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'El principado de la Fortuna'

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Nos enorgullece comprobar, una vez más,  que el espacio que dedicamos a publicaciones por entregas sirve para el objetivo para el que lo habíamos destinado: acoger a voces que surgen en una crisis que no dispone de espacio o tiempo para las culturas que rezuman en todas las crisis. Publicamos semanalmente capítulos de la novela evocada en el título  durante meses y tuvo una audiencia media de 300 visitas diarias. Ahora sale publicada por Círculo Rojo. La portada irrita. No hay tuaregs o Sahara;  representa esa imagen confusa y estereotipada con la que tendemos, tan cómodamente, a imaginarnos un desierto y el drama de las poblaciones de Azawad, que es el hilo argumental de la novela: la última insurrección tuareg desde la primavera hasta finales del otoño de 2012.

Ya no  recortamos y pegamos los capítulos de las novelas que se publican por entregas, como lo hacían los lectores del XIX y de una parte del XX. La “boutade” de la portada afecta, sin lugar a dudas, en la lectura del primer capítulo, que aislado, en la publicación por entregas, nos podía parecer una mera crónica, como han indicado algunos lectores. Ahora, los datos que proporciona Ahmed Lakkhoua a su esposa aparecen más como los decorados en los que se presenta el drama de unas poblaciones que son ninguneadas por la actualidad y por la portada.

Parece simplista el ejemplo, pero la lectura de la novela completa nos pone ante un tinglado de tramoyas que antes no veíamos. Los datos aislados pueden incomodar; pero activan dramatismo cuando sirven de referente a otra de las “boutades” de la novela. Así, el drama de la última insurrección tuareg nos es relatado por personajes de los entornos de Yves de la Hay, alto funcionario del Quai d’Orsay y de Ahmed Lakkhoua, poderoso empresario tuareg y uno de los interlocutores privilegiados de la diplomacia gala en la región del Sahara.

Las provocaciones son muchas. El título indica una muy interesante: Inocencio VI erigió el principado de la Fortuna en beneficio de Luis de la Cerda. Este principado juega un gran papel en la novela y sin embargo no se menciona  el archipiélago canario.

No aparecen  en capítulos en los que abundan los datos del presente y del pasado, solamente lo hacen en perspectivas más complejas, en las que los hechos reales se mezclan con las historias contadas y o vividas por los personajes imaginarios que nos cuentan el drama, que nunca deja de ser objeto de la novela. Aquí chirrían los contrastes, como ejemplo, una escena en la que la señora de la Hay pide que se le prepare ante sus ojos un bogavante a la armoricana, que incluye el pelado y corte del animal en vida y la visión de los estertores  de las lonchas que se resisten a morir en la sala. Es una escena muy chocante en el capítulo,  pero en otro, vemos que, en ese mismo momento, Yves y Ahmed viven uno de sus momentos de sinceridad;  intervienen en el drama, son sitiados junto a un centenar de representantes de  las poblaciones afectadas y son liberados por las últimas, pese  a la esperpéntica tentativa de liberación que su madre, en nombre de la diplomacia francesa, ha iniciado con su plato preferido,” le hommard à l’armoricaine”.  El tinglado va aún mucho más lejos, porque esta misma diplomacia francesa, tan presente en la novela, en aquel mismo momento culmina  importantes acuerdos en la comunidad internacional para una intervención armada, una obvia falsa resolución del conflicto.


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Hay, asimismo, provocación en los datos. Así, la empresa semipública Areva, que explota minas de uranio en territorio tuareg, aunque no en Azawad, a cielo abierto y sin proteger a una mano de obra muy barata, de procedencia tuareg, ha tomado el nombre de Arévalo.  Allí se vivieron muchas intrigas de la reina viuda del rey de Castilla, Isabel de Portugal, de los hijos de la misma, Alfonso e Isabel, de Fernando de Aragón… intrigas que tuvieron impacto en las políticas de una época dilatada, cuando pasábamos  a la edad moderna. Allí se formó, asimismo el fundador de la orden de Jesús, Ignacio de Loyola.

Hay mucho morbo  y abundan los personajes morbosos, como los famosos Borgias. Hay incluso, ¿cómo no?, asesinatos oscuros. Todo ello produce una mezcla que amenaza explotar, pero que nunca lo hace, porque todo encaja, no se sabe cómo, pero encaja y hace amena la lectura de una novela, aparentemente tan cargada. No nos molestan los datos de la actualidad o de la historia, no tenemos, para nada, que cargar con ellos, pero, nos  dan sólidas perspectivas del drama. El morbo, la provocación y el crimen nos distancian y nos acercan al mismo, siempre presente, pero que vemos como si estuviéramos en una noria de luces de colores. La magia de esta novela no puede fraccionarse en entregas. Hay que cortar y pegar para alcanzarla. ¿Boutade? ¿Provocación?

