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Algunas reflexiones sobre una de las grandes novelas del escritor noruego, Knut Hamsun.

Hambre: soledad, vacío e insatisfacción

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HAMBRE


Durante más de un año y, en más de una ocasión, he llegado a sentir hambre. No sólo un hambre física, sino una sensación de vacío, de soledad, de insatisfacción, una avidez al mismo tiempo por devorarlo todo. Nunca antes de esa época alcancé a comprender mejor la novela Hambre, del escritor noruego Knut Hamsun, que había leído con anterioridad.


Muchos críticos consideran que Hambre es la primera novela moderna del siglo XX. Charles Bukowski, importante figura de la generación beat, escritor maldito y provocador, llegó a declarar que Knut Hamsun había sido el escritor más grande de todos los tiempos. Quizá exageró, pero en el fondo tuvo razón, Hamsun se convirtió en una especie de libro de texto para muchos aspirantes a escritores. Lo que es seguro es que grandes escritores europeos de su generación, tales como Hermann Hesse, Thomas Mann, Stefan Zweig y Robert Musil se inspiraron en las obras de Hamsun.


Del protagonista de esta novela conocemos muy poco. Sabemos que es un artista menor, un escritor que, de vez en cuándo, consigue publicar algún artículo en uno de los periódicos de la ciudad de Christiania o Cristianía, nombre con el que se conocía a Oslo hasta 1925, y donde a diario deambula por las calles de esta agreste ciudad, buscando algo para comer. No tenemos la menor idea de cómo se llama el personaje ni de cuántos años tiene. Tampoco nos enteramos de cuáles son sus orígenes. Más bien, parece uno de esos hombres que han sido arrojados al mundo inhóspito, del que hablaban los existencialistas, tal como el personaje que aparece en la pintura Caminante nocturno (1923-1924) de Edvard Munch, conterráneo y contemporáneo de Hamsun.


El hambre física que padece el personaje es el leitmotiv de la novela y una metáfora del hambre y de todo lo que ésta representa. En este caso, también del hambre artística o la necesidad de crear arte sobre todas las cosas. A lo largo de toda la obra el personaje prefiere sentir hambre y consagrarse a escribir que dedicarse a otra actividad con la que su hambre pudiese ser saciada. Esta representación coloca a este tipo de artista como a un ser superior y digno, alguien que difícilmente se rebajaría a vivir de la caridad. Esta también es una novela sobre la soledad. La soledad que busca el artista. La soledad que sufre el indigente. O esa soledad que se siente, aunque uno se encuentre rodeado de gente.


Como todos los grandes personajes de la literatura, el personaje de Hambre es un ser ambiguo y contradictorio que puede tener pensamientos terribles, y, al mismo tiempo, ser una persona muy generosa. Para comunicarse con el lector, Hamsun utilizó como recurso literario un delirante monólogo interno, que el autor manejaba con asombrosa maestría. En este monólogo interno podemos entrar en su mente y darnos cuenta de que sus emocionales están en una perpetua montaña rusa. Su cuerpo y sus emociones se descomponen frente a nuestros ojos a lo largo de toda la obra. Pero el protagonista no culpa a Dios de su condición; Dios, en el que no cree y que, por otra parte, está siempre presente en la ciudad de Christiania, es un elemento omnipresente. La religión aparece en casi todos los actos de la sociedad Noruega de la época.


De lo que no queda duda es de que Hambre, obra de extraordinaria modernidad, es una de las novelas más influyentes de la literatura europea del siglo XX.


A continuación, transcribiré un fragmento de la novela que, a mi juicio, representa el corazón de la novela:


“Lo único que me molestaba un poco era el hambre, y eso a pesar de las náuseas que sentía al ver la comida. Volví a tener unas escandalosas ganas de comer, un voraz apetito interior que aumentaba por momentos. Me roía despiadadamente las entrañas, con una insistencia silenciosa y singular”.


El final de la obra no es menos sorprendente que su desarrollo. Hamsun hace un giro final que no nos deja indiferentes y que nos lleva a hacer una profunda reflexión. No obstante, no lo voy a revelar aquí para no arruinar su lectura.



