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Martí Gironell, escritor

“El padre Ubach era un hombre avanzado para su época, un tipo que merece ser conocido”

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Martí Gironell (Besalú, Girona, 1971) visita de nuevo Valencia, esta vez para presentar a los medios de comunicación su última novela, que lleva por título ‘El arqueólogo’, editada por Suma de Letras. La obra nos habla del monje Bonaventura Ubach, un religioso aventurero que desde 1910 hasta 1946 viajó desde Montserrat hasta Tierra Santa y Mesopotamia con el deseo de contrastar sobre los escenarios reales lo que explica la Biblia y el propósito de ilustrar una edición catalana de las Sagradas Escrituras.

Durante sus periplos, el benedictino adquirió muchos objetos antiguos que permitieron la fundación del Museo de Montserrat. El viaje que describe Gironell se convertirá en una odisea llena de obstáculos y peligros que hacen de este libro una novela de aventuras, además de una selección bien trillada de la historia y la cultura que envuelven al pueblo beduino, el pueblo que “vive en el desierto”. A pesar de los petardos, que nos acompañaron con su ruido inmisericorde, durante toda la entrevista, pude hablar en Valencia con el escritor gerundense durante unos minutos, antes de su partida hacia Madrid para continuar la promoción del libro. Por cierto, este monje, por su astucia, presenta reminiscencias con el padre Brown, el mítico personaje de ficción creado por el escritor inglés G.H. Chesterton.




Martí Gironell.


Herme Cerezo / SIGLO XXI

Martí, ¿cómo te encontraste con el padre Ubach?

Me enteré de su existencia por un reportaje de prensa que hablaba de que en el Museo de Barcelona estaban restaurando una momia egipcia i me pregunté qué pintaba una momia en Montserrat. Se despertó en mí el interés por este asunto y continué leyendo. Más adelante encontré una fotografía de un monje, que era el Padre Ubach. La noticia decía también que este religioso había traído muchas otras cosas a Barcelona. Llamé al Museo para pedir información. Mi sorpresa fue gorda cuando me dijeron: “¡El padre Ubach, qué personaje!” En seguida pensé: ya está, ya lo tengo. Me dieron la referencia de una biografía del religioso, que había escrito otro monje de Montserrat, y al final me dijeron que, a finales del año 2010 iban a publicar unos diarios donde se explicaban todos sus viajes. Le pedí que me los dejasen y comencé a leerlos. En mi novela le añado un compañero de viaje, el padre Vandervost, un amigo suyo de la Escuela Bíblica de Jerusalem, al que le hago tener dudas y que se enamore de una beduina, en resumen, le obligo a pensar como si fuera uno de tantos monjes que se hacen religiosos porque no tienen otro remedio u otra forma de ganarse la vida. De todo eso sale un libro de aventuras, que recuerda a Indiana Jones pero con hábito.

¿‘El arqueólogo’ es una novela o una biografía?

Es una novela que parte de las fuente bibliográficas del padre Ubach, de sus vivencias que dejó escritas, de sus fotos y de las explicaciones que me dio el único monje que conoció al padre Ubach y que sigue vivo, el padre Pio Ramon Tragant, toda una eminencia en los Evangelios Apócrifos. Este fraile, cuando vio la novela me dijo: “Ahora sí que todo el mundo conocerá al padre Ubach”. Todas estas cosas se mezclan dentro de una coctelera y lo que sale es esta novela de viajes y aventuras, basada en una biografía. También, lógicamente, le he añadido elementos de la cultura y el folklore beduino. No hay que olvidar que Ubach hizo este viaje para ilustrar la Biblia y que todos los datos son correctos. Sacando cuentas, podríamos decir que el noventa y cinco por ciento del texto está basado en hechos contrastados.

¿Qué objetos trajo el padre Ubach para constituir el Museo de Montserrat?

