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Desde el inicio de la nueva normalidad, los menores pasan de media cuatro horas diarias conectados a una pantalla fuera de las aulas, un total de 1.460 horas al año o, lo que es lo mismo, la mitad del tiempo que dedican a dormir. Así lo recoge el informe ‘Del cambio a la adaptación: viviendo y aprendiendo en un mundo digital’, estudio que analiza la información anónima proporcionada por 400.000 familias con hijos de entre 4 y 18 años en España, EEUU y Reino Unido durante 2021.
El siquiatra Francisco Alonso Fernández resume la problemática que genera Internet con estas palabras: “Internet origina una activación de las tendencias autodestructivas porque aparta al individuo de la realidad sobre todo en los jóvenes con problemas de comunicación, ansiedad, fobias…que pueden devorar la mentalidad de un niño al sustituir a sus contactos sociales”, por unos amigos telemáticos que es muy posible que nunca vaya a conocer personalmente.
La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (Aepap) alertó ha alertado de un aumento del riesgo de “abuso” de pantallas en los adolescentes por el incremento de uso excesivo de Internet y redes sociales. Así lo pusieron de manifiesto varios expertos durante el decimoctavo congreso de dicha asociación, en el que analizaron los resultados del último informe del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones.
Se han convertido en un elemento imprescindible en nuestro día a día, mejoran la forma en que trabajamos, aprendemos y disfrutamos de contenidos. Sin embargo, las tendencias actuales indican que miramos nuestros dispositivos móviles una media de siete horas al día, un hecho que nos obliga a concienciarnos de la importancia de las tecnologías para preservar la vista y para una mejor utilización de nuestros teléfonos inteligentes.
Utilizamos las pantallas para todo: trabajar, estudiar, comunicarnos con familiares y amigos, hacer la compra, mirar el tiempo o pedir un taxi. Las necesidades han cambiado y, actualmente, los smartphones, tablets y ordenadores se han vuelto tan necesarios que es prácticamente imposible separarse de ellos.
Smartphones, ordenadores portátiles, tablets, televisiones inteligentes… Poco a poco estos dispositivos electrónicos se han convertido en objetos imprescindibles no solo en nuestra faceta profesional si no también en la personal, provocando que pasemos cada vez más tiempo pegados a ellos.
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