Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Firmas y Blogs
Víctor Corcoba
Algo más que palabras
Víctor Corcoba
Resulta hermoso volver a unirse y a reunirse alrededor de una mesa clemente, tras reconocerse uno así mismo, engrandeciendo los vínculos que nos fraternizan

Es tiempo de citarse para ver nuestros interiores, de hacer silencio en la oscuridad de la noche y de meditar, de reencontrarnos con nuestros propios sueños y de crecer como niños, de llamar a la puerta de nuestro corazón, que es como se da sentido a la vida. No olvidemos jamás, que para vivir hay que cohabitar existiendo para los demás. La luz nos la damos entre sí.

Está visto que unirse es el inicio vivencial perfecto, que reunirse para estar juntos es la mejora en el camino y que trabajar todos a una es la superación óptima

Tenemos que estar abiertos para ofrecernos, no se puede encerrar uno en sí mismo, necesitamos vivir para los demás antes que para sí, porque es como se alcanza el bienestar y la realización personal. Con esta actitud interior, de entrega y generosidad, avanzamos hacia la concordia.

Cualquier desafío es una elección, es decidirse a tomar la propia savia en verso. Indudablemente, los buenos arbitrajes incluyen siempre a los demás, no sólo a uno mismo

Tenemos que acercarnos a la peregrinación, para poder conjugar el vivir con el amor; puesto que nada somos por sí mismos y ahora es el instante preciso de permanecer atentos, de tomar la decisión adecuada. Indudablemente, hemos de conceder tiempo al tiempo, entrar en un proceso de discernimiento, participar nuestra propia creatividad a los demás, manifestándonos con renovada energía y fuerza de ánimo.

Estoy profundamente convencido, que la unidad de la familia humana, llegará en el momento en que todo se descanse en una comunión de donaciones etéreas y no de intereses mundanos

Cualquier momento es bueno para emprender nuevos caminos que nos armonicen; y, de este modo, poder reforzar nuestra nostalgia de hermanamiento en un mundo cada vez más dividido y tenso. Sin duda, hay que tomar otras actitudes de dimensión universal, porque hemos de ser uno, aunque seamos distintos.

El mundo requiere de voluntades auténticas y trasparentes, unidas y reunidas contra la fiebre del espíritu corrupto, que todo lo embadurnan de inestabilidad y conflictos, poniendo continuamente en peligro el desarrollo social y económico, así como las instituciones democráticas y el Estado social y de derecho. Hay que abandonarse, despojarse de lo mundano, para empezar un camino de conciliación hacia todo aquello que nos vive de verdad.

La compostura es el modo primordial para interactuar unos con otros, y con aquello que nos rodea, cimentándonos en una mayor convivencia. Rehacerse ante el aluvión de dificultades que nos acorralan, nos reclama fidelidad y unión. La sanación comienza estableciendo vínculos de pertenencia e instaurando lazos de unidad entre análogos.

Todo está supeditado a nosotros y al ahora, lo que nos exige ser guardianes en todo momento o situación. Por eso, nuestra principal tarea por este mundo es la de ser cuidadores, ya no sólo de uno mismo, también de lo que nos rodea. En consecuencia, ante esta realidad que a veces no queremos ver, la peor de las actitudes es la indiferencia. Vivir no es esto, es la atención mostrada y la diligencia en escuchar, para socializarse humanamente y poder hermanarse.

El peso de la vida nos interroga, nos pone en movimiento y nos llama a sumar energías siempre, ya que todo se sobrelleva mejor si la carga es repartida. Es cuestión colectiva lo de levantar cabeza, lo de tomar aliento en conjunto, lo de despojarse de agobios para restituirse en los sueños. Ahora bien, también debemos tomar tiempo para sentirse uno mismo y rehacerse entre vínculos, para no dejarse absorber por los aprietos existenciales, los momentos de dolor y las derrotas.

De un tiempo a esta parte, se están viniendo abajo tantos sueños, que todo parece desmoronarse y encenderse en mil conflictos anacrónicos, dejándonos en un verdadero caos. Tanto es así, que estamos más solos y divididos que nunca, acompañados por diversas ideologías, creando nuevas formas endiosadas existenciales, de pérdida del sentido natural y social, bajo una supuesta ración de intereses egoístas.

El tiempo no es sino el área entre nuestras presencias. La faena no es fácil. Tenemos que recambiar posturas para entendernos, también restablecer modos y manera de vivir para poder cohabitar en comunión. Ciertamente, nada se consigue sin trabajo; y, en este mundo que estamos reconstruyendo entre todos cada aurora, tenemos que hacer espacio para la concordia.

En un tiempo de tantas dificultades, en el que vivimos encerrados en nuestros propios intereses, tenemos que movilizarnos para el cambio. Noviembre puede ser un buen mes de inicio. Lo que debe estar claro, es que no podemos continuar enemistados con aquello de lo que formamos parte, el mundo.

El mundo tiene que empezar a reconstruirse, comenzando por abatir los diversos conflictos con clemencia y espíritu democrático, que es lo que objetivamente nos hace forjar una nueva unidad entre pueblos y culturas diversas. Esta noble visión de entendimiento, sustentada en los derechos humanos y en las libertades fundamentales, nos predispone a sentirnos parte de ese hogar común, del que todos hablamos, pero poco hacemos por llevarlo a buen término.

© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto
 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris