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Cataluña decide nuestro futuro pactando con gobiernos que “hablan catalán en la intimidad” cuando les interesa

Privilegios catalanistas

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Cuando las cosas no funcionan conviene detenerse y pensar en causas pasadas y soluciones futuras. Vivimos años de convulsión a causa de la ambición insaciable del capitalismo que devora a sus propios hijos, del dolce far niente de Zapatero y de la incapacidad de Rajoy. Pero también vivimos una crisis política que tiene sus raíces en malas decisiones tomadas en los años de la Transición. Tal vez ambas crisis compartan algo más que el momento cronológico.

Como consecuencia del hundimiento económico se acentúan los problemas políticos, no en vano el órdago de Artur Mas sucede ahora y “Espanya ens roba” es la frase talismán de la burguesía separatista. El catalanismo, que no Cataluña ni los catalanes, se gasta el dinero que no tiene en pagar embajadas que no puede mantener, en pagar televisiones autonómicas que Cataluña no necesita o en pagar a altos cargos de esas televisiones sueldos mayores que el del presidente Rajoy.

Y ha empezado el tira y afloja de amenazas y negociaciones para conseguir que una de las más ricas regiones de España obtenga ventajas financieras -concierto económico o mayor déficit- sobre otras regiones que han cumplido sus previsiones cercenando el sueldo de funcionarios o abaratando servicios públicos y otras partidas sociales. Lo que el catalanismo quiere conseguir no es sino cambiar sus presiones políticas por una bolsa llena de euros que paguemos los demás.

Pero quizá no deberíamos lamentarnos tanto, llevamos demasiados años haciéndolo. En Castilla hemos visto a nuestras empresas trasladarse a Cataluña o el País Vasco, a nuestros hombres emigrar a Cataluña o al País Vasco y sin inmutarnos observamos cómo quienes deberían estar aquí trabajando por nuestro futuro están contribuyendo a la riqueza ajena, pagando impuestos para otros… que los usan para presionarnos y sacar ventajas. Mercantilistas hasta el extremo.

Dejando de lamentarnos tanto, contemplaríamos cómo Cataluña decide nuestro futuro pactando con gobiernos que “hablan catalán en la intimidad” cuando les interesa. Quizá sería bueno que los castellanos dejáramos de votar inquebrantablemente a quienes ceden a ese chantaje nacionalista.

Y la forma de evitar que nuestros impuestos paguen los sueldazos de los directivos de Artur Mas sería facilitar la independencia catalana. Que se vayan y nos devuelvan a nuestros emigrantes, nuestros impuestos y los gastos que realiza allí el Estado. Y conste que medio museo Marès es castellano.

Privilegios catalanistas

Cataluña decide nuestro futuro pactando con gobiernos que “hablan catalán en la intimidad” cuando les interesa
Pedro de Hoyos
viernes, 17 de mayo de 2013, 08:17 h (CET)
Cuando las cosas no funcionan conviene detenerse y pensar en causas pasadas y soluciones futuras. Vivimos años de convulsión a causa de la ambición insaciable del capitalismo que devora a sus propios hijos, del dolce far niente de Zapatero y de la incapacidad de Rajoy. Pero también vivimos una crisis política que tiene sus raíces en malas decisiones tomadas en los años de la Transición. Tal vez ambas crisis compartan algo más que el momento cronológico.

Como consecuencia del hundimiento económico se acentúan los problemas políticos, no en vano el órdago de Artur Mas sucede ahora y “Espanya ens roba” es la frase talismán de la burguesía separatista. El catalanismo, que no Cataluña ni los catalanes, se gasta el dinero que no tiene en pagar embajadas que no puede mantener, en pagar televisiones autonómicas que Cataluña no necesita o en pagar a altos cargos de esas televisiones sueldos mayores que el del presidente Rajoy.

Y ha empezado el tira y afloja de amenazas y negociaciones para conseguir que una de las más ricas regiones de España obtenga ventajas financieras -concierto económico o mayor déficit- sobre otras regiones que han cumplido sus previsiones cercenando el sueldo de funcionarios o abaratando servicios públicos y otras partidas sociales. Lo que el catalanismo quiere conseguir no es sino cambiar sus presiones políticas por una bolsa llena de euros que paguemos los demás.

Pero quizá no deberíamos lamentarnos tanto, llevamos demasiados años haciéndolo. En Castilla hemos visto a nuestras empresas trasladarse a Cataluña o el País Vasco, a nuestros hombres emigrar a Cataluña o al País Vasco y sin inmutarnos observamos cómo quienes deberían estar aquí trabajando por nuestro futuro están contribuyendo a la riqueza ajena, pagando impuestos para otros… que los usan para presionarnos y sacar ventajas. Mercantilistas hasta el extremo.

Dejando de lamentarnos tanto, contemplaríamos cómo Cataluña decide nuestro futuro pactando con gobiernos que “hablan catalán en la intimidad” cuando les interesa. Quizá sería bueno que los castellanos dejáramos de votar inquebrantablemente a quienes ceden a ese chantaje nacionalista.

Y la forma de evitar que nuestros impuestos paguen los sueldazos de los directivos de Artur Mas sería facilitar la independencia catalana. Que se vayan y nos devuelvan a nuestros emigrantes, nuestros impuestos y los gastos que realiza allí el Estado. Y conste que medio museo Marès es castellano.

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