'El principado de la Fortuna'

Carlos Ortiz de Zárate
martes, 15 de octubre de 2013, 07:53 h (CET)

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Nos enorgullece comprobar, una vez más,  que el espacio que dedicamos a publicaciones por entregas sirve para el objetivo para el que lo habíamos destinado: acoger a voces que surgen en una crisis que no dispone de espacio o tiempo para las culturas que rezuman en todas las crisis. Publicamos semanalmente capítulos de la novela evocada en el título  durante meses y tuvo una audiencia media de 300 visitas diarias. Ahora sale publicada por Círculo Rojo. La portada irrita. No hay tuaregs o Sahara;  representa esa imagen confusa y estereotipada con la que tendemos, tan cómodamente, a imaginarnos un desierto y el drama de las poblaciones de Azawad, que es el hilo argumental de la novela: la última insurrección tuareg desde la primavera hasta finales del otoño de 2012.

Ya no  recortamos y pegamos los capítulos de las novelas que se publican por entregas, como lo hacían los lectores del XIX y de una parte del XX. La “boutade” de la portada afecta, sin lugar a dudas, en la lectura del primer capítulo, que aislado, en la publicación por entregas, nos podía parecer una mera crónica, como han indicado algunos lectores. Ahora, los datos que proporciona Ahmed Lakkhoua a su esposa aparecen más como los decorados en los que se presenta el drama de unas poblaciones que son ninguneadas por la actualidad y por la portada.

Parece simplista el ejemplo, pero la lectura de la novela completa nos pone ante un tinglado de tramoyas que antes no veíamos. Los datos aislados pueden incomodar; pero activan dramatismo cuando sirven de referente a otra de las “boutades” de la novela. Así, el drama de la última insurrección tuareg nos es relatado por personajes de los entornos de Yves de la Hay, alto funcionario del Quai d’Orsay y de Ahmed Lakkhoua, poderoso empresario tuareg y uno de los interlocutores privilegiados de la diplomacia gala en la región del Sahara.

Las provocaciones son muchas. El título indica una muy interesante: Inocencio VI erigió el principado de la Fortuna en beneficio de Luis de la Cerda. Este principado juega un gran papel en la novela y sin embargo no se menciona  el archipiélago canario.

No aparecen  en capítulos en los que abundan los datos del presente y del pasado, solamente lo hacen en perspectivas más complejas, en las que los hechos reales se mezclan con las historias contadas y o vividas por los personajes imaginarios que nos cuentan el drama, que nunca deja de ser objeto de la novela. Aquí chirrían los contrastes, como ejemplo, una escena en la que la señora de la Hay pide que se le prepare ante sus ojos un bogavante a la armoricana, que incluye el pelado y corte del animal en vida y la visión de los estertores  de las lonchas que se resisten a morir en la sala. Es una escena muy chocante en el capítulo,  pero en otro, vemos que, en ese mismo momento, Yves y Ahmed viven uno de sus momentos de sinceridad;  intervienen en el drama, son sitiados junto a un centenar de representantes de  las poblaciones afectadas y son liberados por las últimas, pese  a la esperpéntica tentativa de liberación que su madre, en nombre de la diplomacia francesa, ha iniciado con su plato preferido,” le hommard à l’armoricaine”.  El tinglado va aún mucho más lejos, porque esta misma diplomacia francesa, tan presente en la novela, en aquel mismo momento culmina  importantes acuerdos en la comunidad internacional para una intervención armada, una obvia falsa resolución del conflicto.


15oct13carlosortiz2
Hay, asimismo, provocación en los datos. Así, la empresa semipública Areva, que explota minas de uranio en territorio tuareg, aunque no en Azawad, a cielo abierto y sin proteger a una mano de obra muy barata, de procedencia tuareg, ha tomado el nombre de Arévalo.  Allí se vivieron muchas intrigas de la reina viuda del rey de Castilla, Isabel de Portugal, de los hijos de la misma, Alfonso e Isabel, de Fernando de Aragón… intrigas que tuvieron impacto en las políticas de una época dilatada, cuando pasábamos  a la edad moderna. Allí se formó, asimismo el fundador de la orden de Jesús, Ignacio de Loyola.

Hay mucho morbo  y abundan los personajes morbosos, como los famosos Borgias. Hay incluso, ¿cómo no?, asesinatos oscuros. Todo ello produce una mezcla que amenaza explotar, pero que nunca lo hace, porque todo encaja, no se sabe cómo, pero encaja y hace amena la lectura de una novela, aparentemente tan cargada. No nos molestan los datos de la actualidad o de la historia, no tenemos, para nada, que cargar con ellos, pero, nos  dan sólidas perspectivas del drama. El morbo, la provocación y el crimen nos distancian y nos acercan al mismo, siempre presente, pero que vemos como si estuviéramos en una noria de luces de colores. La magia de esta novela no puede fraccionarse en entregas. Hay que cortar y pegar para alcanzarla. ¿Boutade? ¿Provocación?

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