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Ya en nuestras carteleras, 'Regreso a casa' nos devuelve a Zhang Yimou a su mejor nivel

El regreso del mejor Yimou

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Tras la Revolución Cultural China, el preso político Lu Yanshi (Chen Daoming) regresa a casa junto a su esposa, Feng Wanyu (Gong Li), y su hija, Dan Dan (Zhang Huiwen). Sin embargo, debido a un problema de amnesia, la primera no lo reconoce.

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Sencillo y emotivo ejercicio cinematográfico en torno a la memoria (individual y colectiva) y a las trampas que esta teje impidiendo una visión plena del pasado. El gran realizador chino Zhang Yimou, con guión del poeta Zou Jingzhi, adapta una novela de Geling Yang, escritora a la que ya había adaptado con anterioridad en Las flores de la guerra (Jin ling shi san chai, 2011). Regreso a casa supone una vuelta al primer Yimou: esto es, al cineasta intimista de títulos como Sorgo rojo (Hong gao liang, 1987), La linterna roja (Da hong deng long gao gao gua, 1991), o ¡Vivir! (Huo zhe, 1994). No por casualidad, el autor de Amor bajo el espino blanco ha vuelto a contar para la ocasión con la actriz Gong Li, protagonista de todas aquellas películas que le granjearon reconocimiento y fama internacional.

Gui lai arranca de manera espléndida, con unos primeros minutos que me hicieron pensar, salvando las distancias, en la Odisea de Homero. Como en los últimos cantos del poema épico griego, el personaje de Lu Yanshi regresa a casa tras permanecer ausente muchos años. Y como Odiseo, lo hace de un modo casi irreconocible; sucio y envuelto en los harapos de un mendigo. Aquí su hogar (no precisamente un palacio) no está ocupado por pretendientes que ansían desposar a su mujer, pero sí por policías militares que esperan su regreso para volverlo a enviar al campo de trabajo del que ha escapado. Lu Yanshi lo sabe, y aun así se arriesga. Cualquier cosa con tal de ver otra vez el rostro de su amada Feng Wanyu/Penélope, que lo ha esperado pacientemente durante el largo exilio. Dan Dan, como Telémaco, será la primera en reconocer a su padre, aunque su actitud diferirá mucho de la del mítico personaje homérico. Estos primeros minutos culminan con la magnífica secuencia de la estación (efectiva utilización del punto de vista subjetivo para generar tensión), en la que lo que iba a ser un encuentro se convierte en una nueva separación, y donde quizá se halle el origen de la amnesia (o algo más) que afectará a Feng Wanyu en el resto del metraje, la cual le impedirá reconocer a su marido cuando regrese, ya de manera definitiva, una vez terminada la represión ideológica de la Revolución Cultural años después.

Impecable en el plano formal, destacando el repetido uso del zoom y la dirección de fotografía de Zhao Xiaoding, Regreso a casa adolece, sin embargo, de profundidad tanto en la perfilación de caracteres como en la descripción del contexto histórico/político en el que se sitúa. No obstante, la diáfana narración del director, el respeto que muestra hacia sus personajes, y la sensibilidad y delicadeza con la que trata las diferentes situaciones a las que estos se enfrentan (además de la excelente interpretación de Gong Li), compensan las posibles carencias del guión, dando lugar a un estupendo melodrama digno del mejor Yimou.

El regreso del mejor Yimou

Ya en nuestras carteleras, 'Regreso a casa' nos devuelve a Zhang Yimou a su mejor nivel
Ricardo Pérez
martes, 9 de agosto de 2016, 12:11 h (CET)
Tras la Revolución Cultural China, el preso político Lu Yanshi (Chen Daoming) regresa a casa junto a su esposa, Feng Wanyu (Gong Li), y su hija, Dan Dan (Zhang Huiwen). Sin embargo, debido a un problema de amnesia, la primera no lo reconoce.

0908167

Sencillo y emotivo ejercicio cinematográfico en torno a la memoria (individual y colectiva) y a las trampas que esta teje impidiendo una visión plena del pasado. El gran realizador chino Zhang Yimou, con guión del poeta Zou Jingzhi, adapta una novela de Geling Yang, escritora a la que ya había adaptado con anterioridad en Las flores de la guerra (Jin ling shi san chai, 2011). Regreso a casa supone una vuelta al primer Yimou: esto es, al cineasta intimista de títulos como Sorgo rojo (Hong gao liang, 1987), La linterna roja (Da hong deng long gao gao gua, 1991), o ¡Vivir! (Huo zhe, 1994). No por casualidad, el autor de Amor bajo el espino blanco ha vuelto a contar para la ocasión con la actriz Gong Li, protagonista de todas aquellas películas que le granjearon reconocimiento y fama internacional.

Gui lai arranca de manera espléndida, con unos primeros minutos que me hicieron pensar, salvando las distancias, en la Odisea de Homero. Como en los últimos cantos del poema épico griego, el personaje de Lu Yanshi regresa a casa tras permanecer ausente muchos años. Y como Odiseo, lo hace de un modo casi irreconocible; sucio y envuelto en los harapos de un mendigo. Aquí su hogar (no precisamente un palacio) no está ocupado por pretendientes que ansían desposar a su mujer, pero sí por policías militares que esperan su regreso para volverlo a enviar al campo de trabajo del que ha escapado. Lu Yanshi lo sabe, y aun así se arriesga. Cualquier cosa con tal de ver otra vez el rostro de su amada Feng Wanyu/Penélope, que lo ha esperado pacientemente durante el largo exilio. Dan Dan, como Telémaco, será la primera en reconocer a su padre, aunque su actitud diferirá mucho de la del mítico personaje homérico. Estos primeros minutos culminan con la magnífica secuencia de la estación (efectiva utilización del punto de vista subjetivo para generar tensión), en la que lo que iba a ser un encuentro se convierte en una nueva separación, y donde quizá se halle el origen de la amnesia (o algo más) que afectará a Feng Wanyu en el resto del metraje, la cual le impedirá reconocer a su marido cuando regrese, ya de manera definitiva, una vez terminada la represión ideológica de la Revolución Cultural años después.

Impecable en el plano formal, destacando el repetido uso del zoom y la dirección de fotografía de Zhao Xiaoding, Regreso a casa adolece, sin embargo, de profundidad tanto en la perfilación de caracteres como en la descripción del contexto histórico/político en el que se sitúa. No obstante, la diáfana narración del director, el respeto que muestra hacia sus personajes, y la sensibilidad y delicadeza con la que trata las diferentes situaciones a las que estos se enfrentan (además de la excelente interpretación de Gong Li), compensan las posibles carencias del guión, dando lugar a un estupendo melodrama digno del mejor Yimou.

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