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En el palacete de Ahmed Lakkhoua. Anochecer del 7 de abril de 2012

El Principado de la Fortuna/Capítulo VII

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G El Principado de la Fortuna/Capítulo VI

El sueño de Yves

Hoy ha sido un día fatídico para la campaña electoral de Sarkozy; los franceses bereberes mostraron, en una petición publicada el pasado jueves, que alcanzan la cifra de 2 millones y que desaprueban las reticencias francesas a aceptar la proclamación de la independencia de Azawad, reivindicada por los bereberes tuaregs. Pese a todo, la convocatoria al Día Internacional de Solidaridad con Azawad, celebrada hoy frente a la Asamblea Nacional, no ha sido un éxito. No se puede decir lo mismo de la conmemoración del decimoctavo aniversario del genocidio tutsi, ante el Muro de la Paz, en Trocadero.

En efecto, la segunda cohabitación entre un presidente socialista, Mitterrand y un gobierno gaullista, Balladur, apoyó al régimen de Habyarimana, y envió oficiales franceses para colaborar con el alto mando militar ruandés, en 1990. Desde esta fecha, Francia estaba al corriente de la operación de exterminio que programaban sus socios, como testimonió el embajador francés en Kigali ante la Misión Informativa que se constituyó en la Asamblea Nacional para depurar responsabilidades, en 1998.

Los hechos son graves y afectan a Sarkozy, porque muchos de los implicados en el exterminio de algo más de un millón de tutsis, residen en Francia y no se ha hecho aún nada para llevarlos ante los tribunales. Además, el actual ministro de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, lo era en aquel momento.

El presidente de la República, como dice Sophie, está de los nervios. No es el momento para que las políticas africanas francesas ocupen el primer plano de la escena. Además de numerosos intelectuales, la Unión de Estudiantes Judíos de Francia hace causa común con las víctimas tutsis. Son muchos votos en juego y los gestos del presidente no han servido para calmar las exigencias de quienes reclaman que los culpables comparezcan ante la justicia.

Todo el peso ha caído sobre la pobre Sophie y ésta no ha dudado en hacérmelo compartir. He tenido que dejar de lado las memorias de mis supuestos antepasados y recurrir a todas mis relaciones para dar argumentos a mi jefa de gabinete.

Felizmente aquí no rigen las terribles restricciones del Quai d’Orsay. Por mucho que lo intente, no puedo ponerme en el lugar de mis colegas. Recurro a todas las fuerzas disponibles, pero no puedo; cualquiera de las ideas que se me ocurren se desparrama en tímidos granitos de arena frente a unos muros bien blindados. Lucho con todas mis fuerzas para encontrar los argumentos que me reclama Sophie, pero todo lo que se me ocurre es automáticamente fumigado Tengo que encontrarlo en el discurso de Moussa Ag Attahar, que es un excelente portador del MNLA. Repito el video, cuyo enlace me ha envida Sophie desde que ha terminado el acto bereber, que no ha reunido sino algo más de un centenar, frente a la Asamblea Nacional. Por el contrario, el decimoctavo aniversario de la masacre de los tutsi, ante el muro de la Libertad, en Trocadero, ha tenido más impacto institucional, con la representación de la alcaldía de Paris, del mundo académico, de defensores de derechos humanos y de grupos interesados por la denuncia del genocidio y o de la impunidad que goza el mismo frente a un poder judicial que se doblega.

La última convocatoria, obviamente, ha reunido algo más de público, pero no han significado gran cosa en la actualidad de París.

Sophie está sorprendida con mi deriva.
-¿A quién le importa eso?

-A mí.

-Ya… Mastúrbate un rato, monín. Me temo que tendré que entregarlo sin que hayas visto la luz. Ya sabía que me las tendría que arreglar solita, como siempre. Si no dejas ese hueso, te corto y me pongo a redactar lo que me salga.

-Sabes que no quieren una milonga.

Me ha cortado. Así, como ella, me puedo dedicar a lo mío. El portavoz del MNLA ha aludido al genocidio sufrido por los tuaregs desde que Francia desoyó la petición de los representantes de este pueblo, en 1958, cuando la metrópoli se planteaba anexionar Azawad a Mali. Lo hizo en 1960 y así inició el calvario de los peticionarios que eran despojados, por su nuevo estado, de los pastos de sus ganados trashumantes. Habían sido cedidos, en parcelas, a las poblaciones sedentarias. Fue un grave error. Los desposeídos agotaban sus recursos, en una región empobrecida y minada por los tráficos de armas, de drogas, de armas y de lo que generan esos mercados. Ha habido, desde entonces, sequías genocidas cada 10 años. Nuestras políticas les obligaron a sublevarse y a cada rebelión se produce un nuevo genocidio.

No ha calado ese mensaje. Si lo hubiera hecho, los de Trocadero habrían asistido al acto de los de la Asamblea Nacional y recíprocamente, puesto que los horarios eran diferentes. ¿Por qué no ha calado, cuando estaba en el discurso?.

