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Celebración en la ciudad dónde abundan las pegatinas que dicen “I used to skate”

X games: cuando un trozo de California aterrizó en Barcelona

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Como la incongruencia se ha convertido en un fenómeno atmosférico más del planeta, en el que está más aceptado robar dinero público que aprobar leyes sacadas del medievo y decir la verdad es más peligroso que meter lejía en botellas de agua, me dirigí un tanto escéptica a los X Games Barcelona, una ciudad con un ayuntamiento poco amable con los skaters en los últimos años pero consciente de lo que vende esa preciosa estampa de jóvenes haciendo piruetas con la Sagrada Familia de fondo.




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Gradas abarrotadas en Barcelona. /DANI RÓDENAS
La ciudad está acostumbrada al ruido de las ruedas sobre el asfalto (tanto de tablas como carros de la compra o maletas) pero esta competición nos enfrentábamos a algo completamente distinto: parecía que algún dios con dilataciones había arrancado un pedazo de California o Los Ángeles con su skate park y sus locales, colocándola en pleno Montjuïc. En los altavoces, clásicos del género: “My Generation” de Limp Bizkit, “Breaking the law” de Judas Priest, “I wanna get high” de Cypress Hill y unas incontables veces lo nuevo de 50 cent, “We up”, que estuvo el sábado en Poble Espanyol.

El domingo el sol pegaba fuerte en la grada y la final se cocía en el skate park. Los trucos no terminaban de arrancar a un público probablemente con el cerebro hervido. Cuando Curren Caples, ese chavalín californiano de 17 años convirtió en oleaje ese espacio, convirtiendo su tabla de skate en una de surf, los asistentes comenzaron a entusiasmarse. Delgadito y puro nervio, fue increíble como se movía por las rampas. Pero Caples se declara mucho más de olas que de asfalto. Disfruta, pero no es su campo, así que se quedó con la plata. El que sí apasionó fue Pedro Barros, brasileño, que le arrebató el oro a golpes y trucos de impresión.

El impacto continuó: un cambio brusco de tiempo dejó a su paso un riesgo imposible de asumir para la realización del Rallycoss programado con figuras como Travis Pastrana en el Estadi Olímpic. Un espectáculo que prometía y que cambió su propuesta por un reembolso de las entradas. No era cuestión de teñir de sangre el acontecimiento. La siguiente emocionante competición del día tuvo lugar en el Palau Sant Jordi. Después de los Whip it, en los que Edgar Torronteras se llevó el oro, llegaron los BMX Big Air.


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Espectáculo garantizado en Montjüic. /DANI RÓDENAS
Bicivoladores haciendo piruetas en inmensas rampas que casi rozaban el techo del pabellón. Empezaron bien fuerte: Colton Satterfield arriesgó en la primera ronda, así que el resto tuvo que hacer lo propio. Finalmente se quedó con el bronce, Vince Byron con la plata y Zack Warden, en el día del cumpleaños de su madre, con el oro.

Los participantes, cuando se les preguntaba por sus anhelos al recibir el premio todos coincidían: “lo único que quiero es seguir practicando, haciendo lo que más me gusta”. Ironía que lo digan en una ciudad repleta de pegatinas que rezan: “I used to skate” (yo solía hacer skate) en una silenciosa rebelión del gremio por las continuas denuncias y molestias causadas por las fuerzas del orden.

X games: cuando un trozo de California aterrizó en Barcelona

Celebración en la ciudad dónde abundan las pegatinas que dicen “I used to skate”
Teresa Gascón
viernes, 24 de mayo de 2013, 09:37 h (CET)
Como la incongruencia se ha convertido en un fenómeno atmosférico más del planeta, en el que está más aceptado robar dinero público que aprobar leyes sacadas del medievo y decir la verdad es más peligroso que meter lejía en botellas de agua, me dirigí un tanto escéptica a los X Games Barcelona, una ciudad con un ayuntamiento poco amable con los skaters en los últimos años pero consciente de lo que vende esa preciosa estampa de jóvenes haciendo piruetas con la Sagrada Familia de fondo.




skate_2
Gradas abarrotadas en Barcelona. /DANI RÓDENAS
La ciudad está acostumbrada al ruido de las ruedas sobre el asfalto (tanto de tablas como carros de la compra o maletas) pero esta competición nos enfrentábamos a algo completamente distinto: parecía que algún dios con dilataciones había arrancado un pedazo de California o Los Ángeles con su skate park y sus locales, colocándola en pleno Montjuïc. En los altavoces, clásicos del género: “My Generation” de Limp Bizkit, “Breaking the law” de Judas Priest, “I wanna get high” de Cypress Hill y unas incontables veces lo nuevo de 50 cent, “We up”, que estuvo el sábado en Poble Espanyol.

El domingo el sol pegaba fuerte en la grada y la final se cocía en el skate park. Los trucos no terminaban de arrancar a un público probablemente con el cerebro hervido. Cuando Curren Caples, ese chavalín californiano de 17 años convirtió en oleaje ese espacio, convirtiendo su tabla de skate en una de surf, los asistentes comenzaron a entusiasmarse. Delgadito y puro nervio, fue increíble como se movía por las rampas. Pero Caples se declara mucho más de olas que de asfalto. Disfruta, pero no es su campo, así que se quedó con la plata. El que sí apasionó fue Pedro Barros, brasileño, que le arrebató el oro a golpes y trucos de impresión.

El impacto continuó: un cambio brusco de tiempo dejó a su paso un riesgo imposible de asumir para la realización del Rallycoss programado con figuras como Travis Pastrana en el Estadi Olímpic. Un espectáculo que prometía y que cambió su propuesta por un reembolso de las entradas. No era cuestión de teñir de sangre el acontecimiento. La siguiente emocionante competición del día tuvo lugar en el Palau Sant Jordi. Después de los Whip it, en los que Edgar Torronteras se llevó el oro, llegaron los BMX Big Air.


gascon
Espectáculo garantizado en Montjüic. /DANI RÓDENAS
Bicivoladores haciendo piruetas en inmensas rampas que casi rozaban el techo del pabellón. Empezaron bien fuerte: Colton Satterfield arriesgó en la primera ronda, así que el resto tuvo que hacer lo propio. Finalmente se quedó con el bronce, Vince Byron con la plata y Zack Warden, en el día del cumpleaños de su madre, con el oro.

Los participantes, cuando se les preguntaba por sus anhelos al recibir el premio todos coincidían: “lo único que quiero es seguir practicando, haciendo lo que más me gusta”. Ironía que lo digan en una ciudad repleta de pegatinas que rezan: “I used to skate” (yo solía hacer skate) en una silenciosa rebelión del gremio por las continuas denuncias y molestias causadas por las fuerzas del orden.

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