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Para qué cambiar si los jóvenes frustrados que salen de las escuelas lo hacen convencidos de que el estatismo, gracias al cual ellos viven a cuerpo de rey, es lo mejor

La mala educación

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No hay manera. Creen que la educación, destrozada por la implementación de su sistema educativo, que es el que vienen sufriendo generaciones de españoles desde los años 80, es su predio particular. Y no admiten cambio alguno. Les gusta que el 30% de los alumnos fracasen o que un porcentaje similar acabe el bachillerato sin entender un breve y sencillo texto escrito, es decir, siendo analfabeto funcional, que es algo aún peor que el no funcional puesto que la víctima cree saber y entender. Rubalcaba lo dejaba claro. Si él y sus huestes llegan al gobierno, derogarán ese tímido parchecito del PP llamado LOMCE. Como hicieran con la ley de calidad que propuso el gobierno de Aznar en su día.

Tiene su lógica. Al fin y al cabo Alfredo Pérez Rubalcaba es, junto a Marchesi y Maravall, uno de los padres de la LOGSE. Se trata de esa escuela pedagógica que ha destrozado la enseñanza primaria, la secundaria, destruido miles de mentes infantiles, liquidado el prestigioso cuerpo de catedráticos de instituto y que tiene patas arriba y llena de sectarios con ínfulas las universidades españolas, que no se encuentran entre las 150 mejores del mundo, para bochorno de cualquiera con dos dedos de frente y satisfacción de socialistas y nacionalistas. Y es que ya lo dijo el entonces ministro Maravall, cuando el cojo Manteca –ya fallecido- se convertía en un ídolo nacional a lo Sánchez Gordillo durante las huelgas contra la modificación de las leyes educativas: “hay que secuestrar el alma de los niños”.

Y desde entonces ese secuestro de almas infantiles perpetrado por el consenso es el que ha regido, con la colaboración cómplice de profesores y padres, los unos por sectarismo y los otros por comodidad, la enseñanza en España. Pese a que una de las claves para salir de la crisis sería la derogación de la igualitaria y nefasta escuela comprensiva, nada quieren cambiar. Para qué si los jóvenes frustrados que salen de las escuelas lo hacen convencidos de que el estatismo, gracias al cual ellos viven a cuerpo de rey, es lo mejor.

La mala educación

Para qué cambiar si los jóvenes frustrados que salen de las escuelas lo hacen convencidos de que el estatismo, gracias al cual ellos viven a cuerpo de rey, es lo mejor
Almudena Negro
martes, 8 de octubre de 2013, 07:40 h (CET)
No hay manera. Creen que la educación, destrozada por la implementación de su sistema educativo, que es el que vienen sufriendo generaciones de españoles desde los años 80, es su predio particular. Y no admiten cambio alguno. Les gusta que el 30% de los alumnos fracasen o que un porcentaje similar acabe el bachillerato sin entender un breve y sencillo texto escrito, es decir, siendo analfabeto funcional, que es algo aún peor que el no funcional puesto que la víctima cree saber y entender. Rubalcaba lo dejaba claro. Si él y sus huestes llegan al gobierno, derogarán ese tímido parchecito del PP llamado LOMCE. Como hicieran con la ley de calidad que propuso el gobierno de Aznar en su día.

Tiene su lógica. Al fin y al cabo Alfredo Pérez Rubalcaba es, junto a Marchesi y Maravall, uno de los padres de la LOGSE. Se trata de esa escuela pedagógica que ha destrozado la enseñanza primaria, la secundaria, destruido miles de mentes infantiles, liquidado el prestigioso cuerpo de catedráticos de instituto y que tiene patas arriba y llena de sectarios con ínfulas las universidades españolas, que no se encuentran entre las 150 mejores del mundo, para bochorno de cualquiera con dos dedos de frente y satisfacción de socialistas y nacionalistas. Y es que ya lo dijo el entonces ministro Maravall, cuando el cojo Manteca –ya fallecido- se convertía en un ídolo nacional a lo Sánchez Gordillo durante las huelgas contra la modificación de las leyes educativas: “hay que secuestrar el alma de los niños”.

Y desde entonces ese secuestro de almas infantiles perpetrado por el consenso es el que ha regido, con la colaboración cómplice de profesores y padres, los unos por sectarismo y los otros por comodidad, la enseñanza en España. Pese a que una de las claves para salir de la crisis sería la derogación de la igualitaria y nefasta escuela comprensiva, nada quieren cambiar. Para qué si los jóvenes frustrados que salen de las escuelas lo hacen convencidos de que el estatismo, gracias al cual ellos viven a cuerpo de rey, es lo mejor.

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Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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