KNUT HAMSUN


Luego de haber sido un escritor muy reconocido en Europa y, particularmente, en su Noruega natal, Knut Hamsun (1859-1952), fue despreciado por sus connacionales en los últimos años de su vida. Lo anterior debido a que, desde el ascenso de Hitler al poder, fue su admirador y partidario. Durante la ocupación de los nazis en Noruega Hamsun fue afín al nuevo régimen. Incluso, dedicó el Premio Nobel de Literatura, que le fue otorgado en 1920, al mismísimo Goebbels. Hamsun pensaba que Hitler devolvería la grandeza vikinga a los noruegos. Personalmente, creo que se equivocó con el Fürer. Pero no creo que su fondo haya sido malo. Lo creo así debido al incidente que ocurrió en una ocasión en la que fue a cenar con Hitler y, durante la cena, criticó el hecho de que el régimen de ocupación nazi tuviese cautivos a varios disidentes noruegos. Eso provocó la furia de Hitler, que después relegó a Hamsun a un segundo o tercer plano en su relación con Noruega. Después de la guerra, Hamsun se salvó de ser ejecutado por traición gracias a su avanzada edad. El primer ministro impuesto por Hitler, el narcisista Vidkun Quisling, no corrió con la misma suerte y fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento en 1945. Quisling se convirtió en un sustantivo que quería decir: traidor. Volviendo a Hamsun, el tiempo ha ido limando asperezas y los noruegos empiezan a separar al hombre del escritor y a perdonarle sus posibles equivocaciones. En el resto de Europa, por el contrario, Knut Hamsun goza cada vez de más prestigio como el gran hombre de letras que fue.



METÁFORA DEL HAMBRE


También hay otro tipo de hambre. Aquella que Martín Caparros considera “como la metáfora más violenta de la desigualdad en la que vivimos y toleramos vivir”. Para Caparrós, que ha viajado por todo el mundo escribiendo crónicas, “la imposibilidad de conseguir la comida que se necesitaba” era la base de todos los conflictos, de todas las guerras del mundo. En síntesis, parecería que entre más desarrollo alcanzan algunas partes del mundo, más desigualdad generan en otras.

El mundo de hoy tiene mucha hambre. Hay regiones donde los restaurantes tiran la comida que les sobra y regiones enteras donde la población, literalmente, no tiene para comer. Donde los niños mueren a causa de la desnutrición.

Pero el mundo también tiene otros tipos de hambre. Como bien lo representó Knut Hamsun en su gran novela, el hambre en el mundo es un hambre física, amorosa, artística, moral, psicológica, ética, religiosa… 

Hambre: soledad, vacío e insatisfacción

Algunas reflexiones sobre una de las grandes novelas del escritor noruego, Knut Hamsun.
Juan Saravia
jueves, 12 de julio de 2018, 07:10 h (CET)

HAMBRE


Durante más de un año y, en más de una ocasión, he llegado a sentir hambre. No sólo un hambre física, sino una sensación de vacío, de soledad, de insatisfacción, una avidez al mismo tiempo por devorarlo todo. Nunca antes de esa época alcancé a comprender mejor la novela Hambre, del escritor noruego Knut Hamsun, que había leído con anterioridad.


Muchos críticos consideran que Hambre es la primera novela moderna del siglo XX. Charles Bukowski, importante figura de la generación beat, escritor maldito y provocador, llegó a declarar que Knut Hamsun había sido el escritor más grande de todos los tiempos. Quizá exageró, pero en el fondo tuvo razón, Hamsun se convirtió en una especie de libro de texto para muchos aspirantes a escritores. Lo que es seguro es que grandes escritores europeos de su generación, tales como Hermann Hesse, Thomas Mann, Stefan Zweig y Robert Musil se inspiraron en las obras de Hamsun.


Del protagonista de esta novela conocemos muy poco. Sabemos que es un artista menor, un escritor que, de vez en cuándo, consigue publicar algún artículo en uno de los periódicos de la ciudad de Christiania o Cristianía, nombre con el que se conocía a Oslo hasta 1925, y donde a diario deambula por las calles de esta agreste ciudad, buscando algo para comer. No tenemos la menor idea de cómo se llama el personaje ni de cuántos años tiene. Tampoco nos enteramos de cuáles son sus orígenes. Más bien, parece uno de esos hombres que han sido arrojados al mundo inhóspito, del que hablaban los existencialistas, tal como el personaje que aparece en la pintura Caminante nocturno (1923-1924) de Edvard Munch, conterráneo y contemporáneo de Hamsun.


El hambre física que padece el personaje es el leitmotiv de la novela y una metáfora del hambre y de todo lo que ésta representa. En este caso, también del hambre artística o la necesidad de crear arte sobre todas las cosas. A lo largo de toda la obra el personaje prefiere sentir hambre y consagrarse a escribir que dedicarse a otra actividad con la que su hambre pudiese ser saciada. Esta representación coloca a este tipo de artista como a un ser superior y digno, alguien que difícilmente se rebajaría a vivir de la caridad. Esta también es una novela sobre la soledad. La soledad que busca el artista. La soledad que sufre el indigente. O esa soledad que se siente, aunque uno se encuentre rodeado de gente.


