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Herme Cerezo

‘El mejor amigo del oso’ de Arto Paasilinna, el humor puesto al servicio de la observación social

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Los escritores nórdicos que publican en nuestro país no son sólo meras factorías de novelas policiacas. Además de los ya conocidos Per Wahlöö y Maj Sjöwall, Hennning Mankell, Stieg Larson, cómo no, y Arnaldur Indridason, existen autores que cultivan otros géneros como Jorstein Gaarder (‘El mundo de Sofía’), Peter Hoeg (‘La señorita Smila y su especial percepción de la nieve’) o Arto Paasilinna, entre muchos más, de cuya novela ‘El mejor amigo del oso’ me ocuparé hoy.

Arto Paasilinna (Kittila, Finlandia, 1952) es un escritor particularmente prolífico, aunque, lógicamente, todas sus obras no han llegado a nuestro país, dotado de una prosa ligera, ocurrente, eficaz, carente de florituras y con una interesante vis cómica, que utiliza como bisturí para indagar en los entresijos de los personajes y de las situaciones por las que se maneja. En ‘El mejor amigo del oso’, el finlandés nos cuenta la relación del pastor protestante Oksari Huuskonen con su oso al que, curiosamente, ha bautizado con el nombre de Lucifer.

Huuskonen es un pastor peculiar que se encuentra sumido en una crisis de fe. Los enfrentamientos con sus superiores, léase obispado luterano, son frecuentes, especialmente porque Oskari no sigue una línea ortodoxa en sus homilías dominicales y en los artículos que escribe para una revista religiosa. La novela lo explica claramente en la página 10: “ Huuskonen era un orador incendiario y poco dado a mimar a su rebaño, no como los curas de ahora. Las épocas de crisis exigían pastores de mano dura, y de eso, Huuskonen andaba sobrado”. Con esta descripción podemos hacernos una rápida idea de cómo la gasta este ministro de Dios. Y si a ello le añadimos que Huuskonen gobierna espiritualmente una comunidad rural perdida, prácticamente el último pueblo de Finlandia, en la que todos se conocen y todos desempeñan papeles preestablecidos, pero muy bien definidos, tenemos ya ubicados a protagonista, escenario y personajes secundarios. Para redondear el planteamiento inicial, muy interesante a juicio de quien esto suscribe, aparece la figura del plantígrado que le da el toque exótico al tema principal.

‘El mejor amigo del oso’ está, como la mayor parte de la obra de Paasilinna, escrita también en clave de humor. Precisamente los mejores momentos los encontramos en los primeros capítulos de la novela, ya que esa estructura pueblerina y jerarquizada de la diócesis del pastor, a la que aludía antes, se presta a un análisis en profundidad de los roles, las costumbres y los tics de esos personajes rurales. La actitud, por otra parte, completamente delirante de Huuskonen, secundado por el oso, al que el escritor finlandés comienza a atribuir actitudes y comportamientos propios del ser humano, consigue arrancarnos frecuentes sonrisas, incluso carcajadas, en muchas de esas situaciones iniciales.

Sin embargo, la novela decae a partir del instante en que Paasilinna decide llevar a Huuskonen de viaje por el Mar Blanco, el Mar Negro y el Mediterráneo hasta Laponia. Y es una lástima, insisto, porque el ambiente marginal y humilde de la parroquia de nuestro buen pastor daba para mucho juego, más desde luego, del que le extrae aquí. Y es que cuando en una novela, que no está planteada como un libro de viajes, los protagonistas comienzan a moverse de un lugar a otro para ver qué les ocurre, casi siempre los resultados no son los deseados. No obstante, la novela recupera momentos buenos, como los del congreso ecuménico que se celebra en la isla de Malta y al que Huuskonen se ve invitado, junto con su inseparable oso, porque Paasilinna es un escritor de detalles, aparentemente intrascendentes, pero que en el fondo son los que provocan la sonrisa y los que nos hacen comprender la excelente capacidad de observación del autor finlandés.

El humor, género muy difícil, siempre es una buena herramienta para diseccionar a la sociedad que nos rodea. Y Paasilinna, sin duda, sabe utilizarla. Pero mantener el tono humorístico durante muchas páginas no resulta sencillo. Y en ‘El mejor amigo del oso’, el finlandés lo consigue a ratos.

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‘El mejor amigo del oso’ de Arto Paasilina. Editorial Anagrama. 313 páginas, 19 euros.

