Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Al aire libre

Clamor latino en EE.UU.

Pascual Falces
Pascual Falces
martes, 2 de mayo de 2006, 20:06 h (CET)
Tiene que ser neciamente preocupante para la “aristocracia” colonial norteamericana descendiente de los peregrinos del Mayflower, contemplar la realidad “latina” actual de los Estados Unidos. Sus antepasados llevaron el puritanismo en 1621 hasta las tierras americanas que, tan sólo, eran territorios de caza de los indígenas autóctonos. La matanza y el aislamiento sobre los mismos fueron crecientes a medida que colonizaban territorios, y forma parte de la leyenda a través de la literatura, y de las películas denominadas “western”. El Oeste fue la ruta geográfica que determinó la expansión anglosajona en Norteamérica. En San Luis, estado de Missouri, en lo que se conoce como “misión road” -el camino de las misiones-, conservan una roca de granito desgastada a la altura de los ejes de tantas carretas como allí torcían hacia el Oeste, donde se encontraban las Misiones, que, desde México, habían fundado los franciscanos . Tenían a sus alrededores fabulosas praderas para cultivar o apacentar ganados.

Con posterioridad al ocaso del Imperio español en América, esas misiones del Virreinato de Nueva España, que con la pérdida de los territorios mejicanos por encima del Río Grande, paradójicamente después de ganar la batalla de la misión del Álamo, una parte de los Estados Unidos quedó impregnada de “lo” hispanoamericano. Ya se sabe que esta palabra no ha tenido fortuna, y el término al uso actual es, “lo” latino, pero esto es otra cuestión.

A la población mixta de razas de España y aborígenes, que, quedó incorporada a las leyes de las Colonias inglesas independizadas, se fue incorporando una emigración, que, o bien desde México, o atravesándolo procedentes de mucho más al Sur, y ya conocidas como “latinos” –tienen como único vínculo con la Roma del Imperio la sangre española, que, mezclada sin reservas con la población indígena, corre por sus venas-. De este modo, a la inmigración europea se añadió la poderosa corriente que llegaba a través de los desiertos de los estados del Sur Oeste. Ese tránsito se fue convirtiendo en tragedia por lo inhóspito del terreno, o por las agresiones indiscriminadas que han padecido.

De este modo, como un goteo incesante, y atraídos por la mejora de condición de vida en relación con su lugar natal, los “latinos” son más de cuarenta millones en EE.UU. superando a la población de origen africano, y, que, contra su voluntad fue trasladada al nuevo continente. En sucesivos intentos de poner freno a esa inmigración se han recrudecido las medidas de contención fronteriza, además de la vigilancia y de un estremecedor muro. Aún así, y todo, al número de latinos afincados en toda la escala social, desde los oficios menos cualificados hasta altos cargos políticos estatales y federales, se suma otra cantidad imprecisable de “ilegales”, de gente, que, por recién llegada, no ha conseguido su reconocimiento oficial. El día uno de mayo, no ha sido de reivindicación por parte de la clase obrera estadounidense, sino de los latinos, legales o no, que con su huelga pretenden que se modifiquen las actuales leyes de inmigración, o de las que el gobierno está preparando. La reivindicación no es sólo laboral, sino “racial”, ya que, hasta el mismo presidente Bush ha comentado que la versión en lengua española del Himno nacional no le satisface; tiene que ser en inglés para que “suene” bien, según él.

Noticias relacionadas

En el imaginario colectivo, la violencia es algo que sucede “fuera”, en las calles, en las noticias, en las guerras, en los crímenes. Nos han enseñado a identificarla en lo visible, en el golpe, en el grito, en la amenaza. Pero hay otras formas de violencia que no se oyen ni se ven, y que por eso mismo son más difíciles de reconocer y mucho más dañinas.

Entre las múltiples experiencias que he vivido a lo largo de mi vida destacan las tres semanas que permanecí embarcado, allá por los ochenta, en el Ramiro Pérez, un barco mercante en el que realicé el viaje Sevilla-Barcelona-Tenerife-Sevilla enrolado como un tripulante más.

Una rotonda es el espejo de una sociedad. Cuando quieras saber cómo es un país, fíjate en cómo se aborda una rotonda, cómo se incorpora la gente y cómo se permite –o no– hacerlo a los demás. Ahí aparece la noción de ceda el paso, esa concesión al dinamismo de la existencia en comunidad, la necesidad de que todo esté en movimiento, de que fluya la comunicación y que todo el mundo quede incorporado a la rueda de la vida.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto