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Soberano don Nadie (XIV) | |||
Juan Pablo Mañueco | |||
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Soberano don Nadie en el país de los poderes políticos verticales Don Quijote y Pero Grullo en acción Resumen de lo publicado: El Representante Independiente y Pero Grullo, en presencia de don Alonso Quijano y de Aprendiza de Política, han coincidido en que un sistema donde sólo se permite a los electores dimitir periódicamente en el nombre de un representante absoluto, el cual legislará y gobernará luego a su antojo, porque el elector no puede determinar los actos de gobierno, no es un sistema democrático. Por otra parte, Pero Grullo insiste en que habría que considerar a los políticos “asalariados públicos” y, que, como tales, deberían obedecer al pueblo, que abona sus salarios. Es más, Pero Grullo afirma que una Constitución democrática tendría que abrirse estableciendo las obligaciones de los políticos y de los servidores públicos, así como los órganos ciudadanos encargados de exigírselas y de sancionarles por su incumplimiento... Sólo después habría que empezar a darles “derechos”... a las autoridades. Todo lo cual lo tiene por tan claro y evidente que lo califica de “perogrullada”. Capítulo XI De los alegatos finales de Pero Grullo contra el Derecho verticalista y las Administraciones del mismo género ¿Invertir el sentido de la ley política? ¿Hacer que obligue y sancione a las Administraciones en primer término? ¿Conceder derechos a los administradores con el objeto de que no puedan tomarse ninguna de las potestades que no se les conceden...? ¿Acaso no es esto lo que sucede desde el comienzo de las eras, pero en sentido contrario a las potestades de la gente...? ¿No recibe la sociedad algunos permisos o consentimientos de sus dirigentes, a la vez que se reservan para sí mismos todas las potestades reales, incluidas la de administrar esos menguados derechos concedidos, más a menos teóricamente, a la plebe? Todos los poderes efectivos en manos de la minoría, desde siempre, a cambio de algunas dádivas o permisos menores, que llaman derechos. La potestad de imponerse, para la oligarquía señorial y autosuficiente... El derecho a recibir pasivamente las imposiciones, inclusive las económicas, para el pueblo... Extraña correlación de fuerzas, impropia de cualquier equidad entre ambos estamentos. Uno se reserva todos los poderes reales y todos los derechos importantes, incluido el derecho a hacer el Derecho y el de dictaminarlo luego sobre los desposeídos de todo poder agente y obrante. ¡Expresa tan claramente una situación de dominio que no puede ser natural sino producto de la fuerza...! Y, desde luego, se trata de una arquitectura propia del Antiguo Régimen, basado en la conquista militar de un estatus de poderosos respecto a los más débiles, origen de todos los Estados. ¡La misma! ¿Es el “derecho de conquista militar” el origen de una arquitectura política como la que todavía se mantiene...? La estructura vertical de los conquistadores y de los conquistados. ¿Es el “derecho de conquista militar” esa fuente y fundamento real del Derecho de los unos sobre los otros...? ¿El origen de todos los poderes que se reservan algunos, para monopolizarlos sin que se tolere la participación efectiva del pueblo, y de los permisos menores que tienen los de abajo respecto al estamento de los poderosos, estos sí apropiados de todas las potencias efectivas, ellos solos, discriminatoriamente, como verdaderos señores? ¿Son los pueblos “naciones tributarias” de sus conquistadores originarios, y por eso todo se les impone, desde arriba, inclusive las cargas económicas, pero también todo lo restante, sin modificaciones estructurales? ¿Nunca ha variado nada, sino que unas élites aristocráticas heredan el dominio total de una estructura fundada por los primeros aristócratas que todavía se conserva intacta? * * * ¿Han modificado los mitos ornamentales, los preámbulos declamativos, pero todo el armazón se mantiene igual, con algunas fluctuaciones periódicas en los consentimientos cegables y en las dádivas generosas con las que se entretiene a la población, también desde siempre? ¿Militarmente consiguieron algunos el derecho de administrar a los de abajo y el derecho de imponerles tributos, sin contar con ellos...? ¿En tal esquema seguimos...? ¿Continúan existiendo, pues, esas “naciones tributarias” de quienes disfrutan del estatus de señores, como invariados herederos de quienes se apropiaron del poder y de la jurisdicción sobre los débiles? ¿Nunca ha cambiado nada? Militarmente, algunos adquirieron el derecho a someter y a jusmeter a los de abajo.Y hasta el derecho a arrancarles... el pensamiento legal propio. La plebe ya no tendría la posibilidad de pensar válidamente sobre la ley y la Justicia. Ése no era su “derecho”, sino el de los fuertes. Militarmente, algunos adquirieron el más curioso de los “derechos”, la bicoca total, el “derecho” a mandar imperativamente a aquellos de quienes se cobra, también impositivamente. ¿No sigue siendo idéntica la estructura de poder de los Estados modernos...? ¿Dónde hallar los cambios sustantivos que presuntamente indican la variación de las épocas? Militarmente, se alzó un Estatus de dominadores señoriales que concedieron algunos derechos a los dominados, reservándose todas las potestades para la minoría. Militarmente, se irguió el Estatus romano y su Derecho activo para los dirigentes, con algunas concesiones pasivas para la plebe sometida, en forma de derechos y permisos menores, que debían suplicarse a los Magistrados que el poder designaba y enaltecía.... para que legitimasen con sus sentencias al poder político que les estaba encumbrando por encima de la inermidad de la gente. ¿Ha habido alguna variación de fondo en el mundo moderno y contemporáneo o sigue siendo todo tan antiguo como siempre, tan inicuo e injusto desde que una casta minoritaria posee la ley y el Derecho y otros lo reciben, pasivamente? Los Estados actuales conservan por derecho de Conquista y por derecho de Herencia de los viejos regímenes –¿esta es su “co-herencia” ideológica?– las prerrogativas de las vetustas aristocracias –¿por eso pueden establecer tributos desde arriba y malversarlos en provecho de la oligarquía en el poder y de sus clientes?–, con sólo dictar el edicto legal o la sentencia de la magistratura estamental que legalice su expolio. Como antaño. Sin modificación ninguna: estamentos oclusos que defienden sus privilegios y en donde imperan los pocos sobre la inmensa mayoría desactivada. ¿Sólo habrán variado las fórmulas decorativas con que embellecen los preámbulos de sus Declaraciones, para que todo siga igual que antes? Obviamente, las administraciones señoriales no son de esta época ni tampoco los sistemas de señorío, pero se mantienen inalterados, con el único peaje de la variación de los conjuros legales. Eso tuvo que ser modificado, al menos. Resultaría insufrible que las Constituciones vigentes se abrieran con el viejo principio del derecho de Conquista, aunque entonces se entendería mejor el mundo que sigue existiendo. ¡No podríamos soportar esa verdad...! Pero quedaría explicado el absurdo total de los vigentes edificios políticos. “Nosotros, la oligarquía eterna, en uso de la soberanía que acaparamos por el sagrado derecho de Conquista, deseando establecer con nuevos formulismos nuestro perpetuo Estatus, gobernado aristocráticamente por unas pocas señorías estamentales y por los servidores del Estado, a quienes continuaremos concediendo mayores privilegios que a la población corriente, proclamamos nuestra voluntad de constituir...” explicaría perfectamente la arquitectura política en vigor. ¡Encajaría perfectamente lo que se hace después con lo declamado en un Preámbulo como éste! ¡Todo quedaría así dilucidado, repentinamente!: el sentido en que continúa fluyendo la ley política, la apropiación de lo público por la minoría que lo privatiza en su capricho y en su voluntad autárquica, la situación ventajosa de los servidores del Estado frente a la sociedad y el reparto de los poderes (todo/nada, con algunos derechos pasivos) entre la aristocracia dirigente y la población jusmesa y cautiva: lo mismo que en el mundo antiguo. * * * ¿Habrá alguna estafa conceptual más evidente que el Derecho?, ¿no son capaces de apreciar ni siquiera una mentira tan obvia como ésta? ¿No perciben que el Derecho, esto es, la ley política redactada por una minoría de señorías y aplicada posteriormente por otra minoría aún más selecta de señorías judiciales, autárquicas, inelegibles por la población e irresponsables ante ella, fue la base de las sociedades aristocráticas y del Antiguo Régimen, al menos desde el Imperio Romano hasta nuestros días? ¿Y no se sorprenden de que eso mismo que constituyó la argamasa del Antiguo Régimen sea el cimiento sobre el que se sustenta el Nuevo, tan vetusto en su concepción como siempre? Los modelos políticos vigentes se basan en la misma restricción de la gente común para las normas públicas y en los mismos cargos judiciales de entonces: “Lex” diseñada por la minoría, “Magistratus”, “Fiscales”, “Iustitia” impartida desde arriba por los pocos... a modo de estamento dominante que posee la ley política y su administración práctica por encima de cualquier responsabilidad ante el pueblo. ¿Y de un esquema tan viejo y anquilosado pretenden que hayan alboreado los tiempos nuevos? ¡Ingenua Humanidad, qué formidable es la presión verticalista del poder para descerebrarte! ¡Derecho, los pueblos deben postrarse ante los señores que te dictan y te interpretan también dictatorialmente, pero no son los pueblos quienes te poseen, sino los señores de la ley los que poseen a los pueblos a través de ti, Derecho, patrimonio continuo de los fuertes! Ídolo político de todos los verticalismos, su fundamento eterno, ¿no te ven?, ¿no notan que instauras la iniquidad invencible