Trajo muchas cosas: arbustos, una colección de insectos, fotografías, una momia, el árbol del que se obtiene el maná … Todas estas cosas son fruto de su constancia y perspicacia. Ubach no expoliaba, siempre compraba, regateando eso sí y con los correspondientes recibos para salvaguardar la reputación del Monasterio de Montserrat. Nunca hizo ninguna transacción a la fuerza, ni contra la voluntad del vendedor, no quería que ningún comerciante se arrepintiese de su venta. Así era el padre Ubach.

Ubach tiene una cierta habilidad para salir bien librado de situaciones un poco comprometidas, ¿no?

La verdad es que cuando yo leía sus escritos siempre me preguntaba por dónde me saldría este monje, porque era un tipo muy particular, muy espabilado, muy viajado, muy listo.

Los primeros años del siglo XX parecen singularmente importantes en Barcelona desde el punto de vista literario. Muchas novelas de otros escritores, ‘El arqueólogo’ también, se sitúan en esta época. Según tu opinión ¿a qué se debe este “fenómeno”?

Es una época, pienso, particularmente interesante porque comienza a despuntar la cultura de la Renaixensa y Montserrat es un foco de irradiación importante. Precisamente, la intención de traducir la Biblia al catalán cae directamente dentro de esta corriente. Además, la idea de ilustrarla con un museo lleno de objetos que se pueden tocar es un concepto muy moderno y hay que tener en cuenta que estamos hablando del año 1911. Ubach era un hombre avanzado para su época y creo que es un tipo que merece ser conocido en Cataluña porque hasta ahora es poco conocido.

¿En sus viajes, el padre Ubach hacía proselitismo?

No era un evangelizador. Hablaba con gentes de otros países con mirada abierta. Explicaba sus ideas pero respectando las de los otros. Tenía una concepción ecuménica, como se observa en sus conversaciones con sunitas y judíos. Ubach no imponía nada. Si algún, después de escucharle, quería cambiar de ideas, bien y si quería seguir con las suyas, también. Era muy respetuoso con el pensamiento de los otros.

¿La aparición de Lawrence de Arabia como espía en la novela es una concesión cinematográfica?

No, no es una concesión al cinema, el padre Ubach se encontró con la campaña arqueológica que Lawrence estaba llevando a cabo en Arabia, en Ákaba. Después se supo que aquello era una tapadera para permitir al servicio británico de espionaje que se moviese a su antojo por aquel territorio. Todo esto está documentado y yo quería que Lawrence saliera en la novela porque es real y Ubach se lo encontró.

Tu novela también es una oportunidad de mostrar las diferencias culturales y hablar de los beduinos y sus costumbres.

Después de leer las memorias de Ubach busqué documentación sobre los beduinos para que el lector occidental supiera cómo es aquella cultura, cómo vive este pueblo y cómo practica la ley de la hospitalidad. Al padre Ubach le interesaba mucho porque salen en la Biblia, son los herederos de la cultura que se narra en el Antiguo Testamento. Es deslumbrante el conocimiento que poseen los beduinos sobre la tierra. También aprovecho para explicar el significado de algunas palabras, como caravana, que quiere decir “el que regresa”, y para contar cómo se comunica esta gente con los animales gracias a un silbato.

Última pregunta, Martí, ¿para escribir el libro has hecho tú el mismo viaje que el padre Ubach?

No he podido viajar. No he tenido ni tiempo ni el dinero para hacerlo. También hay que tener en cuenta que algunos de aquellos lugares no se pueden visitar actualmente. Lo que he hecho es reinventar y explicar a los lectores las historias del monje, sus peripecias, los paisajes. Mucha gente, después de leer el libro, me ha comentado que explico las cosas como si hubiera estado allí. La verdad es que mirando las fotografías del padre Ubach y leyendo sus palabras resulta fácil reconstruir los escenarios y el ambiente que se encontró el monje en aquellas tierras.

