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Él es el estandarte de la marca España. De lujo

Carlos Fabra y un amargo pepino

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Afirma Carlos Fabra que el New York Times se la trae al pairo. Y lo dice de corazón, no miente el jefe del Scalextric de Castellón. A este señor se la trae floja el Times, la Biblia, el código civil, la Constitución y el libro gordo de Petete. Le importa un carajo todo y todos, que se jodan, como vocearía su amada hija. Con que no se le caguen los estorninos en la estatua de la entrada va sobrado. Nos hallamos ante un gran hombre.

Un gran señor que aporta la imagen que tenemos los españoles allende nuestras fronteras. Enseñas una fotografía de esta reencarnación de Capone, cuentas un par de nimiedades, como lo de la ex alcaldesa de la Muela, los eres andaluces, la gürtel, la vida y milagros de Bárcenas, las aventuras de mango lo que sea Undargarín y otras más, y llegan los americanos, las ven en los papeles y alucinan. Ellos, que son capaces de arrasar un estado en tres minutos, flipan con la consentida corrupción que ha asolado y destruido España, con que en este país los chorizos de dos patas se paseen a miles por la calle, con total impunidad y colosal falta de vergüenza, sin que la humana justicia haga caer sobre ellos el peso equilibrado de las leyes.

Y los yanquis tienen razón. Porque no se puede confiar en el que no actúa con corrección, porque ya te hartas de contemplar cómo la aplicación de la legalidad no es la misma para todos, porque el que legisla es un tramposo y porque el que tiene que velar por ti se pliega ante el color de la sangre y el peso político y económico.

Y no sigo, que no me sienta bien coger estos globos, ya me he hecho muy mayor y, además, tengo un problema. Soy español, estoy muy orgulloso de serlo y moriré en esta condición. Pero me han robado mi España, esta España no es la mía, esta España es un fraude mayúsculo, un gran timo, una falsificación con la que no me identifico. Mi España es una España valiente, una que no tolera los abusos, que lucha unida contra el estafador, que aparta al mentiroso y castiga al corrupto. Una España que a buen seguro aún debe de existir, oculta y encogida en muchos corazones. Una España que no entiende de clases, solidaria y firme, una España que respondería rápida ante todas estas agresiones, una España que sabría ser justa. Ésa es mi España…

La busco pero no la encuentro. No sé, igual toca reinventarla. Hasta entonces, mientras me seco las lágrimas, afilo los cuchillos y digo una cosita con todo el cariño del mundo al señor Fabra y a los muchos que son como él. Que os den bien dado por donde amargan los pepinos amargos. Al fin y a la postre, vosotros sois los traidores que habéis secuestrado a mi España. Y quiero que me la devolváis, mangantes, que puede que todavía esté viva…

Carlos Fabra y un amargo pepino

Él es el estandarte de la marca España. De lujo
Tomás Salinas
viernes, 10 de mayo de 2013, 08:47 h (CET)
Afirma Carlos Fabra que el New York Times se la trae al pairo. Y lo dice de corazón, no miente el jefe del Scalextric de Castellón. A este señor se la trae floja el Times, la Biblia, el código civil, la Constitución y el libro gordo de Petete. Le importa un carajo todo y todos, que se jodan, como vocearía su amada hija. Con que no se le caguen los estorninos en la estatua de la entrada va sobrado. Nos hallamos ante un gran hombre.

Un gran señor que aporta la imagen que tenemos los españoles allende nuestras fronteras. Enseñas una fotografía de esta reencarnación de Capone, cuentas un par de nimiedades, como lo de la ex alcaldesa de la Muela, los eres andaluces, la gürtel, la vida y milagros de Bárcenas, las aventuras de mango lo que sea Undargarín y otras más, y llegan los americanos, las ven en los papeles y alucinan. Ellos, que son capaces de arrasar un estado en tres minutos, flipan con la consentida corrupción que ha asolado y destruido España, con que en este país los chorizos de dos patas se paseen a miles por la calle, con total impunidad y colosal falta de vergüenza, sin que la humana justicia haga caer sobre ellos el peso equilibrado de las leyes.

Y los yanquis tienen razón. Porque no se puede confiar en el que no actúa con corrección, porque ya te hartas de contemplar cómo la aplicación de la legalidad no es la misma para todos, porque el que legisla es un tramposo y porque el que tiene que velar por ti se pliega ante el color de la sangre y el peso político y económico.

Y no sigo, que no me sienta bien coger estos globos, ya me he hecho muy mayor y, además, tengo un problema. Soy español, estoy muy orgulloso de serlo y moriré en esta condición. Pero me han robado mi España, esta España no es la mía, esta España es un fraude mayúsculo, un gran timo, una falsificación con la que no me identifico. Mi España es una España valiente, una que no tolera los abusos, que lucha unida contra el estafador, que aparta al mentiroso y castiga al corrupto. Una España que a buen seguro aún debe de existir, oculta y encogida en muchos corazones. Una España que no entiende de clases, solidaria y firme, una España que respondería rápida ante todas estas agresiones, una España que sabría ser justa. Ésa es mi España…

La busco pero no la encuentro. No sé, igual toca reinventarla. Hasta entonces, mientras me seco las lágrimas, afilo los cuchillos y digo una cosita con todo el cariño del mundo al señor Fabra y a los muchos que son como él. Que os den bien dado por donde amargan los pepinos amargos. Al fin y a la postre, vosotros sois los traidores que habéis secuestrado a mi España. Y quiero que me la devolváis, mangantes, que puede que todavía esté viva…

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