Primera jornada de la Champions y … mais do mesmo. Los gallos del año pasado han empezado sólidos y con eficacia. El Barça goleó con facilidad a un débil Levski búlgaro, que recibió agua y goles en el Camp Nou como para estar unas cuantas semanas sin salir de Sofía. El Milan y el Chelsea por su parte, sin tanta brillantez, pero también con rivales de más enjundia – AEK y Werder Bremen – solventaron bien sus compromisos. Casi nadie a día de hoy puede discutir que son los tres principales outsiders para la consecución del título continental.

El “segundo nivel” de equipos fuertes ofreció de todo un poco. El Bayern Munich mostró su poderío en casa ante el Spartak moscovita, el Valencia doblegó a un siempre complicado Olympiacos en su feudo - dejando aparcadas momentáneamente su trifulcas técnicas internas -, mientras que el Liverpool – medianete - empató a domicilio.

Mención aparte merecen R. Madrid e Inter, dos grandes venidos a menos, que hicieron honor a su reciente trayectoria en competiciones europeas, palmando con justicia ante dos rivales de menor enjundia.

El Inter ha formado una escuadra realmente poderosa este año, pues nadie puede dudar de la calidad e imponente presencia física de los Ibrahimovic, Vieira o Grosso; esto unido a lo que ya tenían de la temporada anterior, les conforma como aspirantes a todo. Pese a su buen inicio de Calcio, el miércoles naufragaron en Lisboa, ante un buen Sporting. Margen de mejora amplio para los neriazzurri.

Que me perdone el Olympique Lyonnais por lo de menor enjundia, porque ciertamente, los franceses desarbolaron a los merengues de principio a fin, con un derroche físico y técnico excepcional; hasta el gran Cannavaro pareció una sombra de sí mismo; si Casillas no hubiese tenido una buena noche, palizón.

A ver si lo que falla es el color de la camiseta: habrá que probar azul, azulgrana… (perdón). El partido que se marcaron Govou, Abidal y compañía frente a los cracks mediáticos de La Castellana fue soberbio. Y no es la primera vez que se lo hacen.

Si algo parece claro es que el sello de Capello está por aparecer y trabajo tiene el transalpino; el que creyera haber visto algo en la goleada al Levante se equivocaba. Sigue habiendo anarquía, desorden, falta de ritmo, de bandas y endeblez defensiva.
Es evidente que la calidad y la capacidad de pegada – a cuentagotas – que destilan Beckham, Van Nistelrooy y compañía no es suficiente para lidiar en Europa con garantías.

Tiempo al tiempo, esto no ha hecho nada más que empezar, pero ciertos vicios y virtudes en nuestros grandes se mantienen incólumes.