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Más de 2 millones se han quedado en los países vecinos

“La salida de 2,6 millones de venezolanos es el desplazamiento más rápido de personas de los últimos años"

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"En un momento en el que los movimientos migratorios, un mecanismo de adaptación tan antiguo como la humanidad, están siendo cuestionados o blanco de ataques en todo el mundo, Colombia está dando una lección al acoger a un millón de venezolanos”, explicaba Olivier Longué, director general de Acción contra el Hambre, recién llegado del país, en un encuentro con medios de comunicación informativo. “Aunque en primera instancia hay que alabar la solidaridad del pueblo y del Gobierno colombiano no podemos ignorar que muchos de los venezolanos están viviendo en la calle, trabajando en lo que pueden para poder comer al final del día y que esto está suponiendo un enorme esfuerzo para una población colombiana azotada todavía por décadas de conflicto armado”, explicaba. “El departamento de Guajira, fronterizo con Colombia está entre los más pobres del país y soporta ahora una triple “carga”: la desnutrición crónica que afectaba ya a uno de cada diez niños (con bolsas de desnutrición aguda en Guajira), la violencia y ahora la llegada masiva de venezolanos por una frontera muy porosa y en un momento en el que se ha desplomado el comercio fronterizo del que vivían muchas personas”, explicaba Longué.


Colombia, hoy un país de acogidaDel millón de venezolanos que encuentra actualmente en Colombia, más de la mitad están regularizados con permisos de trabajo o permanencia, 240 000 están en proceso de regularización y solo 218 000 están en situación irregular. El país está escolarizando a los niños y niñas venezolanos, lo que supone también una presión sobre los programas de almuerzo escolar. También está garantizando atención sanitaria de urgencia. Los equipos de Acción contra el Hambre en la zona constatan en informe que una de cada cinco personas llegadas de Venezuela ha tenido problemas para acceder a comida en los últimos tres meses y un aumento del número de niños con anemia, diarreas y bajo peso en Guajira.


Frontera norte, frontera sur y grandes ciudades“No solo nos preocupa la situación de los migrantes a su entrada en Colombia. En las fronteras sur de salida hacia otros países (por ejemplo, en los departamentos de Nariño y Putumayo) los migrantes están siendo blanco de los nuevos grupos armados en auge, siendo a menudo extorsionados o víctimas de violencia. En ciudades como Cartagena y Barranquilla los migrantes están viviendo a menudo en la calle o en espacios muy precarios tradicionalmente ocupados por desplazados del conflicto, en un peldaño aún inferior de vulnerabilidad”, apuntaba la responsable regional para América Latina y Filipinas, Benedetta Lettera.


“Tres dificultades para calificar la situación como crisis” “Parece que decir si hay hambre o no en Venezuela y quién es responsable implica un posicionamiento político, pero nada más lejos de la realidad: el hambre no es una opinión, es una realidad perfectamente medible y constatable con indicadores y no puede ser una declaración política de ningún tipo. La interpretación de esta crisis en términos políticos es un fracaso conceptual”, señalaba Longué, quien además hablaba del fracaso político que supone que muchos países interpreten la necesidad de ayuda humanitaria “casi como un insulto, cuando se trata de una ayuda basada exclusivamente en necesidades y sin matices políticos de ningún tipo”. “Un triple fracaso en esta crisis viene del hecho de que la comunidad internacional esté ignorando sus dimensiones, centrada exclusivamente en las guerras abiertas en otros lugares del mundo como Siria, Yemen o Sudán del Sur”, concluía Longué.

“La salida de 2,6 millones de venezolanos es el desplazamiento más rápido de personas de los últimos años"

Más de 2 millones se han quedado en los países vecinos
Redacción
domingo, 2 de diciembre de 2018, 14:18 h (CET)


"En un momento en el que los movimientos migratorios, un mecanismo de adaptación tan antiguo como la humanidad, están siendo cuestionados o blanco de ataques en todo el mundo, Colombia está dando una lección al acoger a un millón de venezolanos”, explicaba Olivier Longué, director general de Acción contra el Hambre, recién llegado del país, en un encuentro con medios de comunicación informativo. “Aunque en primera instancia hay que alabar la solidaridad del pueblo y del Gobierno colombiano no podemos ignorar que muchos de los venezolanos están viviendo en la calle, trabajando en lo que pueden para poder comer al final del día y que esto está suponiendo un enorme esfuerzo para una población colombiana azotada todavía por décadas de conflicto armado”, explicaba. “El departamento de Guajira, fronterizo con Colombia está entre los más pobres del país y soporta ahora una triple “carga”: la desnutrición crónica que afectaba ya a uno de cada diez niños (con bolsas de desnutrición aguda en Guajira), la violencia y ahora la llegada masiva de venezolanos por una frontera muy porosa y en un momento en el que se ha desplomado el comercio fronterizo del que vivían muchas personas”, explicaba Longué.


Colombia, hoy un país de acogidaDel millón de venezolanos que encuentra actualmente en Colombia, más de la mitad están regularizados con permisos de trabajo o permanencia, 240 000 están en proceso de regularización y solo 218 000 están en situación irregular. El país está escolarizando a los niños y niñas venezolanos, lo que supone también una presión sobre los programas de almuerzo escolar. También está garantizando atención sanitaria de urgencia. Los equipos de Acción contra el Hambre en la zona constatan en informe que una de cada cinco personas llegadas de Venezuela ha tenido problemas para acceder a comida en los últimos tres meses y un aumento del número de niños con anemia, diarreas y bajo peso en Guajira.


Frontera norte, frontera sur y grandes ciudades“No solo nos preocupa la situación de los migrantes a su entrada en Colombia. En las fronteras sur de salida hacia otros países (por ejemplo, en los departamentos de Nariño y Putumayo) los migrantes están siendo blanco de los nuevos grupos armados en auge, siendo a menudo extorsionados o víctimas de violencia. En ciudades como Cartagena y Barranquilla los migrantes están viviendo a menudo en la calle o en espacios muy precarios tradicionalmente ocupados por desplazados del conflicto, en un peldaño aún inferior de vulnerabilidad”, apuntaba la responsable regional para América Latina y Filipinas, Benedetta Lettera.


“Tres dificultades para calificar la situación como crisis” “Parece que decir si hay hambre o no en Venezuela y quién es responsable implica un posicionamiento político, pero nada más lejos de la realidad: el hambre no es una opinión, es una realidad perfectamente medible y constatable con indicadores y no puede ser una declaración política de ningún tipo. La interpretación de esta crisis en términos políticos es un fracaso conceptual”, señalaba Longué, quien además hablaba del fracaso político que supone que muchos países interpreten la necesidad de ayuda humanitaria “casi como un insulto, cuando se trata de una ayuda basada exclusivamente en necesidades y sin matices políticos de ningún tipo”. “Un triple fracaso en esta crisis viene del hecho de que la comunidad internacional esté ignorando sus dimensiones, centrada exclusivamente en las guerras abiertas en otros lugares del mundo como Siria, Yemen o Sudán del Sur”, concluía Longué.

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