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Ya no hay guerras salvajes

Pascual Mogica
Pascual Mogica
viernes, 8 de septiembre de 2006, 21:38 h (CET)
Cuando se habla de guerras, cuando hay guerras, siempre me vienen a la mente esas imágenes del medievo cuando los soldados y caballeros se "atizaban" con esas enormes masas "adornadas" con puntas de acero con las que machacaban el cráneo a sus adversarios o se batían a mandobles con esos enormes espadones, o traspasaban el cuerpo de su enemigo con aquellas flechas lanzadas desde potentes ballestas y con aquellas imponentes picas, eso cuando no lanzaban aceite hirviendo sobre los que pretendían asaltar el castillo mediante escaleras.

Esas horrorosas láminas que reflejan lo que es una guerra a lo bestia, yo las comparaba con las actuales. Pero no, yo estaba equivocado, ya no hay guerras "a lo bestia" ahora hay normas, reglamentos y baremos legales, como en la Champions League, que le dan a las guerras un carácter más serio y formal al propio tiempo que hacen que nadie pueda cometer ninguna salvajada.

A raíz del alto el fuego en Líbano, ha habido reproches hasta por parte de la ONU a los judíos a los cuales se les acusa de haber empleado bombas de racimo, ese peligroso artefacto que se desparrama por todas partes sin hacer explosión y que sirve para que los niños palestinos y libaneses se las encuentren y "jueguen" con ellas hasta que estas explotan y en el mejor de los casos solo les dejan mutilados.

El ejército israelí ha respondido a las críticas de la ONU y en un breve comunicado ha afirmado que "las bombas de racimo son legales bajo ley internacional y las fuerzas armadas de Israel utilizan esas municiones en acuerdo con baremos internacionales". O sea, que se puede "freír" a bombazos a los civiles porque, acabo de enterarme ahora, eso está autorizado por ley y además baremado. Lo del baremo no lo acabo de entender a no ser que se refiera a una tabla donde se indique hasta que punto puede ser potente y el grado de "mala leche" que pueda tener el "petardo" que a los inocentes les pueda "caer del cielo". Es decir que en una guerra la población civil no esta "nominada" para sufrir y morir, lo que está es "baremada".

Decenas de miles de casas han sido destruidas durante los 34 días que duró la guerra en Líbano. Decenas de miles de viviendas cuya reconstrucción van a tener que pagar entre todos los países que no han tenido nada que ver con la misma. De momento son 700 los millones de euros que se han recaudado de los cuales casi treinta los ha aportado España. Los judíos rompen y los demás ¡a pagar! Así da gusto. Luego hay quien se queja de que algunos les tengan ojeriza.

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Lo que voy a decir no se apoya -no lo pretende, además lo rechaza- en ningún argumento científico. Rechazo en general lo científico porque proviene, tal caudal de conocimiento, de la mente humana matemática, fajada y limitada, sobre todo no mente libre sino observante desde muchos filtros atascados de prejuicios.

No es ninguna novedad que vivimos en un tiempo donde el pulso de la coexistencia social parece haberse acelerado en una deriva incomprensible, enfrentándonos con la paradoja de una humanidad cada vez más próxima, sin que ello se traduzca necesariamente en la cercanía o comprensión mutua.

El filólogo humanista Noam Chomsky decía que “si no se está de acuerdo con una cuestión, el hecho de formular y escuchar críticas, forma parte de la convivencia, y así se espera que sea”. De este modo, Chomsky argumenta el derecho y obligación a ejercer la crítica como proceso para la construcción de la convivencia.

 
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