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Almudena Negro

¿Expaña?

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Esta misma noche los españoles seremos informados por la clase dirigente catalana, reconvertidos ellos en una especie de amos y señores feudales del protectorado español, y el partido que sustenta a Rodríguez Zapatero en su sillón, de si la nación española sigue existiendo o no. Apuestas hay para todos los gustos.

Lo que sí es evidente es que si se llegase a un acuerdo sobre el Estatuto catalán y si éste contemplase a Cataluña como nación, aunque sea en el preámbulo –que impregna toda la ley-, por mucho que Fernández de la Vega mienta a conciencia, la Constitución de 1978 tendría sus días contados. Y la nación española ya no volvería a ser jamás como la habíamos conocido hasta ahora. Y este es el tema importante en el Estatuto. No es, por mucho que cuenten, la financiación. Verán, a mí, como a casi todos los ciudadanos españoles, me da igual a quién le pago mis impuestos. Lo que me fastidia es la fiscalidad tan elevada que sufrimos y la porquería de servicios que recibimos a cambio. ¿Que se aprueba la financiación? Pues Cataluña sería la gran ganadora y Andalucía la gran perdedora. Pero los ciudadanos seguiríamos pagando –por la presión coercitiva que el Estado ejerce sobre el individuo- nuestros impuestos y España existiendo. Sin igualdad ni solidaridad interregional, pero existiendo. Así pues, el problema real y de fondo no es ni tan siquiera la insolidaridad de la clase dirigente catalana para con otras comunidades autónomas españolas. El problema de fondo es la voladura del pacto constitucional; voladura que, por cierto, no se quiere consultar con todos los españoles.

Porque, si se trata de cambiar nuestro sistema constitucional con luz y taquígrafos y de acabar con la nación española para instaurar la “democracia avanzada”, ¿por qué no se hace siguiendo el procedimiento que para ello establece la propia Constitución Española? ¿Por qué esta reforma de la constitución por la puerta de atrás? Porque no tiene el apoyo de la inmensa mayoría de la ciudadanía española. Así pues, hay que hacerlo sin que se note. Tratando de que al paciente no le duela demasiado la amputación y contándole que no se trata de una operación de ese calibre. Engañando y mintiendo.

Pero, si Cataluña es “nación”, porque lo importante para el señor presidente del talante no son las leyes, la historia o el sentido común, sino los sentimientos de una parte de la población, ¿qué es España? ¿Dónde queda la Constitución Española? Habrán volado por los aires.

Coincide en el tiempo este asunto con otros dos de no menor relevancia. Por un lado, y en el mismo sentido rupturista que el Estatuto, este jueves a las seis de la mañana, sin luces ni taquígrafos, el Ministerio de (in)Cultura, el mismo que deniega a sabiendas de que es injusto, registros a Fundaciones porque tienen entre sus objetivos defender a la Nación española, ha procedido a la ruptura de la unidad del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca. Probablemente los papeles – muchos de ellos no tienen nada que ver con Cataluña, tal y cómo ha denunciado la Junta de Castilla y León- serán presentados, y digo textualmente, como un trofeo de guerra por los pacifistas del nacional-socialismo catalán. Para provocar, por supuesto.

Por otro lado, el domingo, ¿se celebrará el Congreso del partido de la ETA? Como todos ustedes ya saben, ha tenido que ser un juez de la Audiencia Nacional quien impusiera la legalidad. Porque Zapatero se había situado a sí mismo por encima de ella, aludiendo al “derecho de reunión” de Batasuna/ETA, organización que figura como terrorista en las listas de la UE. El auto del Juez, importantísimo, ordena el cese de toda actividad de los batasunos durante dos años –elecciones municipales incluidas-. Y todo el que colabore con ellos, dice el auto, podría estar incurriendo en un delito de colaboración con banda armada.

Así pues, esta misma semana, si es que el gobierno dice la verdad, habrán terminado las negociaciones a escondidas acerca del Estatuto y por fin sabremos qué va a ser de España. Y el domingo sabremos si en España la ley se cumple de forma efectiva. Porque si Batasuna celebra su Congreso se habrá burlado del Estado de Derecho español. Y todo ello ante la pasividad de un presidente felón. Ni Fernando VII, oigan.

¿Expaña?