‘El mejor amigo del oso’ de Arto Paasilinna, el humor puesto al servicio de la observación social

Herme Cerezo
Herme Cerezo
martes, 27 de julio de 2010, 02:44 h (CET)
Los escritores nórdicos que publican en nuestro país no son sólo meras factorías de novelas policiacas. Además de los ya conocidos Per Wahlöö y Maj Sjöwall, Hennning Mankell, Stieg Larson, cómo no, y Arnaldur Indridason, existen autores que cultivan otros géneros como Jorstein Gaarder (‘El mundo de Sofía’), Peter Hoeg (‘La señorita Smila y su especial percepción de la nieve’) o Arto Paasilinna, entre muchos más, de cuya novela ‘El mejor amigo del oso’ me ocuparé hoy.

Arto Paasilinna (Kittila, Finlandia, 1952) es un escritor particularmente prolífico, aunque, lógicamente, todas sus obras no han llegado a nuestro país, dotado de una prosa ligera, ocurrente, eficaz, carente de florituras y con una interesante vis cómica, que utiliza como bisturí para indagar en los entresijos de los personajes y de las situaciones por las que se maneja. En ‘El mejor amigo del oso’, el finlandés nos cuenta la relación del pastor protestante Oksari Huuskonen con su oso al que, curiosamente, ha bautizado con el nombre de Lucifer.

Huuskonen es un pastor peculiar que se encuentra sumido en una crisis de fe. Los enfrentamientos con sus superiores, léase obispado luterano, son frecuentes, especialmente porque Oskari no sigue una línea ortodoxa en sus homilías dominicales y en los artículos que escribe para una revista religiosa. La novela lo explica claramente en la página 10: “ Huuskonen era un orador incendiario y poco dado a mimar a su rebaño, no como los curas de ahora. Las épocas de crisis exigían pastores de mano dura, y de eso, Huuskonen andaba sobrado”. Con esta descripción podemos hacernos una rápida idea de cómo la gasta este ministro de Dios. Y si a ello le añadimos que Huuskonen gobierna espiritualmente una comunidad rural perdida, prácticamente el último pueblo de Finlandia, en la que todos se conocen y todos desempeñan papeles preestablecidos, pero muy bien definidos, tenemos ya ubicados a protagonista, escenario y personajes secundarios. Para redondear el planteamiento inicial, muy interesante a juicio de quien esto suscribe, aparece la figura del plantígrado que le da el toque exótico al tema principal.

‘El mejor amigo del oso’ está, como la mayor parte de la obra de Paasilinna, escrita también en clave de humor. Precisamente los mejores momentos los encontramos en los primeros capítulos de la novela, ya que esa estructura pueblerina y jerarquizada de la diócesis del pastor, a la que aludía antes, se presta a un análisis en profundidad de los roles, las costumbres y los tics de esos personajes rurales. La actitud, por otra parte, completamente delirante de Huuskonen, secundado por el oso, al que el escritor finlandés comienza a atribuir actitudes y comportamientos propios del ser humano, consigue arrancarnos frecuentes sonrisas, incluso carcajadas, en muchas de esas situaciones iniciales.

Sin embargo, la novela decae a partir del instante en que Paasilinna decide llevar a Huuskonen de viaje por el Mar Blanco, el Mar Negro y el Mediterráneo hasta Laponia. Y es una lástima, insisto, porque el ambiente marginal y humilde de la parroquia de nuestro buen pastor daba para mucho juego, más desde luego, del que le extrae aquí. Y es que cuando en una novela, que no está planteada como un libro de viajes, los protagonistas comienzan a moverse de un lugar a otro para ver qué les ocurre, casi siempre los resultados no son los deseados. No obstante, la novela recupera momentos buenos, como los del congreso ecuménico que se celebra en la isla de Malta y al que Huuskonen se ve invitado, junto con su inseparable oso, porque Paasilinna es un escritor de detalles, aparentemente intrascendentes, pero que en el fondo son los que provocan la sonrisa y los que nos hacen comprender la excelente capacidad de observación del autor finlandés.

El humor, género muy difícil, siempre es una buena herramienta para diseccionar a la sociedad que nos rodea. Y Paasilinna, sin duda, sabe utilizarla. Pero mantener el tono humorístico durante muchas páginas no resulta sencillo. Y en ‘El mejor amigo del oso’, el finlandés lo consigue a ratos.

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‘El mejor amigo del oso’ de Arto Paasilina. Editorial Anagrama. 313 páginas, 19 euros.

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