No sé cuántas veces lo he escuchado. Soy arrastrado hacia los charcos de sangre que enmarcan los degollados tuaregs, tutsis, palestinos o judíos de la judería de Sevilla. Visto mi túnica tuareg y estoy obsesionado con la necesidad de preservar su azul añil. Estoy a punto de explotar cuando escucho la potente voz.

-Tienes que quitártela y ponerte ésta. Es una túnica cuyo albor me abruma. Más allá veo su cara. Es Johanna, la viuda de Ángel Sevilla IV, travestida en Julieta. No me quiero quitar mi túnica, pero ella no me permite escuchar sino su llamada y el ansia de quitarme todo lo que pudiera limitar el contacto entre los cuerpos.

Se arma un griterío que se impone; son las voces, angustiadas de las víctimas, son los charcos de sangre que me cercan.

Johanna me extiende una estela que me permitirá sortearlos. No puedo moverme y empiezo a sentirme húmedo. Me desgarran las nauseas y no puedo vomitar. Johanna me tiende una toalla. No puedo cogerla…

Estoy erecto, tiene que estallar. Estalló. Grito.

-Ha sido una pesadilla
Es Ahmed y quienes han rebajado el ardor de mi frente, mis fieles hadas. ¿Cuánto tiempo llevan aquí, que he hecho mientras estaban? Son preguntas que difícilmente podré responderme: me han desnudado, bañado y metido en la cama. ¡Qué corte! En cualquier caso, todo el mundo pretende no haber visto u oído nada.

Ya me encuentro perfectamente cuando los «servidores» nos han dejado solos. Ataca desde que se cierra la puerta.

-Creo que hay algo que te gustaría contarme.
No sé lo que cree o deje de creer. No siento que me apeteciera contárselo, me intimida. Tampoco pienso que deban interesarle mucho mis rollos con Sophie, pero me escupe.

-Aisha no comprende mi estrategia, cree que se pueden hacer las cosas mejor. Por ejemplo no comprende que no hayamos hablado de tus necesidades sexuales. -Bueno, estoy un poco confuso y fuera de mi pecera…

-Podías haber preguntado. De hecho, tus servidores y servidoras también están un poco confusos con alguien como tú, que pareces blindado a sus dardos. Créeme, querido hermano, no solamente les estás ofendiendo, sino que ofendes al mismo tiempo al anfitrión, que soy yo. Aisha, como buena estadounidense, te hubiera planteado el tema el primer día, en las capitulaciones de tu llegada. El tiempo es oro para ella.

Tampoco comprende que no hayamos encontrado una alternativa; después de todo, AQMI está en Azawad junto al MNLA. …No comprende que no es momento de capitalizar a unos socios no deseados. Aisha responde que nuestras comisiones capitalizarán nuestra empresa en un momento en que ésta languidece frente a las atractivas ofertas con las que una cada vez más agresiva competencia, nos despoja de nuestras clientelas. Según ella, lo que el MNLA necesita con urgencia es que nuestra empresa sea lo suficientemente fuerte como para mantener su voz, como lo estamos haciendo.

No puedo evitar que se me escapen rasgos de la nausea que me invade. Me parece escuchar la voz de Johanna. La que imagino, tras el delirio de Ángel Sevilla IV. Lamento que todo este rollo retrase la lectura. No espero que la bella veneciana aclare mucho más que sus predecesores y temo incluso, que su ocultación será más taimada, pero necesito escuchar otro registro, Ahmed capta mi malestar y remata mi pensamiento.

-En efecto, lo que viene a decir Aisha es que nuestra empresa es un pilar que ha mantenido durante siglos el grito de unos tuaregs encerrados en Estados ajenos al tránsito caravanero.

-¿Poético?

-¿Patético?

-Es la historia de los Lakkhoua y de los Sevilla. Han estado durante siglos en las escenas de los crímenes y terminan matándose entre ellos…

-Pero aquí estamos, hermano. Somos el mejor aliado de los tuaregs, vendemos sus productos de lujo en todo el mundo. Mostramos su excelencia.

-¿Incluidos seres humanos?

-Si, hermano. Ya sé que tu moral pequeño burguesa lo encontrará deplorable.

Pensamos, como Ángel Sevilla IV, que los rescatamos de una existencia que no les gusta. Son ellos mismos los que deciden formarse. No obligamos a nadie: nos limitamos a seleccionar, formar, promocionar y legalizar. No es hoy tan fácil como entonces; una vez formados los sacamos con un contrato de servicio doméstico en una de nuestras sedes. Aisha se ocupa del resto. Cuando es necesario, diferimos el pago de nuestros servicios hasta que los educados alcancen sus primeros ingresos.

Normalmente son generosos, muy pocos se nos han escapado, porque uno de nuestros objetivos es fidelizar y muchos de ellos son excelentes agentes.

-Prefiero cambiar de tema. No soy un hombre de negocios.

-No se puede renunciar, querido hermano, no se puede renunciar, somos tuaregs.

-En buen lío nos hemos metido.

-¿Tú crees?

