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Mítica canción de Mecano

El 7 de septiembre

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El 7 de septiembre es nuestro aniversario y no sabremos si besarnos en la cara o en los labios.


Los que son de mi generación o superior, saben que es una canción mítica de Mecano. Es de esa clase de canciones que, juntamente con Freddie Mercury, son inolvidables. La diferencia es que mientras a Ana Torroja la vamos a recordar cada 7 de septiembre como si fuera una especie de misa, al hombre con mayor talento de la historia de la música y, sobre todo, mejor puesta en escena como no se ha visto desde entonces, lo recordaremos prácticamente cada día.

Hoy es el cumpleaños de Lola, una antigua compañera de trabajo. Debe cumplir ya unos 50 y pico, no lo recuerdo. Estaba a mi lado, físicamente y también de forma emocional. Desde el principio tuvimos una conexión genial, y los dos aprendimos mucho el uno del otro. Y compartimos la mala experiencia de tener enfrente a Terenci, un pedófilo condenado y cuyos apellidos no aportan nada a esta columna ya.


Nadie lo hubiera dicho, nadie se lo imaginó. Él fue la persona que me enseñó cómo funcionaba todo, estaba a mi lado al principio y compartimos muchas cosas; risas, humor sarcástico, nos caían mal las mismas personas… y, sobre todo, le encantaban los boquerones y las anchoas tanto como a mí. Pero él tenía mucho más desparpajo, hablaba con las chicas –especialmente con una- como un conquistador nato. Nadie lo hubiera dicho… Nadie.


Cuando pasó todo, Lola y yo fortalecimos de algún modo nuestra relación de compañeros de trabajo. Creo que fue en ese preciso momento cuando fuimos Lola y yo. Éramos perfectos, nuestros resultados mejoraban de forma constante y compartida. Pero todo pasa, todo se termina siempre. Y es una pena porque en este caso fue por una estupidez supina.

Antes de eso, Lola dio un paso extra laboral y me invitó a no recuerdo muy bien a qué evento, con sus hijas, que coincidió con la mudanza al piso que vivo ahora desde hace poco más de 3 años. Dije que no podía, me excusé por la mudanza, pero en mi mente pensé… si la madre está así de buena a sus 50 años, cómo estarán las hijas con apenas 20 años. No quise líos mentales.


Lola fue y seguramente será mi mejor compañera de trabajo. Era la clase de persona que te ayudaba en cada duda primero, que te pedía consejo después. Lo tenía todo. Aunque en ese trabajo todos funcionábamos por objetivos, ella tenía la competitividad justa para seguir siendo una buena persona. Y lo demostraba a diario, por eso caía bien a todo el mundo.


Hoy es su cumpleaños, no recuerdo cuántos tiene ya pero da igual. Lo importante es que no consigo encontrar su teléfono para felicitarle sin más, que sé bien que tengo en alguna de las mil copias de seguridad, que me da mucha pereza seguir buscando ahora.


Como decía, nos distanciamos por una estupidez supina. Había otro compañero de trabajo, el clásico gilipollas porque no se le puede definir de otra forma. Para definirlo mejor: era ese trabajador que no trabaja, que pierde el tiempo y que además de hablar por encima de sus posibilidades, molesta y critica a los demás. Y cuando se le dice, se enfada. Y los jefes nunca tomaron medidas, salvo una supervisora, Yolanda, que estaba cansada de llamarle la atención pero no servía de nada para nadie.


Afortunadamente he olvidado su nombre. Era el típico chico guapete, del montón, que iba al trabajo como el que va a una cita. Y conmigo metió mucho la pata en un asunto de trabajo, lo sabía entonces y lo recuerdo muy bien ahora. Pero Lola entonces se posicionó a su favor aunque quiero pensar, porque estoy seguro, que lo hizo por lástima.


Eso nos distancio para siempre, porque nunca lo entendí. Lola y yo dejamos de ser los mismos, porque a pesar de mi rencor y su edad para reconducir la situación, todo fue a peor. Pero debo decir a su favor que una vez estuve fuera de la empresa, me llamó y me dijo palabras muy bonitas.


Hoy, 3 años después, sigo recordando su cumpleaños como lo haré siempre, gracias a Mecano. Y pensé en mi instinto de contactar con ella, alguien del pasado, sin una razón concreta más allá que felicitarle su cumpleaños. Quizás por eso no encontré su teléfono… ¿para qué contactar con alguien del pasado si no sabes para qué?

