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Entrevista al escritor Lorenzo de Medici

“Me gusta ser muy riguroso con la Historia”

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Lorenzo de’ Medici nació en Milán (Italia) y creció en Suiza. Es autor de varios ensayos históricos, entre los cuales destaca ‘Los Medicis, nuestra historia’; de las guías de viaje ‘Florencia y la Toscana’ y ‘Campos de golf’; y de las novelas históricas ‘La conjura de la reina’, ‘El secreto de Sofonisba’ y ‘El amante español’. Actualmente, presenta una serie de documentales televisivos sobre temas históricos. Reside en España.

París, año 1623. Unas cartas secretas, unas joyas desaparecidas, un código cifrado, una reina y un pintor de la corte, unos diamantes. Camogli, Italia 2010. Las vacaciones de Ann Carrington, profesora de historia en Estados Unidos, se complican cuando se entera de la muerte del profesor Scopetta, con quien se había citado para que le mostrase unas cartas inéditas escritas por María de Médicis y revelarle un secreto. ¿Quién o qué está detrás de este asesinato? Con todos estos elementos, jugando con dos planos temporales, y contando con la ayuda del inspector Antonio Pegoraro, Lorenzo de’ Medici urde una trama que mezcla el matiz histórico y el detectivesco. Con el escritor milanés, descendiente directo de la familia Médicis conversé durante unos minutos sobre algunos aspectos de su novela. Su verbo castellano, fluido,  atinado, cantábile, no podía negar su procedencia transalpina.

Lorenzo ¿qué es lo que te ha llevado a convertirte en escritor?

Escribir me encanta. Deben ser los genes de los Médicis porque yo quería dedicarme a algo artístico y la escritura es lo que mejor me sale.

A la hora de escribir ¿el apellido Medici pesa mucho o abre puertas?


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Ambas cosas. Sí que abre puertas y ayuda, pero también es un peso. En mi vida particular, en alguna ocasión llamarme así me ha resultado muy ventajoso. Lo que hay que tener claro  es que una vez abierta la puerta, has de demostrar que vales, que tu apellido no está vacío, que hay una persona que responde. Hay que estar a la altura de las expectativas que genera.

¿Por esta misma razón, ser un Médici, se te exige que tus novelas tengan mucho glamour?

Bueno, me han criticado que los personajes italianos son muy de segunda mano y que tienen el papel de malos en la novela. Pero esto ha surgido por casualidad. Los personajes de ‘Las cartas robadas’, por ejemplo, se identifican físicamente con personas que yo he visto caminar por Camogli. Les he puesto su rostro y sus gestos. Y haciendo esto me he divertido mucho.

‘Las cartas robadas’ está escrita en italiano, ¿al traducirla al castellano nos hemos perdido algo?

He tenido la suerte de contar con un muy buen traductor, que entre otros escritores ha traducido a Tabucchi y que se supone que tiene un castellano perfecto. Yo lo hablo bien pero no lo suficiente como para escribir una novela. Cuando la escribí en italiano lo hice siempre pensando en la persona que me iba a leer y, al jugar con el sentido de las palabras, en ocasiones se pierde algo. Pero esto creo que es algo inevitable.

¿Cómo ha sido el proceso de escritura de la novela?

Escribí primero la parte histórica y vi que no me satisfacía, que le faltaba algo. No me divertía. Si una cosa tengo clara es que para que el lector se divierta el primero que se tiene que divertir es el escritor, o sea, yo. Así que por eso añadí la parte moderna entrelazándola con la histórica, para que sirviera como contrapeso.

‘Las cartas robadas’ es una novela cuajada de personajes con mucho peso específico: María de Medici, Rubens, Richelieu…



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Los personajes históricos con reales. Me gusta ser muy riguroso con la Historia, no quiero que ocurran cosas que van contra el rigor histórico y además hay que respetar a los personajes tal y como se comportaron. La parte novelada es donde doy rienda suelta a mi imaginación. Por ejemplo, la historia de los diamantes es completamente falsa. Y ya que citas a Richelieu, te diré que el cardenal entró en el mundo de la política de la mano de María de Médici y terminó convirtiéndose en enemigo suyo.

Seguimos con personajes, ¿cómo te tropezaste con María de Medici?

Esta pregunta me gusta porque me da pie a explicar que mis editores me piden que cite siempre en mis novelas a un personaje de mi familia. En este caso elegí a María. Pensé en otros, pero no daban el nivel que yo necesitaba para esta historia. En este caso concreto, me interesaba mucho su lado artístico y su relación con Rubens. Mientras me documentaba encontré unas cartas suyas, de María quiero decir, que me han resultado muy útiles para organizar la trama de la correspondencia. Sé que existieron otras cartas con código cifrado entre ella y el pintor pero que yo no he llegado a ver.

Toda novela histórica parece requerir documentación. Acabas de citar las cartas de María de Medici, ¿te has servido mucho del archivo familiar para recopilar información?