Como todos los grandes personajes de la literatura, el personaje de Hambre es un ser ambiguo y contradictorio que puede tener pensamientos terribles, y, al mismo tiempo, ser una persona muy generosa. Para comunicarse con el lector, Hamsun utilizó como recurso literario un delirante monólogo interno, que el autor manejaba con asombrosa maestría. En este monólogo interno podemos entrar en su mente y darnos cuenta de que sus emocionales están en una perpetua montaña rusa. Su cuerpo y sus emociones se descomponen frente a nuestros ojos a lo largo de toda la obra. Pero el protagonista no culpa a Dios de su condición; Dios, en el que no cree y que, por otra parte, está siempre presente en la ciudad de Christiania, es un elemento omnipresente. La religión aparece en casi todos los actos de la sociedad Noruega de la época.


De lo que no queda duda es de que Hambre, obra de extraordinaria modernidad, es una de las novelas más influyentes de la literatura europea del siglo XX.


A continuación, transcribiré un fragmento de la novela que, a mi juicio, representa el corazón de la novela:


“Lo único que me molestaba un poco era el hambre, y eso a pesar de las náuseas que sentía al ver la comida. Volví a tener unas escandalosas ganas de comer, un voraz apetito interior que aumentaba por momentos. Me roía despiadadamente las entrañas, con una insistencia silenciosa y singular”.


El final de la obra no es menos sorprendente que su desarrollo. Hamsun hace un giro final que no nos deja indiferentes y que nos lleva a hacer una profunda reflexión. No obstante, no lo voy a revelar aquí para no arruinar su lectura.



KNUT HAMSUN


Luego de haber sido un escritor muy reconocido en Europa y, particularmente, en su Noruega natal, Knut Hamsun (1859-1952), fue despreciado por sus connacionales en los últimos años de su vida. Lo anterior debido a que, desde el ascenso de Hitler al poder, fue su admirador y partidario. Durante la ocupación de los nazis en Noruega Hamsun fue afín al nuevo régimen. Incluso, dedicó el Premio Nobel de Literatura, que le fue otorgado en 1920, al mismísimo Goebbels. Hamsun pensaba que Hitler devolvería la grandeza vikinga a los noruegos. Personalmente, creo que se equivocó con el Fürer. Pero no creo que su fondo haya sido malo. Lo creo así debido al incidente que ocurrió en una ocasión en la que fue a cenar con Hitler y, durante la cena, criticó el hecho de que el régimen de ocupación nazi tuviese cautivos a varios disidentes noruegos. Eso provocó la furia de Hitler, que después relegó a Hamsun a un segundo o tercer plano en su relación con Noruega. Después de la guerra, Hamsun se salvó de ser ejecutado por traición gracias a su avanzada edad. El primer ministro impuesto por Hitler, el narcisista Vidkun Quisling, no corrió con la misma suerte y fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento en 1945. Quisling se convirtió en un sustantivo que quería decir: traidor. Volviendo a Hamsun, el tiempo ha ido limando asperezas y los noruegos empiezan a separar al hombre del escritor y a perdonarle sus posibles equivocaciones. En el resto de Europa, por el contrario, Knut Hamsun goza cada vez de más prestigio como el gran hombre de letras que fue.



METÁFORA DEL HAMBRE


También hay otro tipo de hambre. Aquella que Martín Caparros considera “como la metáfora más violenta de la desigualdad en la que vivimos y toleramos vivir”. Para Caparrós, que ha viajado por todo el mundo escribiendo crónicas, “la imposibilidad de conseguir la comida que se necesitaba” era la base de todos los conflictos, de todas las guerras del mundo. En síntesis, parecería que entre más desarrollo alcanzan algunas partes del mundo, más desigualdad generan en otras.

El mundo de hoy tiene mucha hambre. Hay regiones donde los restaurantes tiran la comida que les sobra y regiones enteras donde la población, literalmente, no tiene para comer. Donde los niños mueren a causa de la desnutrición.

Pero el mundo también tiene otros tipos de hambre. Como bien lo representó Knut Hamsun en su gran novela, el hambre en el mundo es un hambre física, amorosa, artística, moral, psicológica, ética, religiosa… 

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