El aullido de los lobos era el único sonido que proyectaba la oscura noche. El cielo estaba sumido en una especie de manto que apagaba la luz de las estrellas, pero no así sucedía con la hermosa luna llena transilvana. Desde los montes Cárpatos se veía muy próxima, pues a 1.300 metros de altitud daba la impresión que era como un foco que iluminaba el cercano castillo en ruinas.
Poenari. Así se llamaba el hogar que un día calentó a Vlad Tepes (Sighisoara, 1431-1476) en los duros inviernos, en la fragor de su batalla y también, por supuesto, en las frescas noches de verano. Visto desde la penumbra daba un aire derruido, lejos de lo que un día fue. Una fortaleza estratégica que era inexpugnable incluso para el Imperio Otomano, el archienemigo de Drácula. Ése era, de hecho, su nombre más conocido, el término que le ha dado a conocer en el mundo entero.
Ruinas de la antigua fortaleza de Vlad Tepes, ubicada en el condado de Arges (Rumanía). Hoy en día aún puede visitarse.
En cualquier lugar del mundo, cuando se nombra ‘Drácula’, la respuesta está clara. Ese vampiro del cine. El de los libros, el de Bram Stoker. ¿Pero saben lo que significa la palabra Drácula? Su procedencia en el rumano (Drácula era de Rumanía) viene de ‘Draculea’. Se trata de una palabra compuesta (drac/ulea). Drac significa dragón y ulea hijo de. El símbolo del dragón, en Rumanía, simboliza al demonio y, por lo tanto, trasladado a nuestra cultura sería algo así como ‘Hijo del Diablo’.
Otra paradoja semejante sobre esto es que Vlad Tepes perteneció a la sagrada Orden del Dragón. Esta congregación fue una orden militar cristiana de caballeros, en su mayoría nobles (Vlad fue príncipe de Valaquia), que surgió en Hungría en la edad media y su objetivo principal era defender el cristianismo de los invasores externos que amenazaban con derribar la Santa Cruz. Tepes fue uno de los caballeros más emblemáticos de esta orden y antes que él, su padre Vlad II, también perteneció a este grupo militar-religioso.
Esta fue una de las semejanzas entre el personaje histórico y el vampiro, pero no fue esa la única coincidencia ya que también existe un vínculo entre el Vlad histórico y el vampiro Drácula: el deleite por la sangre. En este sentido, es de sobra conocido que el vampiro necesita alimentarse del flujo sanguíneo para sobrevivir, pues Vlad derramó mucha e incluso se dice que probó la de sus víctimas. Esto fue, concretamente, en su faceta de empalador. Ése es, precisamente, el significado del termino ‘Tepes’: empalador en rumano. De hecho, existen pasajes que cuentan que se deleitaba delante de una macabra escena de personas empaladas al mismo tiempo que untaba su sangre en migajas de pan que luego se comía…
Lo que si está claro es que Vlad Tepes despertó admiración y odio a partes iguales. Los hay que piensan que era un asesino y luego hay otros que lo tacharon de héroe. Su faceta de hechos siniestros se entremezcló con su principal misión: la de proteger Valaquia, su reino, de la amenaza de expansión turca en sus fronteras. Lograr la independencia de su tierra era su principal seña de identidad y por ello luchó hasta el final de sus días contra el sultán otomano, Mehmet II.