En este caso concreto he ido consultando el archivo sin saber exactamente qué buscaba. Trataba de localizar algo que atrajese mi atención y que justificase la novela. Y lo primero con que me tropecé, como ya te he dicho, fueron las cartas. A María la escogí como protagonista porque se le ha conocido de un modo muy superficial. Los franceses la han criticado mucho. Aunque era un poco tontorrona era una Médici y eso significa que tenía buen gusto para ejercer el mecenazgo y escoger al pintor que iba a decorar el Palacio de Luxemburgo. El elegido fue Rubens, que entonces era un artista desconocido. Rubens supo encantarla y de ahí nació una colaboración y una amistad muy grande entre los dos.

¿Te ha resultado fácil recrear la ambientación del siglo XVII?


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Este era mi problema, escribiendo la palabra problema entre comillas. Es la parte más difícil porque para describir bien una situación has de vivirla. He buscado incluso lo que comían en aquellos años para contarlo en alguna escena. Pero como mis lectores son muy puntillosos, para no meterme en este lío, he dejado avanzar mi imaginación por aquello que conozco bien.

‘Las cartas robadas’ respira aroma a Alejandro Dumas, ¿te has dejado influir por este escritor?

[Risas] Hace 30 años que no leo a Dumas. He visto películas suyas sobre los tres mosqueteros y la máscara, pero no veo su influencia en mí. Lo que sí es innegable es que la época de los hechos que narro y sus novelas son coincidentes.

Parecía una costumbre común utilizar a los pintores como embajadores. Felipe IV también hizo que Velázquez desempeñase este papel.

Debían de utilizarlos para asuntos más discretos, en aquellas ocasiones que no podían enviar a diplomáticos, cardenales u obispos. Merecería una investigación para saber qué papel les asignaban realmente. Rubens fue una persona de palabra fácil y quizá eso le ayudó mucho, aunque no lo utilizaron para misiones políticas.

Y la última: en ‘Las cartas robadas’ quien investiga es el comisario Pegoraro, ¿tenemos aquí al protagonista
de una serie de novelas?

Pegoraro es el apellido de una amiga mía de la que quería introducir algo en la novela. Llevo la idea de hacer una segunda parte, por eso la historia queda abierta. Todo va a depender de cómo funcione este libro entre los lectores. Si va bien justificará una continuación, en caso contrario ya veremos.

“Me gusta ser muy riguroso con la Historia”

Entrevista al escritor Lorenzo de Medici
Herme Cerezo
martes, 10 de julio de 2012, 07:56 h (CET)




Lorenzo de’ Medici nació en Milán (Italia) y creció en Suiza. Es autor de varios ensayos históricos, entre los cuales destaca ‘Los Medicis, nuestra historia’; de las guías de viaje ‘Florencia y la Toscana’ y ‘Campos de golf’; y de las novelas históricas ‘La conjura de la reina’, ‘El secreto de Sofonisba’ y ‘El amante español’. Actualmente, presenta una serie de documentales televisivos sobre temas históricos. Reside en España.

París, año 1623. Unas cartas secretas, unas joyas desaparecidas, un código cifrado, una reina y un pintor de la corte, unos diamantes. Camogli, Italia 2010. Las vacaciones de Ann Carrington, profesora de historia en Estados Unidos, se complican cuando se entera de la muerte del profesor Scopetta, con quien se había citado para que le mostrase unas cartas inéditas escritas por María de Médicis y revelarle un secreto. ¿Quién o qué está detrás de este asesinato? Con todos estos elementos, jugando con dos planos temporales, y contando con la ayuda del inspector Antonio Pegoraro, Lorenzo de’ Medici urde una trama que mezcla el matiz histórico y el detectivesco. Con el escritor milanés, descendiente directo de la familia Médicis conversé durante unos minutos sobre algunos aspectos de su novela. Su verbo castellano, fluido,  atinado, cantábile, no podía negar su procedencia transalpina.

Lorenzo ¿qué es lo que te ha llevado a convertirte en escritor?

Escribir me encanta. Deben ser los genes de los Médicis porque yo quería dedicarme a algo artístico y la escritura es lo que mejor me sale.

A la hora de escribir ¿el apellido Medici pesa mucho o abre puertas?


10jul12medici
Ambas cosas. Sí que abre puertas y ayuda, pero también es un peso. En mi vida particular, en alguna ocasión llamarme así me ha resultado muy ventajoso. Lo que hay que tener claro  es que una vez abierta la puerta, has de demostrar que vales, que tu apellido no está vacío, que hay una persona que responde. Hay que estar a la altura de las expectativas que genera.

¿Por esta misma razón, ser un Médici, se te exige que tus novelas tengan mucho glamour?

