las mujeres obtienen un porcentaje de aprobados mayor que los hombres. Ya en 2004 el 58,1% de los aspirantes a ingresar en la Universidad eran mujeres y aprobaron el 80,8% de las que se presentaron. En el caso de los hombres el porcentaje de aprobados era del 78,8%, un 2% menos que las mujeres. Y de acuerdo con la estadística del INE sobre población activa, el 51% son mujeres, en el segundo trimestre de 2006. La estadística podrá variar puntualmente pero la tendencia es clara.

Es cierto, sin embargo que, en términos generales, las mujeres siguen estando peor pagadas que los hombres, pero en valor absoluto, comienza a haber muchas mujeres tomando decisiones de compra y más vale que las empresas afectadas por esta nueva situación, pongan también mujeres al frente de sus departamentos de marketing para captar por afinidad, este creciente y trascendental segmento de mercado si no quieren quedarse fuera de él. Deberán hacer esfuerzos –muchas empresas ya lo hacen– para conquistar a esa base de clientes creciente, “que alardea de músculo financiero y mayor libertad que nunca”. Esto está cambiando.

El creciente poder de compra de las mujeres

Sergio Brosa
Sergio Brosa
martes, 7 de noviembre de 2006, 00:28 h (CET)
En The New York Times venía un interesante artículo sobre el extraordinario poder de compra de las mujeres.

Shane Homes, constructora de viviendas unifamiliares clásicas, de Calgary, Alberta (Canadá) construía las casas a la velocidad del rayo, según le entraban los pedidos. El aumento de riqueza experimentado en la zona, originado por el gas y el petróleo, les mantuvo el negocio viento en popa hasta que otros competidores entraron en el mercado. Así que Shane Homes se adaptó a la nueva situación y cambió la concepción de las casas.

La transformación llegó con ocasión de un congreso sobre el sector inmobiliario en 2003, cuando Shane Wenzel, tocayo del constructor y su responsable de ventas y marketing, asistió a una conferencia sobre el tremendo poder de compra de las mujeres. Wenzel pensó que aquello había sido una epifanía y organizó “grupos de escucha” para conocer la opinión de las señoras a las que habían vendido sus casas. Lo que oyó no fue bonito, pues las amas de casa no se contuvieron y fueron “brutalmente honestas”.

Las señoras se quejaron que las cocinas estaban mal diseñadas; las despensas eran diminutas y debía haber una ventana sobre el fregadero para controlar a los niños en el jardín. La zona de la ropa con barro de haber hecho deporte, compartía el espacio con la de la ropa limpia y era un desastre. Y cosas por el estilo.

Después de aquello, Shane Homes empezó a diseñar las casas de acuerdo con las especificaciones recibidas de las señoras, solicitando a sus clientas un cuadro de necesidades, antes de construirlas. Y les pareció haber dado con la piedra filosofal el hecho de atender las sugerencias de las damas.

Muchas empresas en el mundo, desoyen lo que sus clientas les indican, incurriendo por ello en un grave riesgo financiero, pues si no son capaces de adaptar sus productos a lo que ellas demandan, pueden acabar en la banca rota.

Las mujeres controlan las compras y dirigen un cambio en nuestra economía, según Michael J. Silverstein, de Boston Consulting Group. Quizás estamos en el primer paso de una sociedad matriarcal, dice. Las mujeres ganarán más dinero que los hombres si esta tendencia se mantiene hasta el 2028.

La tendencia se ha estado intensificando en los últimos 10 años en que se ha producido una erosión gradual en el equilibrio de poder en la familia; un nuevo equilibrio psíquico se está originando en el seno familiar.

Es sabido que las mujeres llevan normalmente el control de la economía familiar, pero empiezan a comportarse como jefes de compras profesionales.

En nuestro país está empezando también a suceder algo similar. Cada vez más mujeres tienen una carrera profesional como anteriormente tenían únicamente los hombres. Algunas parejas deciden que el marido se ocupará de las cosas del hogar, mientras la esposa trabaja fuera, pues su salario y perspectivas profesionales son mejores que las de ellos. Las mujeres tienen ingresos crecientes y disponen de su dinero en la forma que más les conviene. Agencias de viajes, fabricantes de coches y otras empresas, empiezan a ser muy conscientes que su oferta ha de adaptarse al “gusto femenino”, pues son las mujeres quienes deciden qué viaje de vacaciones realizará la familia o qué coche le conviene adquirir.

Según el Instituto Nacional de Estadística, en las pruebas de acceso a la universidad, las mujeres obtienen un porcentaje de aprobados mayor que los hombres. Ya en 2004 el 58,1% de los aspirantes a ingresar en la Universidad eran mujeres y aprobaron el 80,8% de las que se presentaron. En el caso de los hombres el porcentaje de aprobados era del 78,8%, un 2% menos que las mujeres. Y de acuerdo con la estadística del INE sobre población activa, el 51% son mujeres, en el segundo trimestre de 2006. La estadística podrá variar puntualmente pero la tendencia es clara.

Es cierto, sin embargo que, en términos generales, las mujeres siguen estando peor pagadas que los hombres, pero en valor absoluto, comienza a haber muchas mujeres tomando decisiones de compra y más vale que las empresas afectadas por esta nueva situación, pongan también mujeres al frente de sus departamentos de marketing para captar por afinidad, este creciente y trascendental segmento de mercado si no quieren quedarse fuera de él. Deberán hacer esfuerzos –muchas empresas ya lo hacen– para conquistar a esa base de clientes creciente, “que alardea de músculo financiero y mayor libertad que nunca”. Esto está cambiando.

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