MADRID, 22 (SERVIMEDIA)
El Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales recomendó este viernes cubrir los terrenos afectados por incendios con restos vegetales para "amortiguar el impacto de las lluvias, proteger el suelo de la erosión y favorecer la regeneración natural" de la vegetación, así como evitar que la ceniza se desplace a ríos o acuíferos que puedan acabar contaminados.
Esta medida, conocida como "mulching", ayuda a mantener la humedad, estabilizar laderas y reducir riesgos de riadas e inundaciones tras los incendios, ya que el fuego deja "suelos desnudos, pérdida de nutrientes, daños a fauna y flora y un impacto económico y social importante" en las poblaciones locales.
Además de los daños visibles, los servicios básicos como agua, luz o telefonía pueden verse afectados por la destrucción de conducciones y captaciones, lo que hace urgente "reparar infraestructuras y accesos forestales".
Durante el primer año tras un incendio, "es fundamental evaluar la severidad del daño" y la "capacidad de regeneración natural" de la zona. Muchas especies mediterráneas, como encinas, alcornoques, robles, pinos o matorrales, están adaptadas al fuego y pueden "rebrotar sin intervención". Por eso, el Colegio advirtió de que actuar sin considerar estas dinámicas puede ser "contraproducente".
Entre las medidas recomendadas por la organización, destacan cubrir el suelo con restos vegetales, construir barreras físicas como fajinas o albarradas y usar mantas o redes con hidrosiembra que estabilizan la ladera y favorecen la germinación. Estas técnicas tempranas son "más eficaces y económicas" que intentar recuperar el suelo después de la erosión, que aumenta con las primeras lluvias.
Asimismo, los ingenieros forestales también señalaron que la extracción de madera quemada debe hacerse con "criterios equilibrados": retirar árboles cercanos a infraestructuras por seguridad, pero mantener otros para conservar humedad, nutrientes y hábitats, evitando la proliferación de plagas. La venta puntual de madera quemada "rara vez compensa los daños", por lo que se "requiere apoyo económico y planificación forestal sostenible".
A medio y largo plazo, la restauración implica definir la función del terreno (protección frente a erosión, conservación de biodiversidad, uso productivo o recreativo), favorecer la regeneración natural, reforestar de forma selectiva con especies adaptadas al clima futuro y crear mosaicos de ecosistemas heterogéneos que aumenten la resiliencia frente al fuego. La planificación de infraestructuras preventivas y la gestión de la interfaz urbano-forestal son "esenciales para reducir riesgos en el futuro".
La restauración postincendio tiene también una dimensión social. La coordinación entre administraciones, propietarios, técnicos y voluntariado fortalece la prevención y multiplica la capacidad de recuperación, convirtiendo la restauración en "una oportunidad de desarrollo rural", empleo y cohesión social.
Por último, el Colegio destacó que invertir en gestión forestal activa "no solo repara daños, sino que previene futuros incendios, lucha contra la desertificación y mitiga los efectos del cambio climático, garantizando montes más resilientes y sociedades rurales más fuertes" concluyeron los ingenieros forestales.
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