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Un bruñido horizonte ante mis ojos,
fatigados de la inclemente luz
de un estío de acordes de insectos,
la tarde se ha apoderado
de mi sed,
hídrica abstinencia que azota
las células como esponjas secas.
Las campanas tañen
sin feligreses que acudan,
refrescará y las beatas saldrán
con bolsos vacíos como sus vidas;
las tardes de agosto no doblan
a difunto en la basílica,
los insectos se relamen en los tanatorios
y las carnes inertes tiritan calladas y solas
esperando las mañanas de rocío
y café en las terrazas.
Verano infame en las dunas de plástico,
pieles sin bronceado de tumbona
se oxidan sedientas de aquello
que en los yates de lujo y fiestas
se derrocha.
Vacío de vidas veraneantes,
tumbonas con cuerpos
jugando al lujo de la ruleta rusa
del melanoma extenso,
búsqueda de la foto exótica,
Instagram y likes, vanidad, presunción,envidia,
placeres finitos y vacuos
que acabarán siendo
digeridas por larvarios habitantes
en una sala helada de tanatorio.
Cada vez que aparece un libro del escritor Daniel Alarcón, una pregunta cae por insistencia, con mayor razón cuando quienes la formulan son, en su mayoría, escritores en actividad. ¿Es Alarcón un escritor peruano? Para algunos sí, para otros no.
Jorge Urreta es un escritor bilbaíno, veterano y especializado en 'thriller', género que acostumbra a mezclar con otros como el paranormal, la ciencia ficción, la novela negra o la novela policiaca. Desde 2012 ha venido publicando con distintas editoriales y ha cosechado una comunidad muy fiel de lectores. Es un autor prolífico que ha trabajado tramas de todo tipo, a cuál más fascinante.
Habiendo definido el tema y el personaje de mi escrito de ahora, vino a mi memoria una frustrada ilusión literaria, cuando siendo un mozuelo, con interés, puse atención al radio estación de la Radio Occidental donde mi hermano mayor Moncho, para codearse con sus compañeros de clase, entre los que sobresalían los jóvenes Rothschild, pues Moncho, declamaría un poema para concursar, a espera de ganar un gran premio de 20 pesos de entonces.
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