desde que entronizas a los pocos y sometes a las masas a sus designios? ¡Si quienes deben permanecer genuflexos y crédulos ante ti vieran los que eres, la voz más sojuzgadora del mundo romano...! ¡Salve, oh tú, participio pasivo del verbo “di-rigere” que desde el comienzo conviertes en activos a los dirigentes, a los regentes, a los rectores, a los reyes, al estamento que rige y dirige... y en pasivos a la masa de los dirigidos o derechos o regidos o rectos por los nobles y agentes patricios! ¡Salve, falsedad fundante de la tiranía de los de arriba sobre los de abajo desde tu propia concepción romana, porque tú eres precisamente quien separa a la sociedad en dos clases o estamentos: el sector de los dirigentes, omnímodo y obrante, y el sector de los dirigidos, inoperante y pasivo...! Los poderosos y los impotentes, los posesores de la ley y los poseídos por ella –o más bien por quienes poseen la potestad de dictarla y jurisdictarla–, los egregios rectores y los inermes regidos, que deberán acatar lo que el estrato prócer les reglamente y les dictamine. ¡Salve, pues, “Estado de Derecho o Dirigido”, patrimonio exclusivo de los Directores del Estatus, únicos obrantes, monopolizadores estamentales de la gestación y la aplicación de la ley política, sobre la inermidad de los dirigidos o derechos, súbditos expropiados de toda acción rectora y condenados por ti, desde el comienzo, a la voz pasiva! ¿Y no te ven...? ¿No observan ni siquiera tu nombre...? ¿Su alucinación es tanta que reciben los “derechos o dirigidos” pasivamente, sin atender a quién los dirige ni hacia dónde...? ¿No perciben que lo importante en una construcción así estriba en quién sea el Director obrante y regente que se ha apropiado por completo del destino total de los regidos, desactivados e inertes...? ¡Por algo se educa de continuo a la plebe para que “crea” en la ley política y en la Justicia, para que ni siquiera piense en ella...! ¡Ni en los césares políticos y judiciales que agitan ambos fantoches para que la plebe se arrodille ante quien los maneja! Premeditadamente, forjan un pueblo creyente, y no pensante. Al contrario, le programan para que no piense ni en la licitud de la ley ni en las obediencias próceres de quienes la gestan y de quienes la administran. Para que se someta física y mentalmente al dictado de los de arriba. * * * Y sin embargo, ¿no es necesario derribarte, fantoche delusor del mundo antiguo para engañar a los crédulos, ropaje sagrado de los conquistadores para que el fuerte convierta su voluntad en imperio, su capricho en reglamento, su interés en código, su provecho en norma que acatarán los débiles, su invulnerabilidad en dictamen de los aristojueces a sueldo del poder, magistrados sólo por su obediencia eterna a los césares...? ¿Garantizarán la democracia los Magistrales ventrílocuos del sistema que les enaltece sobre la sumisión de la plebe? ¿Los títeres políticos decorados con sus viejas togas imperales que siguen exigiendo “fe” en la “Iustitia” a los sojuzgados desde arriba...? Los Maestros de lo que no practican, los Maeses de la democracia: los aristócratas judiciales, autárquicos y señoriales de siempre, envueltos también en sus latines perpetuos para que el pueblo obnubilado no se percate de lo que significa su título ni su misma pervivencia estamental sobre la gente. La Razón indica la imposibilidad de que la casta que se apropia de la dicción de la ley no defienda sus privilegios y no hisope al Régimen que se los otorga, junto con la Regencia absoluta, aunque supuesta, de todo lo público... Abusarán de su poder frente al pueblo inerme e hisoparán a quienes les exaltan, aunque sólo sea por defender sus sueldos y sus palios judiciales... No es mucho el sentido común que se necesita para comprenderlo. Una sociedad democrática, ¿puede continuar fundamentándose en la potestad de unos pocos para dictar, legislar y reglamentar la ley política, señorialmente, y de otros pocos después para interpretarla, administrarla y dictaminarla también estamentalmente, con escasa o nula intervención del pueblo en ambos procesos...? ¿O la ley política democrática debería gestarse y administrarse de abajo arriba, con la intervención total, prioritaria o parcial del pueblo en ambos aspectos e instancias? ____________________ Próxima entrega de la novela: sábado, 3 de diciembre. 'Soberano don Nadie'. de Juan Pablo Mañueco. Egartorre Libros. 190 páginas. Madrid, 2005. 14 euros. Puede adquirir el libro en librerías o realizando un pedido online. |
Sueños punitorios en los que he caído miserablemente, sueños punitorios que eyaculo con un ligero emberretinamiento puntual como las fragancias rabiosas; sueños punitorios en los que declamo envaselinados parágrafos de ridiculez.
Me instan, quienes me quieren, a que no pierda mi tiempo, escribiendo sobre gentes que son esencia de estiércol.
Yiyi es mi paz, en las noches de frío, calienta mis pies.
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