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Posiblemente mis vísceras sean de lo más tonto que tengo en mi cuerpo,
después de los dedos meñiques de los pies y los pelos de las orejas. Pero aun
así hay que ver la guerra que dan.
Las vísceras son tremendamente manipulables. Los medios de comunicación,
Twitter, Facebook y las redes sociales en general me las manipulan como les
viene en gana. Y mis vísceras me dicen que la prisión permanente revisable es
poco para los asesinos confesos de niños, para los terroristas o para los
secuestradores y asesinos de chicas jóvenes en general.
Mi cabeza, que está preparada con un pensamiento jurídico y racional, les dice a
las tripas que eso es una barbaridad. Que en Estados Unidos hay pena de muerte
y ello no impide que sea una de las sociedades occidentales con mayores niveles
de violencia y delincuencia de este tipo. Y, sin embargo, en sociedades como las
del norte de Europa que no tienen ni pena de muerte o cadena perpetua
(revisable o no), los niveles de delincuencia de alta alarma social son menores
(no quiere decir que no las haya).
Entonces mi duodeno, que es una víscera comprendida entre el final del
estómago y el yeyuno, y es dónde van a parar los jugos digestivos del hígado y
del páncreas, le dice al lóbulo frontal de mi cerebro: “tal vez si a quien hubiesen
matado hubiese sido a uno de tus hijos, no serias tan racional y civilizado”.
Y tiene una razón “duodenal”, posiblemente no podría ser ni civilizado ni racional.
Y si todos pensáramos y reaccionáramos igual que nuestras vísceras triperas, ni
seriamos racionales ni civilizados. Seriamos manipulables como en la Edad
Media en la que quemaban a la bruja de tu vecina.
Tal y como Vd, me ha pedido, Sr Sánchez, me he tomado un poco de tiempo para leer (no solo una vez), el contenido de la carta pública que nos ha enviado a todos los españoles el pasado miércoles. Le confieso que más que su contenido, nada atractivo desde el punto de vista literario y de escaso valor político, me interesaba conocer las razones de su insólita decisión de trasladar a los españoles sus dudas existenciales sobre su futuro personal y político.
Con motivo de los feroces ajustes en la economía argentina, una conocida me confesó la otra tarde, muy triste, que no podría viajar a Europa quizá nunca más. Enseguida pensé que personas como ella sólo sufren las consecuencias de su ideología (o de la adoptada por algún sofisma en las campañas electorales de la época), cuando ven tocado su bolsillo.
La campaña de descrédito contra la buena imagen y el honor del presidente del gobierno se ha desatado, de una forma virulenta, estos últimos días y semanas. Parece que se quiere lograr mediante descalificaciones el acoso y derribo de Pedro Sánchez. Según distintos medios de comunicación el inicio de una investigación judicial contra la esposa de Sánchez es un disparate, ya que no existen indicios suficientes para la misma.
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