Yo no sé lo que creo o dejo de creer. Solamente sé que me he implicado y que siento mucho miedo de los aliados del MNLA. Veo sangre, mucha sangre. Ahmed vuelve a adelantar mi pensamiento.

-Está claro que no vamos a activar a AQMIv -Lo sé, pero temo que ya estén demasiado activados. La actualidad está ya plagada de sus provocaciones. Tenemos que cargar el mensaje sobre el nuevo genocidio que están a punto de sufrir los Tuaregs y sobre la necesidad para Francia de mantener al MNLA como interlocutor.

-Te siento más cercano

Me sorprendo a mismo en un monólogo que necesito sacar. -En efecto. Estoy atrapado por los tuaregs y por la bella Johanna. Con los primeros, tengo que mantener su voz en el Quai y por lo tanto en el informe que tengo que hacer llegar a Sophie antes de que el gran jefe lo reclame, la historia de Johanna la tengo solucionada dejándome seducir sin oponer resistencia, a los encantos de mi « servicio », sin cortarme comiéndome el coco con las « virtudes ». Tengo que trabajar el discurso de la concentración frente a la Asamblea Nacional. Lo tengo que mejorar en mi informe…

- Si continuas escuchando, fumando kif y bebiendo alcohol no lograrás la salida

-¿Qué tengo que hacer; olvidar a Johanna?

-¿Quién te dice que sería mejor que tu «servicio»?. No olvides que es nuestra principal marca, vivimos, sobre todo, de ese producto, hermano y tenemos nuestra clientela en Lobbies. Aisha es más pragmática que yo. ¿No crees que Johanna era mucho más pragmática que Ángel Sevilla IV?

- ¿Y que por eso se lo cargó?

- Y que esa es la razón por la que se los cargaran, aún no sabemos quién o quiénes. -Pienso, más bien, que Ángel Sevilla IV se suicida como buen castrado.

-Yo, desde luego, voy a empezar por dar placer a mi cuerpo.

Se va sin esperar mi respuesta. Me deja solo y no sé cómo empezar para dar placer a mi cuerpo. Antes tengo que dejar muy claro a Sophie, que tendrá que alimentar la paciencia del gran jefe hasta que le llegue el informe. Se ha puesto muy pesada, pero he cortado, como lo había hecho ella conmigo. Ya no tengo excusa. Llamo al servicio. Acude una de las ninfas.. Me olvido de proteger su moral. Capta mi excitación y me mete en la cama. Me tengo que dejar atrapar en sus redes, pero no tengo pensamientos más que para Johanna… Algo va mal. Se retira con tanto silencio como cuando llegó.

Me hierve la frente. No se ha ido, vuelve a ponerme paños fríos, huelo a incienso refrescante. Tiene el cuerpo impregnado de frescura. No he vivido el vuelo de los flamencos rosas. Es algo diferente, como si fuera yo mismo quien se fundiera en los colores del anochecer del Sahara. Toda mi tempestad ha estallado en un orgasmo cómplice. No necesito saber su nombre; sabe follar y hacer de su oficio un arte; es un producto Lakkhoua, la principal fuente de ingresos de la empresa. Sabe hacerse mi cómplice y llevarme de la mano ante el ordenador para que escriba mi informe.

Se sienta a mi lado, en silencio.
-Puedes contármelo, si quieres, imagina que soy el « gran jefe » y que tienes lo que necesito. ¿Qué tienes?

-Nada

-También creías que yo no tenía nada para ti.

- Ha sido un desahogo.

-¿Te molesto?

-Para nada, quiero que te quedes, pero no puedes ayudarme.

-Yo sabría qué decirle, me han enseñado a hacerlo.

No sé qué contestar; nadie me ha enseñado a hacerlo. Necesito que se quede, necesito recibir su aliento. Me pongo a escribir un borrador, escribo sin trabas. Recuerdo al gran jefe que los tuaregs están muy comprometidos en un Azawad que comparten mucho más de lo que quisieran, con Ansar Dine y con AQMI y que nuestra misión prioritaria es un MLNA fuerte. Así lo han dejado patentes las proclamaciones del ministerio de Asuntos Exteriores. Mi presencia en este palacete debe asumir esa misión y es precisamente lo que estoy haciendo Cuanto mejor lo haga antes lo sabrán los detentores los votos que el presidente teme perder.

Era muy fácil; ¿Por qué no se me había ocurrido antes? Esta ninfa de cuyo nombre no quiero acordarme ha conseguido, en mucho menos tiempo, lo que con Sophie ha provocado choques. No necesito escribir el informe. Ella misma se lo dicta a Sophie. Nos hemos quedado un buen rato con nuestros cuerpos fundidos. Me ha dado un tierno beso y se ha ido. He disfrutado de un rato con un yo que parece comprenderse hasta que el maître ha llamado discretamente antes de entrar y me ha preguntado si me apetecía que entrara Ahmed. He pedido unos minutos para ponerme una túnica, servirme un trago y encender un pito.

