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Era un día propicio para el perdón, acababa de dejar de llover, las calles estaban repletas de agua y suciedades, y el viento ululaba desvaneciéndose en un breve silbido encantador. Gustosamente la viejecilla canosa acababa de comer arroz con cerdo, con su respectivo guineo cuadrado, a la par del plato tenía un puño de sal, al lado izquierdo de la silla que ocupaba tenía un pequeño taburete con un vaso de tiste.
Corriente de agua continua y más o menos caudalosa que va a desembocar en otra, en un lago o en el mar, turbia por haberse levantado el sedimento del fondo...
Habrá que esperar a mediados del siglo XIII para encontrar en castellano cuentos de procedencia oriental. Los cristianos no solo se interesan por las obras filosóficas o científicas que circulan entre los árabes, sino también por una serie de textos didácticos, colecciones de cuentos y de sentencias.
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