MADRID, 14 (SERVIMEDIA)
Los hombres podrían trabajar ocho años más y las mujeres seis más en comparación con finales de la década de los 70 sin que ello supusiera un deterioro de su salud mayor que el de generaciones anteriores, según un estudio publicado este lunes por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).
El estudio, elaborado por los economistas Laia Bosque-Mercader, José Ignacio Conde-Ruiz, Sergi Jiménez y Judit Vall-Castelló, analiza la capacidad adicional de trabajo de las personas de entre 55 y 69 años en España entre 1977 y 2018 y advierte de la importancia de mejorar la tasa de actividad de las personas sénior ante el envejecimiento progresivo de la población y la pérdida de fuerza laboral que se va a producir.
A lo largo del periodo analizado, la salud de los mayores ha mejorado de forma continuada, tanto en indicadores objetivos (mortalidad, esperanza de vida) como subjetivos (salud autopercibida). Sin embargo, el informe precisa que esta mejora no se ha traducido en un aumento equivalente de la participación laboral en edades avanzadas.
La tasa de empleo cae abruptamente a partir de los 60 años, a pesar de que la salud se mantiene estable, lo que sugiere que existen barreras institucionales, laborales o culturales que limitan la continuidad laboral de las personas mayores.
El estudio estima que, a igualdad de estado de salud, los hombres y mujeres mayores trabajan hoy menos que sus homólogos del pasado. Así, en 2018, un hombre de 71 años tenía la misma tasa de mortalidad que uno de 63 años en 1977, pero su tasa de empleo era 57 puntos inferior. En el caso de las mujeres, que históricamente han estado menos representadas en el empleo, la diferencia también es notable, aunque se ha reducido por la creciente incorporación femenina al mercado laboral.
Ante esta situación, los autores subrayan que la prolongación voluntaria de la vida laboral debe dejar de verse como una "amenaza" y empezar a aprovecharse como una "palanca de sostenibilidad y bienestar". Para ello, proponen avanzar hacia un sistema de jubilación más flexible y gradual, que permita combinar pensión y trabajo de forma compatible y adaptada a las circunstancias personales y laborales de cada individuo.
"La evidencia presentada muestra que existe un potencial laboral sin explotar en la población sénior, que podría contribuir a mitigar los efectos del envejecimiento sobre el sistema de pensiones, el mercado de trabajo y el crecimiento económico. El reto es ahora diseñar políticas que favorezcan ese aprovechamiento, eliminando rigideces normativas y ofreciendo incentivos adecuados para quienes deseen seguir trabajando en edades avanzadas", argumenta el estudio publicado por Fedea.
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