Ahmed está resplandeciente, como un ángel, puesto que todo hace pensar que ha satisfecho sus pasiones muy a su gusto. Me felicita por el resultado del informe, con Sophie y sobre todo con el gran jefe...

-Me alegro de tus progresos, hermano, aprendes muy rápidamente-me abraza- ahora eres ya un hermano.

No puedo evitar ruborizarme como una colegiala. Me parece una impudicia que conozca tanto mis secretos y me siento aún peor cuando comprendo que probablemente seré objeto de sus conversaciones con Aisha y con Sophie. Todo eso se desvanece con la mirada y el parlamento de Ahmed.

-Ya empezamos a ser un equipo; tenemos que ser el mejor.

-¿Cuándo iremos a Azawad?

-Paciencia, hermano. Te lo dije al principio. No se entra así en el Sahara. Tenemos que dejarlo entrar. Yo he hecho todo lo posible por evitar la dependencia que el MNLA tiene con nuestros enemigos. Ahora estamos en la barca y hay que mantener el timón. Somos más útiles aquí; ninguno de los dos somos guerreros y allí no dispondríamos de esta infraestructura. Ya iremos cuando haga falta proclamar los apoyos que representamos, en el campo de batalla. Esperaba que lo hubieras aprendido con tu lectura de los diarios de nuestros antepasados.

-¿Nuestros? Pensaba que solamente lo eran míos.

-Bueno… no estoy tan seguro. Pienso que hay relaciones íntimas entre Lakkhouas y Sevillas, quiero decir matrimonios y mezcla de sangres hasta el fin de las memorias que nos llegaron.

- Los Lakkhoua siguen la línea de Johanna, las joyas humanas.

-Ya te he explicado que es mi principal fuente de ingresos. Temo que Johanna estaría más de acuerdo con Aisha que conmigo. Ella está convencida de que en este momento nuestra apuesta está por conseguir la bonita suma que alcanzaríamos con las comisiones de la venta de rehenes a Sarkozy. Según ella, esta pasta nos permitiría vitalizar un negocio que languidece, si capitalizamos mantendremos las voz del MNLA en los centros de poder, en caso contrario, nuestra voz se apagará...

-¿No va la Trata?

-Va, pero en ámbitos muy selectos y la demanda apenas llega para cubrir gastos; tenemos que capitalizarnos si queremos sobrevivir. Una recapitalización a tiempo, nos permitiría competir con más holgura. Tenemos una marca que necesita mucha más marcha.

-Comprendo, comprendo y no quiero comprender más. Entiendo que me quieres decir que las muertes de Ángel Sevilla III y IV eran necesarias para el mantenimiento de la empresa. Ambos son unos cínicos pero prefiero al primero. Sí había y hay otra gobernanza. Es un poco lo que persigue mostrar la proclamación de la independencia de Azawad, que hacemos nuestra causa. ¿Tendrán también que eliminarnos a nosotros quienes consideren que impedimos la inmediata recapitalización de la empresa?.

Cuando pronuncio esta frase siento un gran temblor, como un puñal de presagio que me atraviesa.

-¿Tú también lo has sentido?

Me mira con complicidad cargada. Nos abrazamos como hermanos.

Es Sophie
-Tienes más suerte, tío, que si fueras tonto. He escrito el mensaje, pero se lo ha explicado ella. Nada más cierto que tiran más dos buenas tetas que dos carretas. Le ha seducido y cuando le he entregado el informe me ha sonreído agradecido y aún relamiéndose. Ahora hace falta que el gran jefe sepa transmitir esas emociones que lo han conmovido más que convencido. Creo que lo habéis logrado. Hasta a mí misma me habéis convencido de la importancia de vuestra misión. Supongo que sois conscientes de que probablemente tengamos otro gobierno en las elecciones y que podría no estar interesado en dejar testimonios de unas relaciones comprometedoras. Me huele que os estáis dejando impresionar por los relatos y por la bella Johanna, cuya voz estamos todos deseando escuchar.

Ahmed y yo dejamos que su cuerpo y su voz se apoderen del Skype. Nos hemos dejado el ordenador encendido y Sophie se ha interpuesto entre nosotros.

-Tengo en línea a Aisha. Un momento que conecte.

Aisha, nunca la había visto, me recuerda a mi ella cuyo nombre no recuerdo. Las mismas facciones, la misma voz, el saber escuchar. Me mira, también es la primera vez que me ve. Me pongo como una amapola, porque ignoro todo lo que sabrá sobre mi intimidad y ella no me hace sentir mal cuando me pregunta.

-¿Por qué afirmas que tu familia se hizo marrana en el XVIII cuando los Sevilla afirman que tu antepasada desaparecida para ellos lo era?.

Me vuelvo a ruborizar, siquiera sé por qué lo había afirmado, Siempre he pensado que el judaísmo era asunto de mi madre y me parece haberle oído afirmar que nuestra familia era judía desde el XVIII.

Nadie parece querer hablar y tampoco me apetece seguir escuchando. Me llama, a gritos, Johanna.

El Principado de la Fortuna/Capítulo VII

En el palacete de Ahmed Lakkhoua. Anochecer del 7 de abril de 2012
Carlos Ortiz de Zárate
miércoles, 22 de mayo de 2013, 08:42 h (CET)
G El Principado de la Fortuna/Capítulo VI

El sueño de Yves

Hoy ha sido un día fatídico para la campaña electoral de Sarkozy; los franceses bereberes mostraron, en una petición publicada el pasado jueves, que alcanzan la cifra de 2 millones y que desaprueban las reticencias francesas a aceptar la proclamación de la independencia de Azawad, reivindicada por los bereberes tuaregs. Pese a todo, la convocatoria al Día Internacional de Solidaridad con Azawad, celebrada hoy frente a la Asamblea Nacional, no ha sido un éxito. No se puede decir lo mismo de la conmemoración del decimoctavo aniversario del genocidio tutsi, ante el Muro de la Paz, en Trocadero.

En efecto, la segunda cohabitación entre un presidente socialista, Mitterrand y un gobierno gaullista, Balladur, apoyó al régimen de Habyarimana, y envió oficiales franceses para colaborar con el alto mando militar ruandés, en 1990. Desde esta fecha, Francia estaba al corriente de la operación de exterminio que programaban sus socios, como testimonió el embajador francés en Kigali ante la Misión Informativa que se constituyó en la Asamblea Nacional para depurar responsabilidades, en 1998.

Los hechos son graves y afectan a Sarkozy, porque muchos de los implicados en el exterminio de algo más de un millón de tutsis, residen en Francia y no se ha hecho aún nada para llevarlos ante los tribunales. Además, el actual ministro de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, lo era en aquel momento.

El presidente de la República, como dice Sophie, está de los nervios. No es el momento para que las políticas africanas francesas ocupen el primer plano de la escena. Además de numerosos intelectuales, la Unión de Estudiantes Judíos de Francia hace causa común con las víctimas tutsis. Son muchos votos en juego y los gestos del presidente no han servido para calmar las exigencias de quienes reclaman que los culpables comparezcan ante la justicia.

Todo el peso ha caído sobre la pobre Sophie y ésta no ha dudado en hacérmelo compartir. He tenido que dejar de lado las memorias de mis supuestos antepasados y recurrir a todas mis relaciones para dar argumentos a mi jefa de gabinete.

Felizmente aquí no rigen las terribles restricciones del Quai d’Orsay. Por mucho que lo intente, no puedo ponerme en el lugar de mis colegas. Recurro a todas las fuerzas disponibles, pero no puedo; cualquiera de las ideas que se me ocurren se desparrama en tímidos granitos de arena frente a unos muros bien blindados. Lucho con todas mis fuerzas para encontrar los argumentos que me reclama Sophie, pero todo lo que se me ocurre es automáticamente fumigado Tengo que encontrarlo en el discurso de Moussa Ag Attahar, que es un excelente portador del MNLA. Repito el video, cuyo enlace me ha envida Sophie desde que ha terminado el acto bereber, que no ha reunido sino algo más de un centenar, frente a la Asamblea Nacional. Por el contrario, el decimoctavo aniversario de la masacre de los tutsi, ante el muro de la Libertad, en Trocadero, ha tenido más impacto institucional, con la representación de la alcaldía de Paris, del mundo académico, de defensores de derechos humanos y de grupos interesados por la denuncia del genocidio y o de la impunidad que goza el mismo frente a un poder judicial que se doblega.

La última convocatoria, obviamente, ha reunido algo más de público, pero no han significado gran cosa en la actualidad de París.

Sophie está sorprendida con mi deriva.
-¿A quién le importa eso?

-A mí.

-Ya… Mastúrbate un rato, monín. Me temo que tendré que entregarlo sin que hayas visto la luz. Ya sabía que me las tendría que arreglar solita, como siempre. Si no dejas ese hueso, te corto y me pongo a redactar lo que me salga.

-Sabes que no quieren una milonga.

Me ha cortado. Así, como ella, me puedo dedicar a lo mío. El portavoz del MNLA ha aludido al genocidio sufrido por los tuaregs desde que Francia desoyó la petición de los representantes de este pueblo, en 1958, cuando la metrópoli se planteaba anexionar Azawad a Mali. Lo hizo en 1960 y así inició el calvario de los peticionarios que eran despojados, por su nuevo estado, de los pastos de sus ganados trashumantes. Habían sido cedidos, en parcelas, a las poblaciones sedentarias. Fue un grave error. Los desposeídos agotaban sus recursos, en una región empobrecida y minada por los tráficos de armas, de drogas, de armas y de lo que generan esos mercados. Ha habido, desde entonces, sequías genocidas cada 10 años. Nuestras políticas les obligaron a sublevarse y a cada rebelión se produce un nuevo genocidio.

No ha calado ese mensaje. Si lo hubiera hecho, los de Trocadero habrían asistido al acto de los de la Asamblea Nacional y recíprocamente, puesto que los horarios eran diferentes. ¿Por qué no ha calado, cuando estaba en el discurso?.