El 7 de septiembre

Mítica canción de Mecano
Eduardo Cassano
domingo, 8 de septiembre de 2019, 10:08 h (CET)

El 7 de septiembre es nuestro aniversario y no sabremos si besarnos en la cara o en los labios.


Los que son de mi generación o superior, saben que es una canción mítica de Mecano. Es de esa clase de canciones que, juntamente con Freddie Mercury, son inolvidables. La diferencia es que mientras a Ana Torroja la vamos a recordar cada 7 de septiembre como si fuera una especie de misa, al hombre con mayor talento de la historia de la música y, sobre todo, mejor puesta en escena como no se ha visto desde entonces, lo recordaremos prácticamente cada día.

Hoy es el cumpleaños de Lola, una antigua compañera de trabajo. Debe cumplir ya unos 50 y pico, no lo recuerdo. Estaba a mi lado, físicamente y también de forma emocional. Desde el principio tuvimos una conexión genial, y los dos aprendimos mucho el uno del otro. Y compartimos la mala experiencia de tener enfrente a Terenci, un pedófilo condenado y cuyos apellidos no aportan nada a esta columna ya.


Nadie lo hubiera dicho, nadie se lo imaginó. Él fue la persona que me enseñó cómo funcionaba todo, estaba a mi lado al principio y compartimos muchas cosas; risas, humor sarcástico, nos caían mal las mismas personas… y, sobre todo, le encantaban los boquerones y las anchoas tanto como a mí. Pero él tenía mucho más desparpajo, hablaba con las chicas –especialmente con una- como un conquistador nato. Nadie lo hubiera dicho… Nadie.


Cuando pasó todo, Lola y yo fortalecimos de algún modo nuestra relación de compañeros de trabajo. Creo que fue en ese preciso momento cuando fuimos Lola y yo. Éramos perfectos, nuestros resultados mejoraban de forma constante y compartida. Pero todo pasa, todo se termina siempre. Y es una pena porque en este caso fue por una estupidez supina.

Antes de eso, Lola dio un paso extra laboral y me invitó a no recuerdo muy bien a qué evento, con sus hijas, que coincidió con la mudanza al piso que vivo ahora desde hace poco más de 3 años. Dije que no podía, me excusé por la mudanza, pero en mi mente pensé… si la madre está así de buena a sus 50 años, cómo estarán las hijas con apenas 20 años. No quise líos mentales.


Lola fue y seguramente será mi mejor compañera de trabajo. Era la clase de persona que te ayudaba en cada duda primero, que te pedía consejo después. Lo tenía todo. Aunque en ese trabajo todos funcionábamos por objetivos, ella tenía la competitividad justa para seguir siendo una buena persona. Y lo demostraba a diario, por eso caía bien a todo el mundo.


Hoy es su cumpleaños, no recuerdo cuántos tiene ya pero da igual. Lo importante es que no consigo encontrar su teléfono para felicitarle sin más, que sé bien que tengo en alguna de las mil copias de seguridad, que me da mucha pereza seguir buscando ahora.


Como decía, nos distanciamos por una estupidez supina. Había otro compañero de trabajo, el clásico gilipollas porque no se le puede definir de otra forma. Para definirlo mejor: era ese trabajador que no trabaja, que pierde el tiempo y que además de hablar por encima de sus posibilidades, molesta y critica a los demás. Y cuando se le dice, se enfada. Y los jefes nunca tomaron medidas, salvo una supervisora, Yolanda, que estaba cansada de llamarle la atención pero no servía de nada para nadie.


Afortunadamente he olvidado su nombre. Era el típico chico guapete, del montón, que iba al trabajo como el que va a una cita. Y conmigo metió mucho la pata en un asunto de trabajo, lo sabía entonces y lo recuerdo muy bien ahora. Pero Lola entonces se posicionó a su favor aunque quiero pensar, porque estoy seguro, que lo hizo por lástima.


Eso nos distancio para siempre, porque nunca lo entendí. Lola y yo dejamos de ser los mismos, porque a pesar de mi rencor y su edad para reconducir la situación, todo fue a peor. Pero debo decir a su favor que una vez estuve fuera de la empresa, me llamó y me dijo palabras muy bonitas.


Hoy, 3 años después, sigo recordando su cumpleaños como lo haré siempre, gracias a Mecano. Y pensé en mi instinto de contactar con ella, alguien del pasado, sin una razón concreta más allá que felicitarle su cumpleaños. Quizás por eso no encontré su teléfono… ¿para qué contactar con alguien del pasado si no sabes para qué?

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