“El padre Ubach era un hombre avanzado para su época, un tipo que merece ser conocido”

Martí Gironell, escritor
Herme Cerezo
martes, 22 de marzo de 2011, 09:27 h (CET)
Martí Gironell (Besalú, Girona, 1971) visita de nuevo Valencia, esta vez para presentar a los medios de comunicación su última novela, que lleva por título ‘El arqueólogo’, editada por Suma de Letras. La obra nos habla del monje Bonaventura Ubach, un religioso aventurero que desde 1910 hasta 1946 viajó desde Montserrat hasta Tierra Santa y Mesopotamia con el deseo de contrastar sobre los escenarios reales lo que explica la Biblia y el propósito de ilustrar una edición catalana de las Sagradas Escrituras.

Durante sus periplos, el benedictino adquirió muchos objetos antiguos que permitieron la fundación del Museo de Montserrat. El viaje que describe Gironell se convertirá en una odisea llena de obstáculos y peligros que hacen de este libro una novela de aventuras, además de una selección bien trillada de la historia y la cultura que envuelven al pueblo beduino, el pueblo que “vive en el desierto”. A pesar de los petardos, que nos acompañaron con su ruido inmisericorde, durante toda la entrevista, pude hablar en Valencia con el escritor gerundense durante unos minutos, antes de su partida hacia Madrid para continuar la promoción del libro. Por cierto, este monje, por su astucia, presenta reminiscencias con el padre Brown, el mítico personaje de ficción creado por el escritor inglés G.H. Chesterton.




Martí Gironell.


Herme Cerezo / SIGLO XXI

Martí, ¿cómo te encontraste con el padre Ubach?

Me enteré de su existencia por un reportaje de prensa que hablaba de que en el Museo de Barcelona estaban restaurando una momia egipcia i me pregunté qué pintaba una momia en Montserrat. Se despertó en mí el interés por este asunto y continué leyendo. Más adelante encontré una fotografía de un monje, que era el Padre Ubach. La noticia decía también que este religioso había traído muchas otras cosas a Barcelona. Llamé al Museo para pedir información. Mi sorpresa fue gorda cuando me dijeron: “¡El padre Ubach, qué personaje!” En seguida pensé: ya está, ya lo tengo. Me dieron la referencia de una biografía del religioso, que había escrito otro monje de Montserrat, y al final me dijeron que, a finales del año 2010 iban a publicar unos diarios donde se explicaban todos sus viajes. Le pedí que me los dejasen y comencé a leerlos. En mi novela le añado un compañero de viaje, el padre Vandervost, un amigo suyo de la Escuela Bíblica de Jerusalem, al que le hago tener dudas y que se enamore de una beduina, en resumen, le obligo a pensar como si fuera uno de tantos monjes que se hacen religiosos porque no tienen otro remedio u otra forma de ganarse la vida. De todo eso sale un libro de aventuras, que recuerda a Indiana Jones pero con hábito.

¿‘El arqueólogo’ es una novela o una biografía?

Es una novela que parte de las fuente bibliográficas del padre Ubach, de sus vivencias que dejó escritas, de sus fotos y de las explicaciones que me dio el único monje que conoció al padre Ubach y que sigue vivo, el padre Pio Ramon Tragant, toda una eminencia en los Evangelios Apócrifos. Este fraile, cuando vio la novela me dijo: “Ahora sí que todo el mundo conocerá al padre Ubach”. Todas estas cosas se mezclan dentro de una coctelera y lo que sale es esta novela de viajes y aventuras, basada en una biografía. También, lógicamente, le he añadido elementos de la cultura y el folklore beduino. No hay que olvidar que Ubach hizo este viaje para ilustrar la Biblia y que todos los datos son correctos. Sacando cuentas, podríamos decir que el noventa y cinco por ciento del texto está basado en hechos contrastados.

¿Qué objetos trajo el padre Ubach para constituir el Museo de Montserrat?

Trajo muchas cosas: arbustos, una colección de insectos, fotografías, una momia, el árbol del que se obtiene el maná … Todas estas cosas son fruto de su constancia y perspicacia. Ubach no expoliaba, siempre compraba, regateando eso sí y con los correspondientes recibos para salvaguardar la reputación del Monasterio de Montserrat. Nunca hizo ninguna transacción a la fuerza, ni contra la voluntad del vendedor, no quería que ningún comerciante se arrepintiese de su venta. Así era el padre Ubach.