No sé cuántas veces lo he escuchado. Soy arrastrado hacia los charcos de sangre que enmarcan los degollados tuaregs, tutsis, palestinos o judíos de la judería de Sevilla. Visto mi túnica tuareg y estoy obsesionado con la necesidad de preservar su azul añil. Estoy a punto de explotar cuando escucho la potente voz.

-Tienes que quitártela y ponerte ésta. Es una túnica cuyo albor me abruma. Más allá veo su cara. Es Johanna, la viuda de Ángel Sevilla IV, travestida en Julieta. No me quiero quitar mi túnica, pero ella no me permite escuchar sino su llamada y el ansia de quitarme todo lo que pudiera limitar el contacto entre los cuerpos.

Se arma un griterío que se impone; son las voces, angustiadas de las víctimas, son los charcos de sangre que me cercan.

Johanna me extiende una estela que me permitirá sortearlos. No puedo moverme y empiezo a sentirme húmedo. Me desgarran las nauseas y no puedo vomitar. Johanna me tiende una toalla. No puedo cogerla…

Estoy erecto, tiene que estallar. Estalló. Grito.

-Ha sido una pesadilla
Es Ahmed y quienes han rebajado el ardor de mi frente, mis fieles hadas. ¿Cuánto tiempo llevan aquí, que he hecho mientras estaban? Son preguntas que difícilmente podré responderme: me han desnudado, bañado y metido en la cama. ¡Qué corte! En cualquier caso, todo el mundo pretende no haber visto u oído nada.

Ya me encuentro perfectamente cuando los «servidores» nos han dejado solos. Ataca desde que se cierra la puerta.

-Creo que hay algo que te gustaría contarme.
No sé lo que cree o deje de creer. No siento que me apeteciera contárselo, me intimida. Tampoco pienso que deban interesarle mucho mis rollos con Sophie, pero me escupe.

-Aisha no comprende mi estrategia, cree que se pueden hacer las cosas mejor. Por ejemplo no comprende que no hayamos hablado de tus necesidades sexuales. -Bueno, estoy un poco confuso y fuera de mi pecera…

-Podías haber preguntado. De hecho, tus servidores y servidoras también están un poco confusos con alguien como tú, que pareces blindado a sus dardos. Créeme, querido hermano, no solamente les estás ofendiendo, sino que ofendes al mismo tiempo al anfitrión, que soy yo. Aisha, como buena estadounidense, te hubiera planteado el tema el primer día, en las capitulaciones de tu llegada. El tiempo es oro para ella.

Tampoco comprende que no hayamos encontrado una alternativa; después de todo, AQMI está en Azawad junto al MNLA. …No comprende que no es momento de capitalizar a unos socios no deseados. Aisha responde que nuestras comisiones capitalizarán nuestra empresa en un momento en que ésta languidece frente a las atractivas ofertas con las que una cada vez más agresiva competencia, nos despoja de nuestras clientelas. Según ella, lo que el MNLA necesita con urgencia es que nuestra empresa sea lo suficientemente fuerte como para mantener su voz, como lo estamos haciendo.

No puedo evitar que se me escapen rasgos de la nausea que me invade. Me parece escuchar la voz de Johanna. La que imagino, tras el delirio de Ángel Sevilla IV. Lamento que todo este rollo retrase la lectura. No espero que la bella veneciana aclare mucho más que sus predecesores y temo incluso, que su ocultación será más taimada, pero necesito escuchar otro registro, Ahmed capta mi malestar y remata mi pensamiento.

-En efecto, lo que viene a decir Aisha es que nuestra empresa es un pilar que ha mantenido durante siglos el grito de unos tuaregs encerrados en Estados ajenos al tránsito caravanero.

-¿Poético?

-¿Patético?

-Es la historia de los Lakkhoua y de los Sevilla. Han estado durante siglos en las escenas de los crímenes y terminan matándose entre ellos…

-Pero aquí estamos, hermano. Somos el mejor aliado de los tuaregs, vendemos sus productos de lujo en todo el mundo. Mostramos su excelencia.

-¿Incluidos seres humanos?

-Si, hermano. Ya sé que tu moral pequeño burguesa lo encontrará deplorable.

Pensamos, como Ángel Sevilla IV, que los rescatamos de una existencia que no les gusta. Son ellos mismos los que deciden formarse. No obligamos a nadie: nos limitamos a seleccionar, formar, promocionar y legalizar. No es hoy tan fácil como entonces; una vez formados los sacamos con un contrato de servicio doméstico en una de nuestras sedes. Aisha se ocupa del resto. Cuando es necesario, diferimos el pago de nuestros servicios hasta que los educados alcancen sus primeros ingresos.

Normalmente son generosos, muy pocos se nos han escapado, porque uno de nuestros objetivos es fidelizar y muchos de ellos son excelentes agentes.

-Prefiero cambiar de tema. No soy un hombre de negocios.

-No se puede renunciar, querido hermano, no se puede renunciar, somos tuaregs.

-En buen lío nos hemos metido.

