MADRID, 06 (SERVIMEDIA)
SEO/BirdLife anunció este miércoles la puesta en marcha el proyecto 'Tresors d'Aigua Dolça', hasta 2027, que emplea el ADN ambiental con el objetivo de "mejorar el conocimiento y la gestión de dos humedales": los Ullals de la Carrova, en pleno Delta del Ebro, y la antigua cantera de las Llobateres, en Sant Celoni (Barcelona).
SEO/BirdLife apostó por el ADN ambiental como "una herramienta innovadora" que permite detectar las especies presentes en un ecosistema a partir del material genético que los organismos dejan en el medio (escamas, pelos, heces, plumas…). Mediante una técnica denominada 'metabarcoding', se analizan de forma simultánea secuencias genéticas de múltiples especies, comparándolas con bases de datos de referencia para su identificación.
Entre sus ventajas destacan la "sencillez y la rapidez de muestreo", ya que permite acceder a información muy amplia "sin grandes esfuerzos logísticos". Además, se pueden detectar especies de grupos muy diversos (peces, anfibios, insectos, mamíferos…), y aporta datos que "complementan las observaciones tradicionales, especialmente en contextos difíciles de muestreo".
Sin embargo, también tiene limitaciones, ya que "ofrece información cualitativa referida a la presencia o ausencia", pero "no de abundancia", y la identificación de invertebrados puede ser imprecisa debido al poco ADN liberado en el ambiente o a bases de datos incompletas.
Los primeros resultados obtenidos a partir del muestreo en los Ullals de la Carrova y en la cantera restaurada de les Llobateres fueron "reveladores y confirman el potencial del ADN ambiental como herramienta útil para la conservación".
En total se detectaron 56 registros de vertebrados, de los cuales se identificaron 30 especies distintas, y 154 registros de invertebrados acuáticos, con al menos 30 especies claramente diferenciadas, "una información inédita hasta ahora en estos espacios" y que permitirá a SEO/BirdLife "orientar con mayor precisión las acciones de restauración".
La técnica permitió confirmar la presencia de especies ya esperadas, como la anguila europea, la gineta o el cangrejo rojo americano, pero también reveló la presencia de otras especies "no detectadas hasta el momento", como la perca, la carpa y el siluro, "peces invasores cuya incidencia negativa sobre los anfibios podría estar afectando al equilibrio de estos humedales". Además, se detectó ADN compatible con coipú, colmilleja y perdiz roja, "cuya presencia debe aún ser confirmada con métodos convencionales".
Por último, la ausencia en los resultados de especies presentes en la zona como la nutria o de grupos indicadores clave como las libélulas y los efemerópteros plantea interrogantes sobre el estado ecológico del hábitat, lo que refuerza la "necesidad de continuar con el seguimiento y la integración de distintas metodologías para comprender mejor el funcionamiento de estos sistemas complejos".
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