Ubach tiene una cierta habilidad para salir bien librado de situaciones un poco comprometidas, ¿no?

La verdad es que cuando yo leía sus escritos siempre me preguntaba por dónde me saldría este monje, porque era un tipo muy particular, muy espabilado, muy viajado, muy listo.

Los primeros años del siglo XX parecen singularmente importantes en Barcelona desde el punto de vista literario. Muchas novelas de otros escritores, ‘El arqueólogo’ también, se sitúan en esta época. Según tu opinión ¿a qué se debe este “fenómeno”?

Es una época, pienso, particularmente interesante porque comienza a despuntar la cultura de la Renaixensa y Montserrat es un foco de irradiación importante. Precisamente, la intención de traducir la Biblia al catalán cae directamente dentro de esta corriente. Además, la idea de ilustrarla con un museo lleno de objetos que se pueden tocar es un concepto muy moderno y hay que tener en cuenta que estamos hablando del año 1911. Ubach era un hombre avanzado para su época y creo que es un tipo que merece ser conocido en Cataluña porque hasta ahora es poco conocido.

¿En sus viajes, el padre Ubach hacía proselitismo?

No era un evangelizador. Hablaba con gentes de otros países con mirada abierta. Explicaba sus ideas pero respectando las de los otros. Tenía una concepción ecuménica, como se observa en sus conversaciones con sunitas y judíos. Ubach no imponía nada. Si algún, después de escucharle, quería cambiar de ideas, bien y si quería seguir con las suyas, también. Era muy respetuoso con el pensamiento de los otros.

¿La aparición de Lawrence de Arabia como espía en la novela es una concesión cinematográfica?

No, no es una concesión al cinema, el padre Ubach se encontró con la campaña arqueológica que Lawrence estaba llevando a cabo en Arabia, en Ákaba. Después se supo que aquello era una tapadera para permitir al servicio británico de espionaje que se moviese a su antojo por aquel territorio. Todo esto está documentado y yo quería que Lawrence saliera en la novela porque es real y Ubach se lo encontró.

Tu novela también es una oportunidad de mostrar las diferencias culturales y hablar de los beduinos y sus costumbres.

Después de leer las memorias de Ubach busqué documentación sobre los beduinos para que el lector occidental supiera cómo es aquella cultura, cómo vive este pueblo y cómo practica la ley de la hospitalidad. Al padre Ubach le interesaba mucho porque salen en la Biblia, son los herederos de la cultura que se narra en el Antiguo Testamento. Es deslumbrante el conocimiento que poseen los beduinos sobre la tierra. También aprovecho para explicar el significado de algunas palabras, como caravana, que quiere decir “el que regresa”, y para contar cómo se comunica esta gente con los animales gracias a un silbato.

Última pregunta, Martí, ¿para escribir el libro has hecho tú el mismo viaje que el padre Ubach?

No he podido viajar. No he tenido ni tiempo ni el dinero para hacerlo. También hay que tener en cuenta que algunos de aquellos lugares no se pueden visitar actualmente. Lo que he hecho es reinventar y explicar a los lectores las historias del monje, sus peripecias, los paisajes. Mucha gente, después de leer el libro, me ha comentado que explico las cosas como si hubiera estado allí. La verdad es que mirando las fotografías del padre Ubach y leyendo sus palabras resulta fácil reconstruir los escenarios y el ambiente que se encontró el monje en aquellas tierras.

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Elsy es abogada, doctora en jurisprudencia, narradora, dramaturga y poeta ecuatoriana. Comienza su carrera literaria con la publicación del libro de cuentos De mariposas, espejos y sueños. La mayor parte de su obra cuentística está reunida en el libro Los miedos juntos (El Ángel Editor, 2009).

 
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