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Herme Cerezo

‘La sangre de las valkirias’ de Santos, Pérez y Fuster: buen guión, buen dibujo, buen color

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El mundo está cambiando para los pueblos vikingos. Una nueva religión está desplazando a los antiguos dioses, con el honor de sus ancestros, con su raza guerrera, pero Harek está dispuesto a restablecer el orden... por la fuerza del hacha y la espada. Esto es lo que avanza la contraportada de ‘La sangre de las valkirias’, obra del guionista Victor Santos (Valencia, 1977), del dibujante Pere Pérez (Barcelona, 1981) y del colorista Joan Fuster (Benidorm, 1978). La horquilla va desde los 28 a los 32 años, prácticamente una generación o, al menos, tres artistas coetáneos que se complementan a la perfección en este álbum y que no es la primera vez que colaboran en un proyecto común.




Portada del cómic.


Decía en las primeras líneas que lo que reza la contraportada del álbum no es más que un gancho para atrapar al lector. Porque lo bien cierto es que esta sangre valkiria ofrece muchas más cosas en cuarenta y ocho páginas que una manida confrontación religiosa que, en este caso, probablemente no es más que una referencia neblinosa, un telón del fondo, que el lector tiene agazapado en un rincón remoto de su mente mientras lee.

‘La sangre de las valkirias’ narra la historia de un pueblo vikingo, ya saben, mis improbables, esos tipos rudos, fuertes, rubios, con melenas y barbas – antes, además, los dibujaban rematados con cascos cornupetas – y de sus incursiones a las costas vecinas. Resultado de una de ellas, llevada a cabo por el caudillo Harek contra el fiordo de Regner, otro caudillo, es una matanza sin cuento, la de un pueblo que ha abrazado el cristianismo – ésta es la referencia religiosa de la que les hablaba antes – y el rapto de la hija del jefe de dicha tribu, Dalla.

Harek, a pesar de la diferencia de edad, decidirá hacer suya a la núbil Dalla. A partir de la consumación, la joven tramará su venganza con mil y un artes sutiles, plegarias incluidas. Aquí en esa venganza, bien estructurada por el guionista y notablemente traducida a imágenes por el dibujante, radica el valor de este cómic. Cuarenta y ocho páginas son un formato más bien pequeño. Sin embargo, a veces, cuando el espacio está bien planteado y aprovechado da para mucho. Como aquí ocurre.

No hay ningún formato preestablecido en lo referente al número de viñetas de cada página. El dibujante, Pere Pérez, ha utilizado las que ha estimado conveniente. Pero hay un par de rasgos de interés. El primero, es la división de una sola viñeta grande, más de media página, en tres subviñetas trazadas con franjas horizontales. El segundo, un recurso narrativo del cómic, que hace avanzar con rapidez la acción, es la utilización de viñetas verticales, de arriba abajo, paralelas, que, al segmentar las imágenes, permite dar un salto importante en el desarrollo argumental, acelerando la acción y colocándonos en una especie de necesaria transición entre la primera parte, lo que podríamos llamar exposición-nudo, y la segunda, el desenlace final.

El trabajo de Pere Pérez como dibujante se caracteriza en ‘La sangre de las valkirias’ por la utilización de un trazo múltiple, nada que ver con la línea clara, perfectamente adecuado para el tipo de personajes e imágenes con los que nos vamos a enfrentar a lo largo del álbum: vikingos rocosos, duros, feroces, ambiciosos, peleas sin cuartel, sangre, fuego ... Curiosamente, además, cuando el asunto lo requiere, como en unos primeros planos de la protagonista, el trazo se vuelve fino, delicado, propio de imágenes más suaves y también bellas.

Contribuye a rematar este dibujo el color que ha utilizado Joan Fuster: tonos tornasolados, amarillos, anaranjados, marrones o rojizos, que proporcionan en los momentos justos un tono cálido, ardiente, vehemente, a las viñetas. La noche es el dominio de los negros y los azules oscuros. Los grises y verdes van a informar al lector de las frías aguas escandinavas y de los ritos funerarios de los hombres nórdicos. En resumen, un estudio cuidado del color el puesto en práctica por Fuster.

Ya lo he dicho antes: Víctor Santos se luce en un guión de corta extensión y crea de la nada una estrategia argumental atrayente e interesante, que contiene una sorpresa cuando todo parece ya concluido. Lo parece, pero no es así. Como dicen los taurinos, "hasta el rabo, todo es toro", pues eso, hasta la última viñeta, aquí nadie canta victoria. Nadie.

____________________

‘La sangre de las valkirias’ de Víctor Santos, guión; Pere Pérez, dibujo; y Joan Fuster, color. Editorial PlanetaDeAgostini, Mayo 2009. Cartoné, 48 páginas, color; precio: 9,95 €.

‘La sangre de las valkirias’ de Santos, Pérez y Fuster: buen guión, buen dibujo, buen color

Herme Cerezo
Herme Cerezo
viernes, 17 de julio de 2009, 05:12 h (CET)
El mundo está cambiando para los pueblos vikingos. Una nueva religión está desplazando a los antiguos dioses, con el honor de sus ancestros, con su raza guerrera, pero Harek está dispuesto a restablecer el orden... por la fuerza del hacha y la espada. Esto es lo que avanza la contraportada de ‘La sangre de las valkirias’, obra del guionista Victor Santos (Valencia, 1977), del dibujante Pere Pérez (Barcelona, 1981) y del colorista Joan Fuster (Benidorm, 1978). La horquilla va desde los 28 a los 32 años, prácticamente una generación o, al menos, tres artistas coetáneos que se complementan a la perfección en este álbum y que no es la primera vez que colaboran en un proyecto común.




Portada del cómic.


Decía en las primeras líneas que lo que reza la contraportada del álbum no es más que un gancho para atrapar al lector. Porque lo bien cierto es que esta sangre valkiria ofrece muchas más cosas en cuarenta y ocho páginas que una manida confrontación religiosa que, en este caso, probablemente no es más que una referencia neblinosa, un telón del fondo, que el lector tiene agazapado en un rincón remoto de su mente mientras lee.

‘La sangre de las valkirias’ narra la historia de un pueblo vikingo, ya saben, mis improbables, esos tipos rudos, fuertes, rubios, con melenas y barbas – antes, además, los dibujaban rematados con cascos cornupetas – y de sus incursiones a las costas vecinas. Resultado de una de ellas, llevada a cabo por el caudillo Harek contra el fiordo de Regner, otro caudillo, es una matanza sin cuento, la de un pueblo que ha abrazado el cristianismo – ésta es la referencia religiosa de la que les hablaba antes – y el rapto de la hija del jefe de dicha tribu, Dalla.

Harek, a pesar de la diferencia de edad, decidirá hacer suya a la núbil Dalla. A partir de la consumación, la joven tramará su venganza con mil y un artes sutiles, plegarias incluidas. Aquí en esa venganza, bien estructurada por el guionista y notablemente traducida a imágenes por el dibujante, radica el valor de este cómic. Cuarenta y ocho páginas son un formato más bien pequeño. Sin embargo, a veces, cuando el espacio está bien planteado y aprovechado da para mucho. Como aquí ocurre.

No hay ningún formato preestablecido en lo referente al número de viñetas de cada página. El dibujante, Pere Pérez, ha utilizado las que ha estimado conveniente. Pero hay un par de rasgos de interés. El primero, es la división de una sola viñeta grande, más de media página, en tres subviñetas trazadas con franjas horizontales. El segundo, un recurso narrativo del cómic, que hace avanzar con rapidez la acción, es la utilización de viñetas verticales, de arriba abajo, paralelas, que, al segmentar las imágenes, permite dar un salto importante en el desarrollo argumental, acelerando la acción y colocándonos en una especie de necesaria transición entre la primera parte, lo que podríamos llamar exposición-nudo, y la segunda, el desenlace final.

El trabajo de Pere Pérez como dibujante se caracteriza en ‘La sangre de las valkirias’ por la utilización de un trazo múltiple, nada que ver con la línea clara, perfectamente adecuado para el tipo de personajes e imágenes con los que nos vamos a enfrentar a lo largo del álbum: vikingos rocosos, duros, feroces, ambiciosos, peleas sin cuartel, sangre, fuego ... Curiosamente, además, cuando el asunto lo requiere, como en unos primeros planos de la protagonista, el trazo se vuelve fino, delicado, propio de imágenes más suaves y también bellas.

Contribuye a rematar este dibujo el color que ha utilizado Joan Fuster: tonos tornasolados, amarillos, anaranjados, marrones o rojizos, que proporcionan en los momentos justos un tono cálido, ardiente, vehemente, a las viñetas. La noche es el dominio de los negros y los azules oscuros. Los grises y verdes van a informar al lector de las frías aguas escandinavas y de los ritos funerarios de los hombres nórdicos. En resumen, un estudio cuidado del color el puesto en práctica por Fuster.

Ya lo he dicho antes: Víctor Santos se luce en un guión de corta extensión y crea de la nada una estrategia argumental atrayente e interesante, que contiene una sorpresa cuando todo parece ya concluido. Lo parece, pero no es así. Como dicen los taurinos, "hasta el rabo, todo es toro", pues eso, hasta la última viñeta, aquí nadie canta victoria. Nadie.

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‘La sangre de las valkirias’ de Víctor Santos, guión; Pere Pérez, dibujo; y Joan Fuster, color. Editorial PlanetaDeAgostini, Mayo 2009. Cartoné, 48 páginas, color; precio: 9,95 €.

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