Almudena Negro
Almudena Negro
sábado, 21 de enero de 2006, 01:04 h (CET)
Esta misma noche los españoles seremos informados por la clase dirigente catalana, reconvertidos ellos en una especie de amos y señores feudales del protectorado español, y el partido que sustenta a Rodríguez Zapatero en su sillón, de si la nación española sigue existiendo o no. Apuestas hay para todos los gustos.

Lo que sí es evidente es que si se llegase a un acuerdo sobre el Estatuto catalán y si éste contemplase a Cataluña como nación, aunque sea en el preámbulo –que impregna toda la ley-, por mucho que Fernández de la Vega mienta a conciencia, la Constitución de 1978 tendría sus días contados. Y la nación española ya no volvería a ser jamás como la habíamos conocido hasta ahora. Y este es el tema importante en el Estatuto. No es, por mucho que cuenten, la financiación. Verán, a mí, como a casi todos los ciudadanos españoles, me da igual a quién le pago mis impuestos. Lo que me fastidia es la fiscalidad tan elevada que sufrimos y la porquería de servicios que recibimos a cambio. ¿Que se aprueba la financiación? Pues Cataluña sería la gran ganadora y Andalucía la gran perdedora. Pero los ciudadanos seguiríamos pagando –por la presión coercitiva que el Estado ejerce sobre el individuo- nuestros impuestos y España existiendo. Sin igualdad ni solidaridad interregional, pero existiendo. Así pues, el problema real y de fondo no es ni tan siquiera la insolidaridad de la clase dirigente catalana para con otras comunidades autónomas españolas. El problema de fondo es la voladura del pacto constitucional; voladura que, por cierto, no se quiere consultar con todos los españoles.

Porque, si se trata de cambiar nuestro sistema constitucional con luz y taquígrafos y de acabar con la nación española para instaurar la “democracia avanzada”, ¿por qué no se hace siguiendo el procedimiento que para ello establece la propia Constitución Española? ¿Por qué esta reforma de la constitución por la puerta de atrás? Porque no tiene el apoyo de la inmensa mayoría de la ciudadanía española. Así pues, hay que hacerlo sin que se note. Tratando de que al paciente no le duela demasiado la amputación y contándole que no se trata de una operación de ese calibre. Engañando y mintiendo.

Pero, si Cataluña es “nación”, porque lo importante para el señor presidente del talante no son las leyes, la historia o el sentido común, sino los sentimientos de una parte de la población, ¿qué es España? ¿Dónde queda la Constitución Española? Habrán volado por los aires.

Coincide en el tiempo este asunto con otros dos de no menor relevancia. Por un lado, y en el mismo sentido rupturista que el Estatuto, este jueves a las seis de la mañana, sin luces ni taquígrafos, el Ministerio de (in)Cultura, el mismo que deniega a sabiendas de que es injusto, registros a Fundaciones porque tienen entre sus objetivos defender a la Nación española, ha procedido a la ruptura de la unidad del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca. Probablemente los papeles – muchos de ellos no tienen nada que ver con Cataluña, tal y cómo ha denunciado la Junta de Castilla y León- serán presentados, y digo textualmente, como un trofeo de guerra por los pacifistas del nacional-socialismo catalán. Para provocar, por supuesto.

Por otro lado, el domingo, ¿se celebrará el Congreso del partido de la ETA? Como todos ustedes ya saben, ha tenido que ser un juez de la Audiencia Nacional quien impusiera la legalidad. Porque Zapatero se había situado a sí mismo por encima de ella, aludiendo al “derecho de reunión” de Batasuna/ETA, organización que figura como terrorista en las listas de la UE. El auto del Juez, importantísimo, ordena el cese de toda actividad de los batasunos durante dos años –elecciones municipales incluidas-. Y todo el que colabore con ellos, dice el auto, podría estar incurriendo en un delito de colaboración con banda armada.

Así pues, esta misma semana, si es que el gobierno dice la verdad, habrán terminado las negociaciones a escondidas acerca del Estatuto y por fin sabremos qué va a ser de España. Y el domingo sabremos si en España la ley se cumple de forma efectiva. Porque si Batasuna celebra su Congreso se habrá burlado del Estado de Derecho español. Y todo ello ante la pasividad de un presidente felón. Ni Fernando VII, oigan.

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