-¿Tú crees?

Yo no sé lo que creo o dejo de creer. Solamente sé que me he implicado y que siento mucho miedo de los aliados del MNLA. Veo sangre, mucha sangre. Ahmed vuelve a adelantar mi pensamiento.

-Está claro que no vamos a activar a AQMIv -Lo sé, pero temo que ya estén demasiado activados. La actualidad está ya plagada de sus provocaciones. Tenemos que cargar el mensaje sobre el nuevo genocidio que están a punto de sufrir los Tuaregs y sobre la necesidad para Francia de mantener al MNLA como interlocutor.

-Te siento más cercano

Me sorprendo a mismo en un monólogo que necesito sacar. -En efecto. Estoy atrapado por los tuaregs y por la bella Johanna. Con los primeros, tengo que mantener su voz en el Quai y por lo tanto en el informe que tengo que hacer llegar a Sophie antes de que el gran jefe lo reclame, la historia de Johanna la tengo solucionada dejándome seducir sin oponer resistencia, a los encantos de mi « servicio », sin cortarme comiéndome el coco con las « virtudes ». Tengo que trabajar el discurso de la concentración frente a la Asamblea Nacional. Lo tengo que mejorar en mi informe…

- Si continuas escuchando, fumando kif y bebiendo alcohol no lograrás la salida

-¿Qué tengo que hacer; olvidar a Johanna?

-¿Quién te dice que sería mejor que tu «servicio»?. No olvides que es nuestra principal marca, vivimos, sobre todo, de ese producto, hermano y tenemos nuestra clientela en Lobbies. Aisha es más pragmática que yo. ¿No crees que Johanna era mucho más pragmática que Ángel Sevilla IV?

- ¿Y que por eso se lo cargó?

- Y que esa es la razón por la que se los cargaran, aún no sabemos quién o quiénes. -Pienso, más bien, que Ángel Sevilla IV se suicida como buen castrado.

-Yo, desde luego, voy a empezar por dar placer a mi cuerpo.

Se va sin esperar mi respuesta. Me deja solo y no sé cómo empezar para dar placer a mi cuerpo. Antes tengo que dejar muy claro a Sophie, que tendrá que alimentar la paciencia del gran jefe hasta que le llegue el informe. Se ha puesto muy pesada, pero he cortado, como lo había hecho ella conmigo. Ya no tengo excusa. Llamo al servicio. Acude una de las ninfas.. Me olvido de proteger su moral. Capta mi excitación y me mete en la cama. Me tengo que dejar atrapar en sus redes, pero no tengo pensamientos más que para Johanna… Algo va mal. Se retira con tanto silencio como cuando llegó.

Me hierve la frente. No se ha ido, vuelve a ponerme paños fríos, huelo a incienso refrescante. Tiene el cuerpo impregnado de frescura. No he vivido el vuelo de los flamencos rosas. Es algo diferente, como si fuera yo mismo quien se fundiera en los colores del anochecer del Sahara. Toda mi tempestad ha estallado en un orgasmo cómplice. No necesito saber su nombre; sabe follar y hacer de su oficio un arte; es un producto Lakkhoua, la principal fuente de ingresos de la empresa. Sabe hacerse mi cómplice y llevarme de la mano ante el ordenador para que escriba mi informe.

Se sienta a mi lado, en silencio.
-Puedes contármelo, si quieres, imagina que soy el « gran jefe » y que tienes lo que necesito. ¿Qué tienes?

-Nada

-También creías que yo no tenía nada para ti.

- Ha sido un desahogo.

-¿Te molesto?

-Para nada, quiero que te quedes, pero no puedes ayudarme.

-Yo sabría qué decirle, me han enseñado a hacerlo.

No sé qué contestar; nadie me ha enseñado a hacerlo. Necesito que se quede, necesito recibir su aliento. Me pongo a escribir un borrador, escribo sin trabas. Recuerdo al gran jefe que los tuaregs están muy comprometidos en un Azawad que comparten mucho más de lo que quisieran, con Ansar Dine y con AQMI y que nuestra misión prioritaria es un MLNA fuerte. Así lo han dejado patentes las proclamaciones del ministerio de Asuntos Exteriores. Mi presencia en este palacete debe asumir esa misión y es precisamente lo que estoy haciendo Cuanto mejor lo haga antes lo sabrán los detentores los votos que el presidente teme perder.

Era muy fácil; ¿Por qué no se me había ocurrido antes? Esta ninfa de cuyo nombre no quiero acordarme ha conseguido, en mucho menos tiempo, lo que con Sophie ha provocado choques. No necesito escribir el informe. Ella misma se lo dicta a Sophie. Nos hemos quedado un buen rato con nuestros cuerpos fundidos. Me ha dado un tierno beso y se ha ido. He disfrutado de un rato con un yo que parece comprenderse hasta que el maître ha llamado discretamente antes de entrar y me ha preguntado si me apetecía que entrara Ahmed. He pedido unos minutos para ponerme una túnica, servirme un trago y encender un pito.