Bueno, me han criticado que los personajes italianos son muy de segunda mano y que tienen el papel de malos en la novela. Pero esto ha surgido por casualidad. Los personajes de ‘Las cartas robadas’, por ejemplo, se identifican físicamente con personas que yo he visto caminar por Camogli. Les he puesto su rostro y sus gestos. Y haciendo esto me he divertido mucho.

‘Las cartas robadas’ está escrita en italiano, ¿al traducirla al castellano nos hemos perdido algo?

He tenido la suerte de contar con un muy buen traductor, que entre otros escritores ha traducido a Tabucchi y que se supone que tiene un castellano perfecto. Yo lo hablo bien pero no lo suficiente como para escribir una novela. Cuando la escribí en italiano lo hice siempre pensando en la persona que me iba a leer y, al jugar con el sentido de las palabras, en ocasiones se pierde algo. Pero esto creo que es algo inevitable.

¿Cómo ha sido el proceso de escritura de la novela?

Escribí primero la parte histórica y vi que no me satisfacía, que le faltaba algo. No me divertía. Si una cosa tengo clara es que para que el lector se divierta el primero que se tiene que divertir es el escritor, o sea, yo. Así que por eso añadí la parte moderna entrelazándola con la histórica, para que sirviera como contrapeso.

‘Las cartas robadas’ es una novela cuajada de personajes con mucho peso específico: María de Medici, Rubens, Richelieu…



10jul12medici3
Los personajes históricos con reales. Me gusta ser muy riguroso con la Historia, no quiero que ocurran cosas que van contra el rigor histórico y además hay que respetar a los personajes tal y como se comportaron. La parte novelada es donde doy rienda suelta a mi imaginación. Por ejemplo, la historia de los diamantes es completamente falsa. Y ya que citas a Richelieu, te diré que el cardenal entró en el mundo de la política de la mano de María de Médici y terminó convirtiéndose en enemigo suyo.

Seguimos con personajes, ¿cómo te tropezaste con María de Medici?

Esta pregunta me gusta porque me da pie a explicar que mis editores me piden que cite siempre en mis novelas a un personaje de mi familia. En este caso elegí a María. Pensé en otros, pero no daban el nivel que yo necesitaba para esta historia. En este caso concreto, me interesaba mucho su lado artístico y su relación con Rubens. Mientras me documentaba encontré unas cartas suyas, de María quiero decir, que me han resultado muy útiles para organizar la trama de la correspondencia. Sé que existieron otras cartas con código cifrado entre ella y el pintor pero que yo no he llegado a ver.

Toda novela histórica parece requerir documentación. Acabas de citar las cartas de María de Medici, ¿te has servido mucho del archivo familiar para recopilar información?

En este caso concreto he ido consultando el archivo sin saber exactamente qué buscaba. Trataba de localizar algo que atrajese mi atención y que justificase la novela. Y lo primero con que me tropecé, como ya te he dicho, fueron las cartas. A María la escogí como protagonista porque se le ha conocido de un modo muy superficial. Los franceses la han criticado mucho. Aunque era un poco tontorrona era una Médici y eso significa que tenía buen gusto para ejercer el mecenazgo y escoger al pintor que iba a decorar el Palacio de Luxemburgo. El elegido fue Rubens, que entonces era un artista desconocido. Rubens supo encantarla y de ahí nació una colaboración y una amistad muy grande entre los dos.

¿Te ha resultado fácil recrear la ambientación del siglo XVII?


10jul12medici1
Este era mi problema, escribiendo la palabra problema entre comillas. Es la parte más difícil porque para describir bien una situación has de vivirla. He buscado incluso lo que comían en aquellos años para contarlo en alguna escena. Pero como mis lectores son muy puntillosos, para no meterme en este lío, he dejado avanzar mi imaginación por aquello que conozco bien.

‘Las cartas robadas’ respira aroma a Alejandro Dumas, ¿te has dejado influir por este escritor?

[Risas] Hace 30 años que no leo a Dumas. He visto películas suyas sobre los tres mosqueteros y la máscara, pero no veo su influencia en mí. Lo que sí es innegable es que la época de los hechos que narro y sus novelas son coincidentes.

Parecía una costumbre común utilizar a los pintores como embajadores. Felipe IV también hizo que Velázquez desempeñase este papel.

Debían de utilizarlos para asuntos más discretos, en aquellas ocasiones que no podían enviar a diplomáticos, cardenales u obispos. Merecería una investigación para saber qué papel les asignaban realmente. Rubens fue una persona de palabra fácil y quizá eso le ayudó mucho, aunque no lo utilizaron para misiones políticas.

Y la última: en ‘Las cartas robadas’ quien investiga es el comisario Pegoraro, ¿tenemos aquí al protagonista
de una serie de novelas?

Pegoraro es el apellido de una amiga mía de la que quería introducir algo en la novela. Llevo la idea de hacer una segunda parte, por eso la historia queda abierta. Todo va a depender de cómo funcione este libro entre los lectores. Si va bien justificará una continuación, en caso contrario ya veremos.

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