Ahmed está resplandeciente, como un ángel, puesto que todo hace pensar que ha satisfecho sus pasiones muy a su gusto. Me felicita por el resultado del informe, con Sophie y sobre todo con el gran jefe...

-Me alegro de tus progresos, hermano, aprendes muy rápidamente-me abraza- ahora eres ya un hermano.

No puedo evitar ruborizarme como una colegiala. Me parece una impudicia que conozca tanto mis secretos y me siento aún peor cuando comprendo que probablemente seré objeto de sus conversaciones con Aisha y con Sophie. Todo eso se desvanece con la mirada y el parlamento de Ahmed.

-Ya empezamos a ser un equipo; tenemos que ser el mejor.

-¿Cuándo iremos a Azawad?

-Paciencia, hermano. Te lo dije al principio. No se entra así en el Sahara. Tenemos que dejarlo entrar. Yo he hecho todo lo posible por evitar la dependencia que el MNLA tiene con nuestros enemigos. Ahora estamos en la barca y hay que mantener el timón. Somos más útiles aquí; ninguno de los dos somos guerreros y allí no dispondríamos de esta infraestructura. Ya iremos cuando haga falta proclamar los apoyos que representamos, en el campo de batalla. Esperaba que lo hubieras aprendido con tu lectura de los diarios de nuestros antepasados.

-¿Nuestros? Pensaba que solamente lo eran míos.

-Bueno… no estoy tan seguro. Pienso que hay relaciones íntimas entre Lakkhouas y Sevillas, quiero decir matrimonios y mezcla de sangres hasta el fin de las memorias que nos llegaron.

- Los Lakkhoua siguen la línea de Johanna, las joyas humanas.

-Ya te he explicado que es mi principal fuente de ingresos. Temo que Johanna estaría más de acuerdo con Aisha que conmigo. Ella está convencida de que en este momento nuestra apuesta está por conseguir la bonita suma que alcanzaríamos con las comisiones de la venta de rehenes a Sarkozy. Según ella, esta pasta nos permitiría vitalizar un negocio que languidece, si capitalizamos mantendremos las voz del MNLA en los centros de poder, en caso contrario, nuestra voz se apagará...

-¿No va la Trata?

-Va, pero en ámbitos muy selectos y la demanda apenas llega para cubrir gastos; tenemos que capitalizarnos si queremos sobrevivir. Una recapitalización a tiempo, nos permitiría competir con más holgura. Tenemos una marca que necesita mucha más marcha.

-Comprendo, comprendo y no quiero comprender más. Entiendo que me quieres decir que las muertes de Ángel Sevilla III y IV eran necesarias para el mantenimiento de la empresa. Ambos son unos cínicos pero prefiero al primero. Sí había y hay otra gobernanza. Es un poco lo que persigue mostrar la proclamación de la independencia de Azawad, que hacemos nuestra causa. ¿Tendrán también que eliminarnos a nosotros quienes consideren que impedimos la inmediata recapitalización de la empresa?.

Cuando pronuncio esta frase siento un gran temblor, como un puñal de presagio que me atraviesa.

-¿Tú también lo has sentido?

Me mira con complicidad cargada. Nos abrazamos como hermanos.

Es Sophie
-Tienes más suerte, tío, que si fueras tonto. He escrito el mensaje, pero se lo ha explicado ella. Nada más cierto que tiran más dos buenas tetas que dos carretas. Le ha seducido y cuando le he entregado el informe me ha sonreído agradecido y aún relamiéndose. Ahora hace falta que el gran jefe sepa transmitir esas emociones que lo han conmovido más que convencido. Creo que lo habéis logrado. Hasta a mí misma me habéis convencido de la importancia de vuestra misión. Supongo que sois conscientes de que probablemente tengamos otro gobierno en las elecciones y que podría no estar interesado en dejar testimonios de unas relaciones comprometedoras. Me huele que os estáis dejando impresionar por los relatos y por la bella Johanna, cuya voz estamos todos deseando escuchar.

Ahmed y yo dejamos que su cuerpo y su voz se apoderen del Skype. Nos hemos dejado el ordenador encendido y Sophie se ha interpuesto entre nosotros.

-Tengo en línea a Aisha. Un momento que conecte.

Aisha, nunca la había visto, me recuerda a mi ella cuyo nombre no recuerdo. Las mismas facciones, la misma voz, el saber escuchar. Me mira, también es la primera vez que me ve. Me pongo como una amapola, porque ignoro todo lo que sabrá sobre mi intimidad y ella no me hace sentir mal cuando me pregunta.

-¿Por qué afirmas que tu familia se hizo marrana en el XVIII cuando los Sevilla afirman que tu antepasada desaparecida para ellos lo era?.

Me vuelvo a ruborizar, siquiera sé por qué lo había afirmado, Siempre he pensado que el judaísmo era asunto de mi madre y me parece haberle oído afirmar que nuestra familia era judía desde el XVIII.

Nadie parece querer hablar y tampoco me apetece seguir escuchando. Me llama, a gritos, Johanna.

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